jueves, noviembre 30, 2006

De Cocodrilos

La Noticia
Esta noticia acaba de aparecer en cnn.com

Policías de la Florida saltaron a un pantano y jalaron a un hombre desnudo de las fauces de un cocodrilo… El hombre perdió su brazo izquierdo, tiene el brazo derecho roto y heridas fuertes en su pierna izquierda… Fue hospitalizado en condición crítica… Cuatro oficiales se sumergieron hasta la cintura en el pantano, lucharon para liberar al hombre y lo jalaron por 15 metros a la orilla para esperar a la ambulancia… El director de la policía dijo que la víctima era un hombre de 45 años… “Él admitió que había estado fumando cocaína. Aún así es una vida humana. Nuestros oficiales no hacen preguntas, ellos responden y salvan vidas.” (Fuente cnn.com)

Antes de comentarla, recuerdo una noticia de hace tiempo también sobre un cocodrilo, proveniente de Australia:

Con un acertado golpe de puño en la trompa, una australiana logró que un cocodrilo soltara a su sobrino y huyera. El reptil, de tres metros de largo, ya había agarrado a Manuel Pascoe, de 19 años, de una pierna y lo quería arrastrar hacia el agua cuando Margaret Rinbuma, de 53 años, intervino. El hecho ocurrió en un río del norte de Australia. Tras el ataque, el joven se recupera ahora en un hospital. Pascoe había salido a cazar patos. El diario “Northern Territory News” cita a la valiente tía diciendo: “Le golpeé con el puño en la trompa y pedí ayuda en nombre de Jesús. Entonces lo soltó”. (Fuente: Agencia Australiana de Noticias AAP)

Habrán notado que lo similar es el ataque del cocodrilo. La diferencia el método y el resultado. Pregunta: si nos tocara ser testigos presenciales de un ataque similar, ¿qué método usaríamos? ¿El de los cuatro oficiales de policía americanos (llamémosle el método 1)? ¿El de la tía de 53 años (llamémosle el método 2)?

Tengo la tentación de pensar que la respuesta dependería de nuestra fuerza física, si tuviéramos suficiente músculo, usaríamos el método 1: ¡jalar aunque se rompa! En ausencia de fuerza suficiente, usaríamos el método 2: ¡orar y confiar! Si bien, me gustaría presumir que yo sería usuario del método 2 por mi fe, la verdad (y estoy reuniendo mucha humildad para confesarlo) lo sería por mi falta de fuerza. Seamos sinceros, humanamente nos avergüenza declarar debilidad física. Las películas se han encargado de mostrarnos que los héroes son fortachones con músculos más fuertes que el metal, o que saben pelear, o que son más listos que el enemigo, pero ¿con más capacidad para la oración? Supongo que no sería una película taquillera.

Una segunda pregunta, si fuéramos, en vez de testigos, la víctima, ¿qué método preferiríamos usara quien nos fuera a rescatar? El método 1 dejó a la víctima sin un brazo y en condición crítica. El método 2 dejó a la víctima ilesa, con un buen susto y sin ganas de probar nunca más el pato asado.

¿Qué tan claro está? El método 1 utiliza la fuerza humana, las capacidades humanas, limitadas ante la fuerza de la naturaleza. El método 2 utiliza la fuerza de Dios, ilimitada.

No me malinterprete. No estoy criticando a los policías, ellos hicieron lo que pudieron. Estoy pregonando que la fe en Jesús es más poderosa y capaz de forjar milagros. Hagamos lo humanamente posible en las situaciones críticas, pero también, y no como último recurso, sino primero, volvamos los ojos a Jesús.

El Versículo
Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. (2 Corintios 12:9)

Pablo sabía que en su debilidad física, era fuerte. Esta es una paradoja para la comprensión natural, pero nuestro Dios no nos pide razonamientos lógicos, sino fe en que Él se encuentra en control.

miércoles, noviembre 22, 2006

Cautela

La cautela es una característica del carácter que nos hace reflexionar en las consecuencias antes de actuar, que nos evita los típicos lamentos “¿cómo pude ser tan estúpido?”, “¿por qué no lo pensé bien?”, “¡si no hubiera…!” Alguien dijo: “Los hubiera no existen.” Y tenía mucho de razón, ya que cuando enfrentamos las consecuencias de una acción (y en la mayoría de los casos, de una omisión), añadimos al daño, el sentimiento de culpa de la falta de cautela.

