viernes, octubre 26, 2018

Esperanza

Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? (Romanos 8:24).

¿Recuerda cuando era niño y se acercaba la Navidad? Llevábamos en la mente una cuenta regresiva de los días que faltaban y nos frotábamos las manos en espera de esos juguetes tan anhelados. Según la cultura, algunos niños igual esperan con ansia la llegada de los Reyes Magos. ¿Nos cuesta trabajo regresar tanto en el tiempo como para identificarnos con esas emociones (al menos es el caso de los que andamos bordando los sesentas)? No importa. El punto es que también hubo eventos importantes durante nuestras vidas que esperamos con emoción: la fiesta de graduación de la preparatoria o universidad, la boda, el nacimiento de un hijo, las vacaciones, visitas familiares, y un largo etcétera. ¿Recuerda la emoción de la espera?

Si eso sentíamos al esperar situaciones mundanas, ¿cuánto más debemos sentirnos entusiasmados por la vida eterna? Romanos 8:24 dice que por esa esperanza fuimos salvados. Aceptamos a Jesús porque deseamos una vida nueva. No solo la eterna, que ya sería suficiente de por sí, sino también la vida terrenal se renueva cuando le permitimos a Jesús guiarnos en medio del caos en que habíamos tornado nuestras vidas.

No podemos librarnos tan fácil de todos los errores que cometemos o que cometimos y que continúan agobiándonos, pero ahora, gracias a Jesús, tenemos ESPERANZA. Y la esperanza es una promesa. La promesa de una vida mejor y de una vida eterna.

A veces nos desesperamos porque deseamos las cosas ¡YA!, pero ¿Quién espera lo que ya tiene? A diferencia de los niños que pueden contar los días que faltan para Navidad, nosotros no sabemos la fecha en que vamos a recibir lo anhelado. Y sin embargo tenemos la promesa y debemos saborear esa promesa y alegrarnos de estar en dicha situación. Porque la alternativa es no tener ninguna promesa, no tener esperanza alguna. Y eso, tengamos la seguridad, es triste. Así que: ¡Disfrute la Esperanza!

viernes, octubre 19, 2018

Bendecir

No devuelvan mal por mal ni insulto por insulto; más bien, bendigan, porque para esto fueron llamados, para heredar una bendición (1 Pedro 3:9).

Si usted asiste a la iglesia los domingos, lo cual parece altamente probable si está leyendo esta reflexión, estará de acuerdo conmigo que ahí es fácil soltar las bendiciones. Llegamos, saludamos a otro congregante y decimos: “Dios le bendiga” o “Dios te bendice” dependiendo del grado de confianza que tengamos. Lo cual es excelente: bendecir con prodigalidad, efusividad y convencimiento a quien se tomó el tiempo de asistir a la iglesia. Sígalo haciendo sin dudar.

El problema que tenemos es en nuestro día a día. Sobre todo, cuando tenemos conflictos con algunas personas, cuando tenemos incidentes de tránsito, cuando las mascotas ajenas nos visitan y se portan mal, cuando un superior en el trabajo abusa, cuando contratamos a alguien que tira la flojera o nos da un pésimo servicio, cuando un familiar se aprovecha de nuestro carácter cristiano, y un largo etcétera. En pocas palabras, como dice la cita bíblica, cuando nos dan mal o nos insultan con hechos o palabras. En esos casos, bendecir es lo más alejado de nuestras mentes y voluntad.

Nuestro instinto clama por venganza, enojo, rabia y por contestar, aumentados, los insultos y el mal accionar. Así es la naturaleza humana. Y sin embargo…

Pedro dice que debemos bendecir. No como repetición de dientes para afuera, sino porque es NUESTRO LLAMADO. Nuestro trabajo, labor, o misión como cristianos. Como si Dios nos hubiera contratado y al describirnos el puesto dijera: “Ok. Desde hoy trabajan para el reino. Su primera actividad será: BENDECIR. A todos, en todo momento y en todo lugar. Bendigan a más no poder. ¿Está claro?”

