Lo
que dice la Biblia:
Y
respondí: "En vano he trabajado; he gastado mis fuerzas sin provecho
alguno. Pero mi justicia está en manos del Señor; mi recompensa está con mi
Dios." (Isaías 49:4)
¿Alguna vez se ha sentido decepcionado
por la falta de interés por el Evangelio a su alrededor? Hemos hablado de Jesús
a familiares, vecinos, compañeros de trabajo y ellos siguen actuando como si
nada de lo que mencionamos importara. No estamos solos en dicho sentimiento.
Isaías también se “cansó” de hablar de Dios sin obtener respuesta. En Isaías
49:4 leemos que el profeta se estaba quejando de haber desperdiciado su
energía. Algo así como decir: “Señor: renuncio, nadie me hace caso. Tú viste mi
esfuerzo, así que me pongo en tus manos.”
Está en la naturaleza humana: no ver
resultados, implica… abandonar el esfuerzo. Suena lógico. Excepto para Dios. La
naturaleza divina reaccionó diferente. Leamos la respuesta de Dios en Isaías
49:6: "No es gran cosa que seas mi siervo, ni que restaures a las tribus
de Jacob, ni que hagas volver a los de Israel, a quienes he preservado. Yo te
pongo ahora como luz para las naciones, a fin de que lleves mi salvación hasta
los confines de la tierra."
Isaías estaba renunciando y lo que hizo
Dios fue… promoverlo. Algunas cosas podemos aprender de esta reacción. A
nosotros nos toca poner el esfuerzo, los resultados le tocan a Dios. Por mucho
que creamos estar haciendo, siempre existe un reto mayor para nuestras
habilidades. No debemos pensar en “jubilarnos” de esparcir el Evangelio, debemos
pensar en llevarlo un paso más allá. En conclusión: no debemos renunciar, sino
redoblar el esfuerzo.
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