Pero envió delante
de ellos a un hombre: a José, vendido como esclavo. Le sujetaron los pies con
grilletes, entre hierros le aprisionaron el cuello, hasta que se cumplió lo que
él predijo y la palabra del Señor probó que él era veraz (Salmo
105:17-17).
¿Ha
considerado alguna vez el caso de José? José recibía sueños por parte de Dios,
lo que quiere decir que Dios lo consideraba como alguien especial, y aun así
fue vendido como esclavo, encadenado y posteriormente incluso encarcelado.
¿Dios puede olvidarse de su gente?
En
realidad Dios jamás se olvidó de José, lo estaba refinando. Si recuerda la
historia de José, cuando recibía sueños por parte de Dios los presumía ante sus
hermanos y mostraba un orgullo infantil. Percibiéndolo, Dios decidió domar su
carácter. José pasó penurias, no porque sus sueños no provinieran de Dios, sino
porque su personalidad no era acorde a la voluntad de Dios. Así como se refina
el oro, Dios refinó a José y luego lo puso en un lugar de honor desde el cual
salvaría a su familia.
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