Los sátrapas,
prefectos, gobernadores y consejeros reales se arremolinaron en torno a ellos y
vieron que el fuego no les había causado ningún daño, y que ni uno solo de sus
cabellos se había chamuscado; es más, su ropa no estaba quemada ¡y ni siquiera
olía a humo!
(Daniel 3:27)
Quizás
recuerda la historia de Sadrac; Mesac y Abednego. Tres jóvenes judíos que se
opusieron a adorar la estatua dorada que había levantado el rey Nabucodonosor y
como consecuencia fueron atados y arrojados al fuego. Sin embargo y para
sorpresa de muchos, los jóvenes salieron ilesos del horno.
La
Biblia dice: En ese momento Nabucodonosor
se puso de pie, y sorprendido les preguntó a sus consejeros: “¿Acaso no eran
tres los hombres que atamos y arrojamos al fuego?” “Así es, Su Majestad” le
respondieron. “¡Pues miren!” exclamó. “Allí en el fuego veo a cuatro hombres,
sin ataduras y sin daño alguno, ¡y el cuarto tiene la apariencia de un dios!”
Tal
vez no vivamos los tiempos violentos como para que se nos arroje al fuego por
desairar al rey, pero ciertamente padecemos muchos problemas que nos harían pensar
que estamos en un horno atados. Familiares que nos rechazan, amigos que nos
vuelven la espalda, compañeros de trabajo que se mofan o nos someten a pruebas,
vecinos que abusan, etc. Ciertamente en esta vida pasaremos por muchas pruebas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario