Más bien, mientras dure ese “hoy”, anímense unos
a otros cada día, para que ninguno de ustedes se endurezca por el engaño del
pecado (Hebreos
3:13).
Los cristianos aceptaron a Jesús como
Señor y Salvador y lo hicieron arrepintiéndose de sus pecados. (¿Recuerda su
conversión?). Eso está muy bien. ¡Felicidades! Pero debemos recordar que
mientras estemos en este mundo, aún estaremos expuestos a la tentación del
pecado. Algunos de nosotros tenemos nuestras luchas para no mentir, otros para no
emborracharnos, no drogarnos, no robar, no caer en tentaciones sexuales de
fornicación, adulterio o pornografía, no blasfemar, etc.
De ahí la cita de Hebreos 3:13 “Anímense
unos a otros cada día, para que ninguno de ustedes se endurezca por el engaño
del pecado.” Suena bien, pero debemos ponerla en práctica. El ánimo no va a
llegar solito. Se requieren los unos y los otros, o sea, todos. ¿Y cómo podemos
hacerlo? Hoy en día, con tantos medios de comunicación, podemos usar la
mensajería digital, el correo electrónico, las llamadas de voz, el enlace por
video, incluso... las redes sociales.
Algo que debe quedar claro es que la
comunicación debe ser personal. Si alguien recibe una tarjeta de ánimo que
circula y circula por redes sociales, estará de acuerdo conmigo, que no
impresionará mayormente. En cambio, si alguien recibe un mensaje PERSONAL, con
nombre y con detalles que sólo ciertas personas pueden saber, la impresión será
mayúscula y se estará cumpliendo el “Anímense unos a otros” del versículo.
Además, notemos que Hebreos 3:13 recalca
“Hoy.” No diga: “Algún día que tenga tiempo lo haré,” “Mañana llamo a
Pedro/Juanita,” y argumentos similares. Mañana tal vez sea tarde. Hoy alguien
necesita un abrazo. Si no puede ser físico, mandemos un mensaje personalizado
para dejarle ver a esa persona que nos importa.
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