La Noticia:
El alcalde de la chilena Isla de Pascua… sostuvo que el turista finlandés que cortó una oreja de un moai para llevarla de recuerdo debiera sufrir la misma pena… "Oreja que se corta, oreja que se corta. Mano que se corta, mano que se corta. Entonces ojo por ojo, diente por diente, esa sería mi justicia", dijo el alcalde desde la isla, quien forma parte de la comunidad nativa rapanui… Los moais, estatuas de piedra volcánica de varias toneladas de peso, son monumentos nacionales, por lo que el turista fue detenido… En una carta pública, el turista expresó su arrepentimiento por la acción cometida y pidió disculpas a las autoridades y a los habitantes de la distante posesión chilena. El daño provocado, sin embargo, parecer ser irreversible pues el trozo de la oreja derecha desprendida se fracturó en varios pedazos… El moai forma parte de una serie instalada en la playa de Anakena, y fueron construidos hace varios siglos por habitantes originarios de la isla… (reforma.com)
Comentario:
Primero una ideas irrelevantes e irreverentes. El tamaño de la oreja, ¿no influye? Me parece importante porque yo soy muy orejón y siento empatía por este pobre turista esperando que le corten la oreja. Menos mal que no se le ocurrió tratar de llevarse la nariz u otra parte más… vital. El material de que está hecha la oreja, ¿no tiene nada que ver? Porque entonces siguiendo la ley al pie de la letra sería: ojo de lince por ojo de lince, y no, oreja de piedra por oreja de burro, por decir un ejemplo. Así, el turista podría defenderse prometiendo construir una estatua similar y permitir luego el corte. Se alegará que una estatua construida ahora no tiene el valor de la otra, pero se puede contra-alegar diciendo que basta con dejarla reposar algunos siglos antes de amputarle la oreja.
Por supuesto que me indigna el daño al patrimonio de una cultura, ya que a final de cuentas es daño al patrimonio de la humanidad, pero no concibo el sufrimiento humano como menos importante que lo otro. Este turista se merece un tiempo en prisión o cubrir tiempo de trabajo social para aprender a respetar, pero no daño físico.
Es cierto que la famosa “Ley del Ojo por Ojo” es bíblica, pero es parte de la Ley que nadie es capaz de cumplir, la que nos hace concientes de que necesitamos redención.
Ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe (Éxodo 21:24-25).
Los Diez Mandamientos fueron expresados en el capítulo anterior de Éxodo (Vea Éxodo 20). Cumplirlos, junto con las demandas de los capítulos subsiguientes, está fuera de la capacidad humana. Fue por esto que llegó Jesús y nos dio libertad de la Ley. Bajo la gracia, el “ojo por ojo” pierde sentido.
Lo que dice la Biblia:
Y uno de ellos hirió a un siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Entonces respondiendo Jesús, dijo: Basta ya; dejad. Y tocando su oreja, le sanó. (Lucas 22:50-51)
Así como Jesús sanó a quien había de llevarlo prisionero a su muerte, así debemos tratar a quien nos trata mal. Jesús tenía el poder de regresar golpe por golpe (y le dieron muchos), pero Él traía un mensaje de amor.
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