miércoles, octubre 29, 2008

Justicia

Justicia es según el diccionario, imparcialidad; representación justa de los hechos; razón fundamentada; validez; equidad. La Real Academia Española agrega una acepción exclusiva para Dios: Atributo de Dios por el cual ordena todas las cosas en número, peso o medida. Ordinariamente se entiende por la divina disposición con que castiga o premia, según merece cada uno.

La justicia tiene injerencia no sólo en el ámbito legal, sino en el ámbito personal y de hecho, es más relevante en lo personal. Debemos entender que la justicia es una expresión de responsabilidad personal que nos ayuda a mantener la integridad, tanto la de un sistema legal, como una promesa personal. La justicia es la rectitud en la vida diaria.

La idea más difundida es que la justicia se circunscribe a interpretar las leyes o reglamentos y aplicar castigo a quienes los violan. Así, generalmente, cuando escuchamos la palabra justicia, se nos viene a la mente una corte, un juez con toga y claro, un martillo. Sin embargo, sin que se interprete esto como que se pueden violar las leyes, estas no son la máxima expresión de lo que es justo o injusto. Seguir las leyes hubiera mantenido a los Estados Unidos sujetos a la corona inglesa, a Rusia en el zarismo, etc. Muchas rebeliones fueron inspiradas por la injusticia con que ciertos gobernadores trataban a su pueblo. Claro que tampoco toda revolución es justa, pero el punto es que no por definición son justas las leyes.

Existen muchas situaciones donde se podría cuestionar la justicia y sentir rebeldía, como ejemplo: ¿Es justo lo que pagamos de impuestos? ¿El arbitraje en una competencia o concurso no fue el correcto? ¿El trato recibido en ciertas instituciones fue injusto? Es difícil que nunca hayamos expresado la famosa frase “Es que no es justo.” Lo cual nos hace sentir deseos de clamar por justicia, si no es que por revancha o venganza.

Es humano el sentir coraje y frustración ante la injusticia, pero es en esos momentos que debemos recordar la última acepción de la definición. Dios es el único justo y la última fuente de justicia. La mala noticia es que ante sus ojos nosotros somos pecadores y es un tanto aberrante que quien no ejerce la justicia, la exija. Nuestras vidas personales están llenas de mentiras, promesas incumplidas, pequeños fraudes, hipocresía, etc. ¿Cómo nos atrevemos a decir que hemos sido tratados injustamente?

La buena noticia es que Dios ha creado un mecanismo para perdonarnos por el cual no recibamos lo que mereceríamos de otra manera. Si aceptamos el sacrificio de Jesucristo y lo invitamos a nuestras vidas, aparte de obtener salvación eterna, tendremos ayuda para controlar nuestro carácter y buscar la justicia a nuestro alrededor.

Ante una situación injusta, debemos utilizar los medios correctos para lograr los fines correctos. Normalmente existen canales para exponer quejas, porque no se trata de iniciar una revolución a la primera injusticia.

Lo que dice la Biblia:
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad (Filipenses 4:8).

La justicia es pues, vivir con una buena conciencia lo que es puro, recto y cierto, en palabras y en hechos.

¿Qué hacer ante hechos incorrectos? Lo que debemos hacer es enfrentarnos en privado con la persona transgresora con humildad y disposición a perdonar. Una confrontación agresiva sólo empeora las cosas. Si la persona no es capaz de reconocer su mal proceder, debemos entonces acudir a la autoridad correspondiente: el superior, el dueño, el padre de familia, o incluso la policía. Encubrir es convertirse en cómplice.

¿Y qué si nos toca aplicar la justicia? Como padres debemos emplear con sabiduría la disciplina para nuestros hijos. Debemos considerar que el castigo debe ser proporcional al delito.

Si se trata de un pleito entre sus hijos, haga lo imposible por no erigirse en juez. Es una tentación grande el escuchar las versiones del conflicto, dar veredicto y dictar sentencia en minutos, castigando a uno y recompensando a otro. Intente en su lugar lo siguiente: Primero, pregunte a cada parte qué hizo mal, bajo la premisa que para que exista un pleito, las dos partes tienen al menos un mínimo de culpa. Antes de acusar a la otra parte deben reconocer su parte de culpa. Segundo, pregunte qué castigo merecen por la propia culpabilidad. Tercero, hacer que pidan y acepten disculpas (incluyendo un beso y un abrazo sinceros). Cuarto, lograda la reconciliación, indicar la disciplina correspondiente, que no debe ser perdonada ni aún después de la reconciliación. Inténtelo, dejará de ser el juez y se convertirá en pacificador.