Exactamente ¿qué es la cautela? El diccionario la define así: (1) pensar para evitar los daños; (2) actuar con precaución y reserva; (3) cuidado. Ciertamente el ser cauteloso no garantiza la inmunidad, pero debería ser evidente que en términos estadísticos, la cautela disminuye las probabilidades de recibir daño y/o las dimensiones del mismo.

Consideremos entonces que el hombre cauteloso es aquel que antes (y debe quedar claramente remarcado el antes) de actuar, se hace a sí mismo las siguientes cuatro preguntas: (1) ¿Es esto lo que debe hacerse? (2) ¿Es este el momento oportuno para actuar? (3) ¿Es éste un método seguro? (4) ¿Ha pasado realmente el peligro?


¿Es esto lo que debe hacerse?
La primera y fundamental pregunta que normalmente se salta la persona impulsiva, la que acostumbra a reaccionar sin conectar el cerebro, la que es dirigida por los sentimientos de enojo, envidia, orgullo, etc. ¿Cuántas veces no hubiéramos debido quedarnos callados? ¿Cuántas veces no nos equivocamos al tomar una decisión? ¿Cuántas veces no lamentamos no haber hecho algo antes del desastre?

Robinson Crusoe pasó seis meses construyendo un bote en el preciso lugar donde un árbol de gran tamaño cayó a tierra. Consideró que era una buena oportunidad contar con ese gran tronco y se dedicó con ahínco al trabajo. Al terminar de ahuecarlo se dio cuenta que pesaba tanto que no podía moverlo y llevarlo al mar. Seis meses de su vida quedaron desperdiciados. Quizá no tenemos ejemplos de ese calibre en nuestras vidas, pero ¿no hemos iniciado proyectos, buenas ideas, que al final cancelamos? Ese negocio con nuestros amigos que no tuvo suficientes clientes, esa construcción que quedó inconclusa, ese arreglo que fue un desastre, ese crédito que no se pudo terminar de pagar o que nos costó más de lo que nos benefició, etc.

28 Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?  29 No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él,  30 diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar.  31 ¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil?  32 Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz (Lucas 14:28-32).

En el pasaje anterior Jesús se refiere a dos condiciones en que la cautela es importante: al edificar una torre (si usted no es arquitecto, cambie la torre por ese proyecto que tiene en la mente) y cuando nos enfrentamos a un enemigo (de nuevo, si usted no es rey o general, cambie la guerra por algo más cercano, como esa discusión que tuvo con sus compañeros de trabajo, ese malentendido con su familia política, esa respuesta airada a su jefe). Note además que Jesús lo refiere como algo que debería ser evidente y natural en todos nosotros (relea el versículo 28.) ¿Es así en nuestras vidas?


¿Es este el momento oportuno para actuar?
Muchas veces no es tanto que no hagamos lo correcto, sino que no somos capaces de mostrar cautela para hacerlo en el momento adecuado. En este caso, la cautela está íntimamente ligada a la paciencia.

Daniel Boone es un hombre recordado como un personaje que ayudó a colonizar el viejo oeste americano. Independientemente de los medios que utilizó, su valentía para negociar y resistir a los nativos americanos le valió un lugar en la historia de los Estados Unidos. Sin embargo no todo fue gloria y honores en su vida. Impaciente por ganar territorio, Boone se internó en área enemiga sin esperar refuerzos y su hijo de 17 años fue capturado, torturado y muerto por los nativos que resistían la colonización. Perdió a su hijo por no discernir el momento adecuado.

De nuevo parece un ejemplo extremo, pero no por ello menos ilustrativo de que podemos perder mucho al actuar impulsivamente. ¿Qué permisos otorga a sus hijos sólo por tener usted un momento de paz? Perder a un hijo hoy en día no precisamente es a manos de los pieles rojas. Difícilmente los Cherokees o Navajos tendrán algo que ver si pierde usted a su cónyuge.

