La noticia:
La policía está buscando a tres sujetos sospechosos de haber disparado durante un servicio religioso en Richmond, California… Dos adolescentes quedaron heridos… La policía aún busca un motivo por el cual se haya realizado la violencia… Los tres sujetos entraron en la Nueva Iglesia de Getsemaní de Dios en Cristo a las 12:30 p.m. del domingo y en medio de una congregación de cerca de cien personas, uno de ellos abrió fuego… Se espera que las víctimas se recuperen completamente… Las autoridades de la iglesia dijeron que están determinadas a continuar operando normalmente… Solo horas después del tiroteo, un estudio bíblico dominical se llevó a cabo como estaba planeado con una asistencia aproximada de 15 personas… “Estoy seguro que existe temor y alarma, pero no vamos a correr,” dijo el diácono. “Vamos a seguir haciendo lo que siempre hacemos: orar y tener servicios”… “No estamos asustados, aunque sí un poco confundidos, porque esta es la iglesia de Dios,” dijo un miembro de la iglesia. “Nos negamos a que el diablo nos haga correr y escondernos, porque probablemente eso es lo que desea que hagamos”… (noticiacristiana.com)
Comentario:
Permítanme unas preguntas irreverentes. La noticia no lo especifica. Los disparos fueron… ¿durante la alabanza? ¿Quizás alguien desafinó? Hay cantantes que desafían la paciencia de Dios, ya no digamos la de los congregantes. ¿Durante la predicación? Hay pastores que oran para que Dios haga algo para que la congregación esté despierta. Seguro que ese día nadie pudo dormir ni en la noche. ¿Durante la oración? Hay intercesores que oran para que Dios lleve a rateros y asesinos a la iglesia. Quizás les falta orar para que lleguen desarmados.
(Editor: Y hay blogueros que hacen tales preguntas que…)
(Autor: OK, OK. No des ideas. Ya me pongo serio.)
Si bien aún no están claros los motivos, es evidente que la tendencia de tiroteos en las escuelas, sitios de trabajo y centros comerciales, no iba a dejar intactas a las iglesias. El odio que existe en ciertos elementos de la sociedad contemporánea encuentra un desahogo irracional abriendo fuego entre multitudes. Lo cual es muy triste, porque a diferencia de otros sitios, en este hubieran podido encontrar, si tan solo hubieran escuchado un poco antes de disparar, motivos para no hacerlo.
Otra posibilidad es que los agresores hayan ido expresamente a tratar de probar, desde su limitada perspectiva, un punto ya probado desde hace siglos: la valentía o cobardía del pueblo cristiano. Tres siglos de persecuciones no lograron que los cristianos renegaran de Jesús. ¿Tres sujetos enmascarados pretendían lograrlo?
No es la primera vez que existen agresiones a los cristianos. En el mismo libro de Hechos encontramos agresores: “Y Saulo consentía en su muerte. En aquel día hubo una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles.” (Hechos 8:1) Hay quien argumenta que como Dios no evitó que los suyos murieran martirizados, es porque Dios no existe o no tiene suficiente poder. El gran poder de Dios se muestra, sin embargo, en que Saulo, el agresor de la cita anterior, se convertiría en el mismísimo Pablo, gran evangelizador y propagador de la fe cristiana.
El propio Pablo escribiría en 1 Corintios 4:11-12: “Hasta esta hora padecemos hambre, tenemos sed, estamos desnudos, somos abofeteados, y no tenemos morada fija. Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos; nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos.”
Nerón y otros emperadores romanos persiguieron a cristianos durante siglos, hasta que Constantino en el año 313 legalizó la religión cristiana. Durante esos 300 años, hubo de todo: crucificados, decapitados, desollados, gente enviada al coliseo a ser devorada por los leones, etc. ¿Acabó Roma con el cristianismo? De hecho, Roma se convirtió en sede de una rama numerosa del cristianismo.
De todos modos, la noticia y eventos similares, nos hacen preguntarnos seriamente: ¿Qué debemos hacer si existe una agresión a la congregación a la que asistimos? La reacción inmediata es seguramente instintiva: cubrirnos, someter al agresor, dialogar para que no dispare y cosas así, pero la pregunta va más allá: ¿Dejar de asistir? ¿Buscar otra iglesia? ¿Alabar y orar desde la seguridad del hogar?
Lo que dice la Biblia
¿Y quién es aquel que os podrá hacer daño, si vosotros seguís el bien? Más también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros… (1 Pedro 3:13-15)
Seguir a Cristo no garantiza salud plena, economía abundante, o larga vida en la tierra. Pero quienes tienen a Cristo tienen la paz, la voluntad y el arrojo para enfrentar las dificultades, los problemas, e incluso, las agresiones. “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?” (Romanos 8:35)
Finalmente debemos mencionar que la persecución tiene una promesa adherida: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.” (Mat 5:10) Mantenernos firmes en Cristo podrá incluso acortar nuestra estancia terrenal, pero lo que no podemos dudar es que garantiza la vida eterna. Así que, ¿por qué huir?
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