Recuerde que Dios, como la última fuente de justicia, hizo lo imposible para que no nos perdiéramos. ¿No le debemos el introducir un poco de justicia en nuestras vidas?

lunes, octubre 20, 2008

Quiebra en Wall Street y en los Corazones de los Ejecutivos

La Noticia:
La crisis financiera de Estados Unidos quiebra bancos y corazones en la `meca´ del capitalismo. “La manera en que los cristianos respondan a la crisis (financiera de EEUU) será una evidencia de su sabiduría, coraje, integridad y compasión tanto por los poderosos como por los humildes”. De esta manera evaluó la revista Christianity Today la responsabilidad de los cristianos vinculados al principal centro financiero mundial ante a la serie de quiebras bancarias, derrumbes de cotizaciones y bancarrotas ocurridas en las últimas semanas… A. J. Rice, director ejecutivo de la firma Pomeroy Capital, recibió muchas llamadas, varias de ellas provenían de amigos del quebrado banco de inversión Lehman Brothers, que estaban angustiados por la desolación de sus colegas. Uno de ellos le dijo: “Nunca vi hombres grandes llorar de esa manera”… (protestantedigital.com)

Comentario:
Uno de los temas que más tocó Jesús durante su ministerio fue el dinero, sin duda porque percibió el gran daño que puede provocar en la vida de una persona. Si bien es cierto que el tener dinero no es malo en sí, ya que el dinero sirve para la adquisición de comodidades, también es la fuente de muchos sinsabores y tragedias. El dinero realmente carece de valor si ampliamos nuestra perspectiva de lo que es la vida. ¿De qué sirven las riquezas en el aspecto espiritual, el aspecto físico, o el aspecto de relaciones humanas? En un contexto eterno el papel del dinero es más bien pequeño ya que las riquezas son inefectivas ante la salvación y la vida eterna. Asimismo son inefectivas en muchos aspectos terrenales. No existe un almacén donde se pueda adquirir unos centímetros extra de estatura, donde se vendan facciones diferentes, inteligencia o talento.

(Editor: Es una lástima porque estábamos haciendo una colecta en tu nombre)
(Autor: Gracias, pero estoy satisfecho con mi estatura…)
(Editor: No era por tu estatura)
(Autor: Con mis facciones…)
(Editor: Difícil de creer, pero tampoco era por tus facciones)
(Autor: Con mi…)
(Editor: No sigas porque te vas a delatar. De todos modos, no habíamos reunido mucho)

También es un hecho que el dinero no puede comprar las cosas más valiosas de la vida, como el amor o los amigos (quizás pueda adquirir compañía, más no amistad verdadera).

Y por si fuera poco, las riquezas son inciertas, como lo atestigua la noticia. Muchas de esas personas llorando estos días en Wall Street quizás no arrojaron una sola lágrima cuando firmaron su acta de divorcio o enterraron a un ser querido.

A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos. (1Ti 6:17-18)

¿Aún sigue pensando que es mejor tener dinero? Escuche esto: la riqueza puede acarrear enfermedades por alteraciones nerviosas o estrés y aún la muerte a quien es incapaz de soportar las presiones. En muchos países latinoamericanos que sufren de inseguridad pública, los ricos son seleccionados como víctimas para los secuestros.

El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad. Cuando aumentan los bienes, también aumentan los que los consumen. ¿Qué bien, pues, tendrá su dueño, sino verlos con sus ojos? Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho, coma poco; pero al rico no le deja dormir la abundancia. (Eclesiastés 5:10-12)

¿No es irónico que el dinero pueda comprar una cama de alta tecnología, pero que el dueño de ella no pueda conciliar el sueño por sus ocupaciones o preocupaciones? No debemos poner la confianza en el dinero, sino en Dios. No nos equivoquemos, la fuente de la salud, el descanso, la satisfacción y la felicidad es Dios.

No te afanes por hacerte rico; sé prudente, y desiste. ¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas? Porque se harán alas como alas de águila, y volarán al cielo. (Proverbios 23:1-6)

Insistimos, no es el tener dinero en sí el problema, sino el convertirlo en el objetivo de nuestra vida, en el afán diario, en otorgarle el lugar que merece Dios. Es evidente que debemos trabajar y ganar dinero para el sostenimiento de nuestra familia, pero nuestro corazón no debe corromperse en el proceso.

Lo que dice la Biblia:
Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí estará también su corazón. (Lucas 12:34)

El diezmar es una forma de verificar en dónde está nuestro tesoro. Al obedecer el mandato del diezmo sin cuestionar su destino y con una sonrisa en los labios, mostramos las prioridades en nuestras vidas.

Debemos además ser generosos, porque muchas gentes, sobre todo en estos tiempos de crisis económica, van a tener necesidades, ya sea monetarias o de cierto consuelo. Entregar un poco de nuestro tiempo o nuestro dinero a esas personas que pierden sus ahorros o sus empleos, reflejará el amor de Dios en nuestras vidas.

