viernes, marzo 15, 2019

Desviación

Pero tú les advertirás que así dice el Señor: “Cuando los hombres caen, ¿acaso no se levantan? Cuando uno se desvía, ¿acaso no vuelve al camino? ¿Por qué entonces este pueblo se ha desviado? ¿Por qué persiste en su apostasía? Se aferran al engaño, y no quieren volver a mí” (Jeremías 8:4-5).

¿Alguna vez salió de viaje o buscó una nueva dirección en un rumbo desconocido y tomó el camino equivocado? Sin duda tuvo que regresar hasta retomar el camino correcto ¿verdad? Algunos jóvenes dirán que hoy en día con Google Maps es difícil perderse y tendrán razón, pero aun así el mensaje de Jeremías, que se dio antes de Google, tiene sentido. En el camino de la vida la "vocecita" en el celular que nos da instrucciones sería el equivalente a escuchar al Espíritu Santo dirigiéndonos al destino perfecto: el cielo.

¿Cuál es el problema entonces? El mismo que destacó Dios a través del profeta Jeremías. Escuchemos de nuevo pensando en que estamos detrás del volante buscando una dirección: ¿Por qué entonces este pueblo se ha desviado? ¿Por qué persiste en su apostasía? Se aferran al engaño, y no quieren volver a mí. Si usted estuviera observando al conductor, ¿qué diría? Algo semejante a: “Pero ¡qué necio! Lleva el rumbo equivocado y se niega a rectificar y regresar al camino.” ¿Verdad?

¿Cómo aplica a nuestras vidas? Muchas veces dejamos de escuchar a nuestro Google celestial y nos desviamos del camino y caemos en el pecado. A todos nos ha ocurrido alguna vez y es por ello por lo que Jeremías escribió: Cuando uno se desvía, ¿acaso no vuelve al camino? Dios lo entiende y en su misericordia nos perdona y nos permite regresar a la ruta correcta. ¿Pero qué puede hacer Dios con los que se niegan? ¿Con quienes prefieren quedarse varados en la desviación? ¿Desesperarse y enojarse?

¡Cuidado! Extraviarnos rumbo al aeropuerto puede significar perder nuestro vuelo. Leamos cómo termina el capítulo 8 de Jeremías: Pasó la cosecha, se acabó el verano, y nosotros no hemos sido salvados. Perder un vuelo no es tan grave, perder nuestro destino eterno, lo es. ¡No seamos necios y en caso de desviación, regresemos al Camino!

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