Lo que dice la Biblia:
Les sobreviene
un diluvio de terrores; la tempestad los arrebata por la noche (Job 27:20).
No
es necesario ser pesimista para entender que las tormentas son inevitables. Una
enfermedad repentina, la muerte de un ser querido, un problema financiero, un
conflicto con un familiar, un accidente imposible de prever… “La tempestad los
arrebata por la noche…” Si bien Job estaba hablando de los impíos, aquellos a
quienes no les importa Dios, las tempestades llegan incluso para los
cristianos.
Es
importante entender que el creer en Dios no inhibe las tormentas. Por ejemplo,
todos hemos de fallecer algún día y eso implica un impacto a nuestro alrededor.
Alguien nos llorará. Pero Dios no prometió eliminar las tormentas, sino darnos
la paz necesaria para enfrentarlas. Esa es la diferencia. Nadie está exento de
sufrir un accidente al conducir un vehículo, pero las consecuencias se
minimizan si tuvimos la previsión de adquirir una póliza de seguros. De la
misma manera, si nos acercamos a Dios, tendremos un respaldo para salir delante
de las tormentas.
La
reflexión es entonces ser previsor y acercarse a Dios antes de que lleguen los
problemas. Dios nos dará: 1) sabiduría para manejar durante la tormenta, 2)
tranquilidad para enfrentarla sin angustias y 3) la garantía de que las
consecuencias serán mínimas. El propio Job perdió todo su patrimonio, pero al
final de la historia, luego de entender a Dios, tuvo más de lo que había
perdido.
No
esperemos a que la tormenta llegue, sino consigamos desde ya el mejor seguro
disponible en este mundo: ¡Acerquémonos hoy mismo a Dios!
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