El que confía en sus riquezas caerá; mas los justos reverdecerán como ramas. (Proverbios 11:28)

Estemos pues atentos y abramos los ojos para nunca poner nuestra confianza en la riqueza, sino en el Señor.

jueves, octubre 02, 2008

Deciden Dos Mujeres Recurrir al Bien Morir

La Noticia:
Dos mujeres fueron las primeras personas en hacer uso de la ley que permite el bien morir en la Ciudad de México… Una insuficiencia renal y un cáncer terminal, respectivamente, las llevaron a recurrir a la Ley de Voluntad Anticipada -que entró en vigor el 8 de enero pasado- para no prolongar innecesariamente su sufrimiento… Ambas fueron las primeras en suscribir un documento legal para solicitar el cese de sus tratamientos médicos a cambio de la ortotanasia, la cual consiste en cuidados paliativos que se aplican hasta la muerte, según reportó la Secretaría de Salud capitalina… Como ellas, hay otras 31 personas que ya han suscrito ante un notario público el documento de Voluntad Anticipada, aunque no padecen una enfermedad terminal, afirmó la coordinadora del programa… "Estamos ante un proceso de tipo cultural en el que la gente poco a poco se irá acercando poco a poco a conocer los beneficios", dijo… (reforma.com)

Comentario:
Existe una verdad innegable y es que todos, sin excepción, vamos a morir algún día. La ciencia médica ha hecho maravillas en algunas enfermedades para alargar las expectativas de vida y añadir días, semanas, meses, o incluso años a los pacientes. Pero la medicina, la ciencia, tiene un límite. Se sabe de algunos casos en que milagrosamente se ha prolongado la vida de pacientes donde la medicina no ha tenido nada que ver. Pero los milagros también retienen la vida terrenal hasta cierto límite. Creyentes o no creyentes, medicina o religión de por medio, todos vamos a morir eventualmente.

La noticia tiene que ver con el cómo morir. Aquí es donde existe cierto debate. Se puede acelerar la muerte (eutanasia), se puede prolongar la vida a su límite a costa del sufrimiento (distanasia), se pueden proporcionar medicinas para no sufrir, pero no hacer esfuerzos por prolongar la vida (ortotanasia), y creo que existen otras –tanasias rondando por ahí. Por ejemplo dice la Biblia en el Primer Libro de Samuel 31:3-5:

Y arreció la batalla contra Saúl, y le alcanzaron los flecheros, y tuvo gran temor de ellos. Entonces dijo Saúl a su escudero: Saca tu espada, y traspásame con ella, para que no vengan estos incircuncisos y me traspasen, y me escarnezcan. Mas su escudero no quería, porque tenía gran temor. Entonces tomó Saúl su propia espada y se echó sobre ella. Y viendo su escudero a Saúl muerto, él también se echó sobre su espada, y murió con él.

El caso de Saúl sería de miedo-tanasia y el de su escudero de lealtad-tanasia.

(Editor: ¿Cómo puedes hacer bromas en un asunto tan serio?)
(Autor: No quiero morir de serio-tanasia)
(Editor: Si sigues inventando palabras, va a existir un autoricidio)
(Autor: ¡Esa palabra tampoco existe!)
(Editor: Pero la acción, pronto va a existir)

El caso es que eutanasia, distanasia y ortotanasia son las tres que normalmente se discuten. Como eutanasia y distanasia se consideran opuestas, la solución políticamente correcta es hablar de ortotanasia o de “morir bien.” No me asusta el concepto, pero me aterra la posibilidad de su mal uso. Si una persona en completo uso de sus facultades y consciente de su enfermedad terminal firma un consentimiento para que no se hagan esfuerzos heroicos para mantenerla con vida es una cosa. Otra es cuando las facultades mentales ya están alteradas por la propia enfermedad o incluso se está en coma. El que un representante legal tome la decisión podría prestarse a posibles conflictos. Espero que los que arman las leyes hayan considerado todos los ángulos antes de promulgar una ley al respecto.

Pero al final, no es la muerte terrena lo que debemos pelear. Es la muerte segunda la que hay que temer. De esa hay que hablarles a todos los que firman o están dispuestos a firmar un consentimiento voluntario para bien morir. Uno no debe morir sin antes ponerse a cuentas con Dios. Eso es lo verdaderamente importante.

Lo que dice la Biblia:
Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.
Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.
Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?
Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.
(Juan 11:23-27)

Es una decisión que hay que hacer en vida: Creer en Jesús. Nadie puede vencer a la muerte terrenal, pero todos tenemos potestad acerca del sitio donde deseamos pasar la eternidad.