La Noticia
Esta noticia apareció en el periódico Reforma del 24 de septiembre:
Carmen Álvarez creyó que moriría antes que sus hijos, pero a sus 45 años tuvo que enterrar a uno, Alex, de 17 años de edad.
"Es la muerte en vida, yo no quería saber nada de nadie y mucho menos de Dios, porque creí que no existía", confiesa.
Había pasado meses de depresión cuando un pastor evangélico le dijo que buscara la verdad en la Biblia y aceptara a Dios.
"De momento me di cuenta que Dios existe y de que yo tengo que dar ese testimonio de lo que me pasó, un testimonio de amor a Dios, para estar bien conmigo y con mis semejantes", cuenta.
Al principio, su esposo le criticó que tras ser católica toda su vida decidiera irse con los evangélicos. Un día decidió llevarlo a una celebración especial.
"Y decidió acompañarme siempre", señala. Ahora, asegura, él hasta el alcohol dejó.
Tenemos una vecina, Conchita, que perdió a su esposo en un accidente automovilístico cuando apenas tenían un año de casados. Ella aún no supera la depresión, aunque confiamos en que lo hará tan pronto deje de reclamarle a Dios y, al igual que la mujer de la noticia, simplemente lo acepte. No podemos decirle porqué ocurrió el accidente, no podemos darle razones de por qué su esposo que trataba de ayudar falleció y en cambio el culpable sólo tuvo rasguños, ni tampoco podemos convencerla con argumentos que la vida continúa. Lo único es pedirle que acepte a Dios.
Si vivimos una tragedia, problema (económico, familiar o de salud) o situación deprimente, no busquemos causas, razones, culpables o lógica alguna. No como sustituto de Dios. Aceptemos primero a Dios y Él nos dará fuerza para enfrentar lo que venga.
El Versículo
El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ninguna.
Isaías 40.29
Quien ha pasado por un gran problema sabe que comer y dormir no bastan para recuperar las fuerzas. De hecho es típico que se pierda el hambre y el sueño. ¿Cómo entonces se logra la recuperación? Isaías lo expresa muy claramente.
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