Y si lo hacemos, el premio está descrito: heredaremos bendición. Aunque no lo dice con esas palabras la cita, como que queda entendido que si bendecimos heredamos bendición y si maldecimos, pues heredaremos… maldición. ¿Qué recibiremos si insultamos, hacemos mal, agredimos, violentamos, acosamos, etc.? Sin duda adivinó.

¿Qué estamos esperando? Fuimos llamados a BENDECIR.

viernes, octubre 12, 2018

Se suicida en Francia el Chef Anthony Bourdain


Bourdain, de 61 años y quien había confrontado problemas de alcoholismo, decidió ahorcarse en su habitación conforme se encontraba en la quinta temporada de su programa, donde recorría el mundo en busca de experiencias gastronómicas únicas… (excelsior.com).

¿Cómo puede alguien, famoso, con un empleo fantástico (le pagaban por viajar, conocer culturas, probar platillos de diferentes países) suicidarse? Es difícil entenderlo, pero ocurre. De hecho, días antes se había suicidado una famosa diseñadora de modas. ¿Qué pasa por la mente de un suicida?

Es difícil que seamos capaces de entender cada caso individual. No nos toca juzgar, criticar o reprender. Cada persona tiene su propio andar por esta vida. Razones que dan los especialistas varían: tristeza, depresión, soledad, alcoholismo, drogadicción, remordimientos, conflictos interpersonales, se suman a las que comúnmente ofrecen los religiosos: pecado y separación de Dios.

Sin duda existen beneficios en decretar un diagnóstico para cada caso, tan solo por mostrar a la persona que está sufriendo que nos importa su situación. Hay que escuchar y atender, pero es vital mostrar que más allá del interés humano y las soluciones humanas, está Dios. Que la respuesta está en Cristo.

Por supuesto no basta con mencionar su nombre. La persona con suicidio en mente, o no cree en Dios, o está desilusionado de Él, o está cansado de buscarlo a su manera. Cualquiera que sea el caso, quizá no sea receptivo y va a requerir devoción, resolución y paciencia presentarle el Evangelio. Si alguien le hubiera hablado así de Cristo al Chef Bourdain…

Quizá no haya un Chef en depresión cerca de nosotros, pero si la tasa de suicidios que va en aumento es correcta, hay alguien cercano a quien debemos presentar pronto y más de una vez, las buenas nuevas.

Lo que dice la Biblia:
¡Qué hermoso es recibir al mensajero que trae buenas nuevas! (Romanos 10:15b).


viernes, octubre 05, 2018

Ansiedad

Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes (1 Pedro 5:7).

Este es un versículo digno de memorizar. No porque sea breve, sino porque a pesar de su brevedad, desborda profundidad. Vamos a repasarlo con calma.

Primero debemos recordar a quién fueron dirigidas estas palabras de Pedro. Al inicio de su carta Pedro no deja lugar a dudas de que está hablando a los elegidos y aunque aclara que es a los elegidos de ciertas regiones de Asia, no podemos rechazar hacerlas propias. Luego, al inicio del capítulo 5, Pedro se dirige a los jóvenes. No sé ustedes, pero como no aclara edad específica, yo tomo el consejo como propio.

Depositen en Él toda ansiedad…

Aquí conviene consultar el diccionario de sinónimos para ampliar la idea de la palabra ansiedad. Resulta que tenemos que entregarle a Dios, TODA ansiedad, desasosiego, intranquilidad, zozobra, angustia, ansia, congoja, desazón, inquietud y preocupación. Y aquí la palabra operativa es TODA. No digamos “no vale la pena molestar a Dios con esta pequeña preocupación,” “yo puedo controlar esta ligera intranquilidad, no quiero cargarle la mano a Dios.” Leyó bien… TODA ansiedad.

Porque Él cuida de ustedes…

¿Quién? Dios. No cualquier héroe de historietas que nos puede salvar de un ladrón, pero que es impotente ante el resto de nuestras angustias. El Dios omnipotente que creó al universo y a la humanidad. Para que nos quede claro: El único e indiscutible Dios verdadero.

Y lo mejor de todo: Porque Dios cuida de nosotros. Le importamos, nos formó, nos ha estado acompañando. De hecho, está esperando que nos caiga el veinte, que entendamos este versículo y que le entreguemos TODA nuestra ansiedad.

¿Qué estamos esperando?