Pero tú les
advertirás que así dice el Señor: “Cuando los hombres caen, ¿acaso no se
levantan? Cuando uno se desvía, ¿acaso no vuelve al camino? ¿Por qué entonces
este pueblo se ha desviado? ¿Por qué persiste en su apostasía? Se aferran al
engaño, y no quieren volver a mí” (Jeremías 8:4-5).
¿Alguna
vez salió de viaje o buscó una nueva dirección en un rumbo desconocido y tomó
el camino equivocado? Sin duda tuvo que regresar hasta retomar el camino
correcto ¿verdad? Algunos jóvenes dirán que hoy en día con Google Maps es
difícil perderse y tendrán razón, pero aun así el mensaje de Jeremías, que se
dio antes de Google, tiene sentido. En el camino de la vida la "vocecita" en el
celular que nos da instrucciones sería el equivalente a escuchar al Espíritu
Santo dirigiéndonos al destino perfecto: el cielo.
¿Cuál
es el problema entonces? El mismo que destacó Dios a través del profeta
Jeremías. Escuchemos de nuevo pensando en que estamos detrás del volante
buscando una dirección: ¿Por qué entonces
este pueblo se ha desviado? ¿Por qué persiste en su apostasía? Se aferran al
engaño, y no quieren volver a mí. Si usted estuviera observando al
conductor, ¿qué diría? Algo semejante a: “Pero ¡qué necio! Lleva el rumbo
equivocado y se niega a rectificar y regresar al camino.” ¿Verdad?
¿Cómo
aplica a nuestras vidas? Muchas veces dejamos de escuchar a nuestro Google
celestial y nos desviamos del camino y caemos en el pecado. A todos nos ha
ocurrido alguna vez y es por ello por lo que Jeremías escribió: Cuando uno se desvía, ¿acaso no vuelve al
camino? Dios lo entiende y en su misericordia nos perdona y nos permite
regresar a la ruta correcta. ¿Pero qué puede hacer Dios con los que se niegan?
¿Con quienes prefieren quedarse varados en la desviación? ¿Desesperarse y
enojarse?
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