viernes, diciembre 05, 2014

Talento

El rey le contestó: 'Siervo malo, con tus propias palabras te voy a juzgar. ¿Así que sabías que soy muy exigente, que tomo lo que no deposité y cosecho lo que no sembré? (Lucas 19:22)

Quizás recuerde la historia: un hombre de la nobleza salió de su tierra para ir a ser coronado rey y antes de partir dejó dinero a sus siervos para que lo administraran. Al regresar pidió cuentas y recompensó a quienes reprodujeron el dinero. Uno de ellos le regresó la suma intacta y además trató de excusarse alegando que el hombre era muy exigente.

La historia intenta resaltar el hecho de que Dios nos ha dado cosas: dinero, bienes, talento, habilidades, etc., y que eventualmente llegará el momento en que tengamos que rendir cuentas de lo que hicimos en beneficio de Dios. Es importante que no cometamos los mismos errores que el siervo malo de la historia.

Primero, no hacer nada con lo que recibimos. Enterrar el dinero es equivalente a quedarnos callados si Dios nos dio la habilidad de predicar el Evangelio, a quedarnos cruzados de brazos si tenemos el talento para construir congregaciones, a cerrar los puños si somos capaces de escribir correos o artículos para el ministerio, a esconder nuestras carteras si hay que invertir en la obra de Dios. Segundo, tratar de culpar a Dios. Note en la historia que el rey no se defendió de los cargos que el siervo malo le imputó, pero aun así le exigió resultados. No importa cómo percibimos a Dios. Él no se va a presentar físicamente ante nosotros, no en esta tierra, y a pesar de ello debemos hacer algo con nuestro talento en favor del Reino. No cometa los errores del siervo malo, comience a usar su talento hoy.

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