Lo
que dice la Biblia:
“Ustedes
son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve insípida, ¿cómo recobrará su
sabor? Ya no sirve para nada, sino para
que la gente la deseche y la pisotee…” (Mateo 5:13)
Son palabras de Jesús a sus seguidores.
O sea, nosotros. ¿Tenemos claro entendimiento de lo que significa? Somos la
sal, esto es, somos lo que da sabor, lo que sazona, lo que le da validez
realmente a los alimentos. Entonces debemos sazonar las vidas de los que nos
rodean con nuestro conocimiento de la Palabra y con la gracia de nuestro
maestro.
¿Nuestros vecinos están atribulados por
un problema familiar? Nuestras oraciones, consejo, apoyo y comprensión,
salpicados de citas bíblicas llevarán algo de paz. ¿Algún compañero de trabajo pasa
por una depresión? Nuestras oraciones y versículos de sabiduría bíblica pueden
restablecerlo. ¿Alguna amistad terminó una relación o perdió su empleo?
Nuestras oraciones junto a la referencia de las promesas de Dios de estar
siempre cerca del creyente le sostendrán. Muchas situaciones se presentarán
cada día en que al mostrar la gracia de Dios y revelar Su Palabra, traerá el
sazón a la vida. Si somos la sal, es nuestra tarea.
La cita además es significativa cuando
consideramos que la sal en el mundo es de lo más económico que hay. Esto nos
debe mantener humildes. Somos la sal, pero no debemos vender caro nuestro
servicio. Por gracia somos salvos, por gracia debemos cumplir con nuestra
encomienda. No podemos escatimar la sazón, o incluso ser selectivos. La sal no
discrimina entre el pollo y el pescado, sino que funciona para todo alimento.
Igual debemos actuar nosotros.
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