viernes, julio 04, 2014

La Tempestad Viene

Lo que dice la Biblia:
Les sobreviene un diluvio de terrores; la tempestad los arrebata por la noche (Job 27:20).

No es necesario ser pesimista para entender que las tormentas son inevitables. Una enfermedad repentina, la muerte de un ser querido, un problema financiero, un conflicto con un familiar, un accidente imposible de prever… “La tempestad los arrebata por la noche…” Si bien Job estaba hablando de los impíos, aquellos a quienes no les importa Dios, las tempestades llegan incluso para los cristianos.

Es importante entender que el creer en Dios no inhibe las tormentas. Por ejemplo, todos hemos de fallecer algún día y eso implica un impacto a nuestro alrededor. Alguien nos llorará. Pero Dios no prometió eliminar las tormentas, sino darnos la paz necesaria para enfrentarlas. Esa es la diferencia. Nadie está exento de sufrir un accidente al conducir un vehículo, pero las consecuencias se minimizan si tuvimos la previsión de adquirir una póliza de seguros. De la misma manera, si nos acercamos a Dios, tendremos un respaldo para salir delante de las tormentas.

La reflexión es entonces ser previsor y acercarse a Dios antes de que lleguen los problemas. Dios nos dará: 1) sabiduría para manejar durante la tormenta, 2) tranquilidad para enfrentarla sin angustias y 3) la garantía de que las consecuencias serán mínimas. El propio Job perdió todo su patrimonio, pero al final de la historia, luego de entender a Dios, tuvo más de lo que había perdido.


No esperemos a que la tormenta llegue, sino consigamos desde ya el mejor seguro disponible en este mundo: ¡Acerquémonos hoy mismo a Dios!

miércoles, julio 02, 2014

Bajar de la Cruz

Lo que dice la Biblia:
¡Baja de la cruz y sálvate a ti mismo! (Marcos 15:30)

Quizás recuerde el contexto. Jesús había sido crucificado y mientras agonizaba, la gente al pasar se mofaba de él: “Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza y diciendo: ¡Bah! Tú que derribas el templo de Dios, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo, y desciende de la cruz.” (Marcos 15:29-30). De hecho, hubiera podido hacerlo, como hijo de Dios tenía poder para eso y más, pero… ¡qué bueno que no lo hizo!

Gracias a que se quedó en la cruz, nosotros pudimos tener esperanza. Esa cruz fue la redención de “nuestros” pecados. Muchos se refieren a esto como la última tentación. El diablo ya había tentado a Jesús para que se separara de Dios y este era su último esfuerzo para que Jesús abandonara el plan redentor. Jesús se quedó en la cruz y la vida eterna estuvo al alcance de todos.

Hay una reflexión adicional. También es una frase que se nos presenta en la vida diaria. ¡Baja de la cruz…! Es un grito de la gente a nuestro alrededor que no tiene conciencia de su poder. ¡Baja de la cruz… y toma el placer en tus manos, o disfruta de la vida sin importarte el pecado! En pocas palabras el mundo nos dice: ¡Sálvate de esa religiosidad, de esa vida cerrada al placer! Compañeros se burlan por no aceptar emborracharnos, cometer adulterio, no mentir, pagar impuestos, etc..., como si la diversión estuviera correlacionada estrechamente al nivel del pecado. Ciertamente no lo dicen con esas letras, pero la implicación es clara: ¡Baja de la cruz y escapa de esa vida opaca!


Pero esa cruz sirvió para dejar nuestros pecados. Así como Jesús resistió las burlas y se tragó el orgullo de demostrar su poder, así nosotros debemos resistir la tentación de bajar de esa cruz. El poder es de Dios, la voluntad es propia: ¡Quedémonos en la cruz!