El actuar en forma impulsiva genera sus consecuencias.


¿Es éste un método seguro?
Generalmente soy muy cuidadoso con las reglas de tránsito y aún cuando haya poco tráfico, aguardo la luz verde para cruzar. La última vez que obtuve una multa tenía algo de prisa por llegar a cierto lugar y al ver que había pocos autos, me pareció que podía ahorrar un poco de tiempo si no esperaba la flecha verde para girar a la izquierda. No se de dónde salió la patrulla, pero no tardó en indicarme que me detuviera. Merecido lo tenía y quedé agradecido de que la consecuencia de mi riesgo innecesario fuera pequeña. El punto es que la mayoría de las veces, cuando no ocurre nada negativo por incurrir en un pequeño riesgo, nos confiamos y cada vez se nos hace más sencillo seguir arriesgándonos e incluso, incrementamos el nivel de riesgo. Cruzar una luz roja, acelerar, dejar abierto el auto mientras bajamos a comprar algo rápido, dejar las ventanas abiertas de la casa cuando sólo vamos a la tienda, posponer el chequeo médico por que nos sentimos bien, no asegurar el auto, la casa, la vida, no ahorrar, etc. Muchas veces hemos perdido incluso la sensibilidad acerca de cómo nos estamos arriesgando o de cómo permitimos que nuestros familiares incurran en riesgos.

El propio Jesús nos muestra un episodio donde él mismo demostró cautela:

5 Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo,  6 y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: “A sus ángeles mandará acerca de ti,  y en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra.”  7 Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios (Mateo 4:5-7).

Es claro que Satanás estaba apelando al orgullo de Jesús, a su conocimiento de saber que tenía la protección de Dios, pero la contestación de Jesús es fantástica. En los Evangelios están registradas sólo tres tentaciones de Satanás a Jesús y en una de ellas ejemplifica Jesús con su contestación la cautela. ¿No debería estar claro el mensaje?

El pasaje anterior no es exclusivo para Jesús en una ocasión específica e irrepetible, sino que debemos leerlo como una aplicación personal y diaria a nuestras vidas. Cada día somos tentados a incurrir en pequeños riesgos (“al fin que no pasa nada”) y en cada una de dichas ocasiones deberíamos responder como Jesús: “No tentarás al Señor tu Dios.”

¿Lo recordará la próxima vez?


¿Ha pasado realmente el peligro?
No debemos bajar la guardia aún cuando parezca que el peligro ha pasado. Ciro de Persia luchó en vano por derrotar a los defensores de la ciudad de Babilonia debido a que los muros los protegían de manera insuperable. Ciro se retiró y la ciudad cayó en fiesta popular para celebrar la victoria. Ciro en tanto descubrió que el río Eufrates entraba a la ciudad por un acueducto. Con troncos logró desviar suficientemente el cauce del río como para poder ingresar con su ejército por el acueducto y sorprendió a la ciudad que seguía celebrando la supuesta victoria.

La lección es clara: mantener la cautela en todo momento, incluso cuando parece que salimos bien librados de algún riesgo. ¿Se hubiera Jesús puesto a celebrar luego que Satanás se había retirado? Difícilmente. La cautela no es temporal, sino una forma de vida, un rasgo de carácter que debemos fomentar y manifestar en todo momento.

Quizá es demasiado tarde para alguna situación que ya explotó, pero en tanto tengamos vida y la tengan nuestros seres queridos, debemos ser cautelosos.

jueves, noviembre 16, 2006

Después de la Muerte

La Noticia

Apareció en Reforma:
La ex modelo Anna Nicole Smith está preocupada pues cree que el alma de su hijo Daniel no pueda 'reencarnar' y quede 'atrapada', según publicó el sitio de Internet hollywood.comY es que la también actriz considera que su hijo, quien falleció a causa de una combinación letal de drogas en septiembre, era demasiado joven cuando murió su antiguo marido J. Howard Marshall y que por ello Daniel no podrá entrar en contacto con el magnate en el 'más allá'."Temo que esté atrapado. Temo que no tenga a dónde ir. No tengo ningún conocido muerto al cual él pueda contactar", declaró Anna Nicole Smith.

