Acorde al tono poético que se respira todo 14 de febrero debido al publicitado “Día del Amor y la Amistad”, he decidido escribir esta entrada que espero sirva para motivar a aquellos que llevan el arte en las venas (y quizá aún a quienes, como yo, están negados para escribir dos rimas seguidas), a escribir una poesía a sus seres queridos, en lugar de comprar kilos de chocolate o paletas azucaradas en forma de corazoncito.
Primero deseo establecer que yo no soy poeta, aún cuando algo de experiencia tengo al escribir. Permítanme contarles mis aventuras al respecto. Si yo escribía una poesía a alguna chica en la secundaria, la veía caer al piso casi de inmediato. El problema es que no caía rendida “de amor a mis pies”, sino trabada de risa por el famoso poema. Si yo escribía poesía para la clase de literatura, el maestro (y miren que los maestros en la secundaria eran capaces de leer las más bizarras composiciones) invariablemente ponía cara de “ya lo he visto todo” y me aconsejaba dedicarme a escribir cuentos de ciencia ficción. Que no soy poeta debe quedar asentado por adelantado.
Pero aún los no poetas somos capaces de sentir emoción con versos bien escritos. ¿Quién no leyó a Bécquer en su juventud? (¿Recuerdan aquellos versos?: “¿Qué es poesía? Dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul…”) No digan que no sentían escalofrío al leerla y pensar en su chica. O al leer los poemas contemporáneos de Neruda o Benedetti o los clásicos de Juan de Dios Peza o Sor Juana.
Si yo fuera poeta, participaría en un concurso de poesía. Si no por otra cosa, por la sencilla razón de que así alguien la leería. Aún sin ganar, los jueces (al igual que aquel maestro en la secundaría) leerían mi poesía y sabrían de aquello que mi corazón es capaz. Si no ganara, no pasaría nada. No concluiría que la poesía no va conmigo, sino que los jueces no la entendieron o tienen gustos ortodoxos, o heterodoxos, o algo. No me desmotivaría a escribir, porque la poesía es algo que se lleva en la sangre o no se es poeta. Esperaría otra oportunidad para expresarla y tarde o temprano encontraría a la alma gemela que la comprendiera.
Si yo fuera poeta, escribiría poesía dedicada a Dios para expresarle con sonidos armoniosos el profundo agradecimiento de haberme seleccionado como hijo y de haberme invitado a un banquete en el cual existirán paz y felicidad eternas. Le podría decir con elegancia la profunda conmoción que sentí al entender que fue capaz de permitir el sacrificio de su hijo para perdonar mis pecados.
Si yo fuera poeta, escribiría poesía sobre el amor. Sería capaz de expresar el profundo amor que siento por mi esposa con palabras elegantes que produjeran el efecto de reiterarle mi aprecio por cada una de las pequeñas cosas que hemos compartido a lo largo de nuestra vida matrimonial. Un bello poema sería mejor que una rosa roja, porque saldría de lo profundo de mi corazón y no de un soleado jardín.
Si yo fuera poeta, escribiría poemas dedicados a mis hijos donde pudiera manifestar mi cariño y mi profundo orgullo por su accionar en la vida. Podría mencionarles las terribles ansias por llorar que siento cuando me dicen “papá”. Podría expresar el terrible miedo de que una falla en mi liderazgo se pudiera convertir en un tropiezo en su vida y decirles que sólo confiando en Dios pueden ellos llegar a ser felices en la vida. Podría decirles “Los quiero” rimando con “Los amo” (un poeta puede hacer rimas complicadas).
Si yo fuera poeta, escribiría poesía dedicada a todos aquellos que no conocen a Dios y que no han nacido de nuevo bajo la tutela de nuestro Señor Jesucristo. Quizá con palabras poéticas pudiera llegar a sus corazones y evitar lágrimas y dolor antes de que una desgracia personal les haga volver sus ojos a la única fuente de amor, salud y prosperidad. Trataría de convencer al mundo que la batalla está decidida y que el Diablo no tiene potestad sobre los que por gracia han sido salvados.
Pero, como dije antes, yo no soy poeta y no puedo hacerlo, pero si usted algo tiene de poeta, ¿qué espera? Por lo pronto, este día quiero decirle a Dios… ¡Gracias! A mi esposa… ¡Te amo! A mis hijos… ¡Los quiero! Y al resto del mundo… ¡Sonrían, Dios los ama!
2 comentarios:
Escelente articulo !! Tu mensaje esta lleno de sensibilidad y amor. Y claro que suena a poesia.
Ay me encanto
Me senti muy identificada ;)
Dios te bendiga
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