Jesús
le respondió: Escrito está: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios” … (Mateo 4:4).
Seguramente recuerda esta cita. Jesús fue
llevado por el Espíritu al desierto para que el diablo lo tentara. Nótese que
no fue el diablo quien lo llevó, fue Dios el que permitió la tentación. Tome
nota para cuando enfrente alguna. Jesús pasó ayunando 40 días (con sus noches
incluidas, se hace la aclaración en Mateo) y por supuesto que tuvo hambre. La
tentación no fue el hambre, el hambre es una necesidad corporal. La tentación
fue usar un poder que no va con la naturaleza humana: “convertir piedras en
pan.” Y ya encarrerados con ese poder, ¿por qué
limitarse en pan? Aunque no quedó registrado, tal vez el diablo también sugirió
convertir unas ramas secas en espagueti y el cadáver de alguna lagartija en
carnita asada sonorense. Jesús, a pesar de estar hambriento, no cedió a la tentación.
Y no solo eso, sino que utilizó la
oportunidad para expresar una de las más famosas frases: “No solo de pan vive
el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” En ella expresó
el poder del espíritu. Si nuestro espíritu está alimentado, tendremos fuerza de
voluntad. Un espíritu satisfecho, enfrenta adversidades. Un espíritu lleno de energía
es capaz de oponerse al diablo. ¡Qué gran lección!
Sin embargo, muchos de nosotros ponemos a
dieta el espíritu. El versículo dice claramente que debemos alimentar el espíritu
con la palabra de Dios. Leer la Biblia pues. Al cuerpo no se nos olvida
alimentarlo, incluso hasta llegar al sobrepeso, pero nuestro espíritu está en
los huesos.
En la cita a la que estamos haciendo
referencia, fue el diablo el que tentó sin éxito a Jesús. ¿No cree que el
diablo también aprendió una lección de ese episodio? “El que alimenta bien su
espíritu no cae en tentaciones.” Y… ¿qué cree que intenta hoy en día? ¡Acertó!
Ponerle trabas en el camino para que no abra su Biblia: ocupaciones, distracciones,
chismes, entretenimiento, etc. Tal vez esté feliz por la aparición de las redes
sociales. Solitos nos distraemos con ellas abriendo el Facebook o el WhatsApp
antes que la Biblia (aunque esta también esté en nuestro celular) y el diablo
puede irse a tomar un café (o lo que beban allá abajo). No tiene que
preocuparse en distraernos.
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