No tengo el gusto de conocer a Anna Nicole, ni tengo por qué juzgar su vida o su estilo de vida pasada o presente. Sé que debe haber sufrido mucho (al menos es mi apreciación acerca de una madre que pierde a un hijo por una sobredosis de drogas) y que posee cierta desinformación. Me imagino que sólo su círculo cercano puede apoyarla con la parte del sufrimiento, pero en algo podemos colaborar respecto a la parte de la desinformación.

Sea cual sea la fuente filosófica/religiosa/metafísica de la reencarnación, esta carece de bases bíblicas. Buscando en forma digital la palabra en la versión Reina Valera de la Biblia, no se obtuvo ni una sola coincidencia. Tampoco con las variantes encarnó, encarna, encarnar. Existen escritores que mencionan que Dios se hizo carne en Jesús, pero es una referencia más bien sobre cómo Jesús tenía una porción divina y era uno con Dios. Nada en el sentido de que un alma de alguien muerto pueda regresar asumiendo otra personalidad.

Por más atractiva que pueda resultar la idea de que existe un mundo paralelo en donde las almas se relacionan entre sí, conversan, se comunican, etc., no deja de ser sólo un argumento para una película de fantasía (o terror). Ni Jesús, ni sus discípulos lo enseñaron. Y no es difícil elegir entre creerle a Jesús, o creerle a “pseudo profetas” iluminados con mucha imaginación y con un lenguaje que apela a la esperanza de parientes desesperados por la muerte repentina de sus seres queridos.

No nos equivoquemos, existe la muerte (a todos nos tocará) y después de eso el juicio. No es mi intención generar temor (si bien un poco no hace daño, si ayuda a la reflexión), sino más bien señalar que lo importante es estar preparado. Nadie tiene comprada la vida y es bueno saber que existen dos destinos cuando muramos. Sólo dos. ¿Cree poder adivinar cuáles son? Estoy convencido que sí, pero de todos modos leamos juntos Apocalipsis 20:11-15.

11 Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos.  12 Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.   13 Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras.  14 Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda.  15 Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego (Apocalipsis 20:11-15)

No nos espantemos, porque según este mismo libro (la Biblia) es muy sencillo registrar nuestros nombres en el famoso libro de la vida (más fácil de hecho que registrarse en MySpace o Yahoo, porque no necesitamos usuario y contraseña). No sé si el libro vaya a ser digital o a la antigüita, pero mi sospecha es que el sistema operativo de Dios es infalible (aparte de contar con muchos gigas de memoria) y que tendremos santo y seña de todo lo que hicimos en la Tierra, si bien sólo como referencia, ya que no es con buenas obras, o siendo buenos que podemos lograr el ingreso a las páginas de dicho libro, sino por gracia.

8 Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón.  Esta es la palabra de fe que predicamos:  9 que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.  10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación (Romanos 10:8-10).

8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;  9 no por obras, para que nadie se gloríe (Efesios 2:8-9).

Mucha gente tiene ideas de cómo debemos vivir, de cómo siendo buenos tenemos derechos ante Dios, pero no nos equivoquemos. Ante dos argumentos contradictorios, con consecuencias eternas, debemos ser cuidadosos de a quién le creemos. ¿Ya decidió a quién creerle?

El Versículo
Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí (Juan 14:6).

No podemos decir “Creo que Jesús era hijo de Dios, pero creo que hay más de un camino a Dios.” Si negamos sus enseñanzas, si no creemos lo que dijo, lo estamos negando a Él mismo.

¿Quién se puede dar ese lujo considerando lo que está en juego?

miércoles, noviembre 08, 2006

Misericordia

De acuerdo al Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia, la misericordia es el aspecto compasivo del amor hacia el ser que está en desgracia o que por su condición espiritual no merece ningún favor. ¿Quiénes son esos seres en desgracia? De hecho todos estuvimos en dicha condición alguna vez y aún existen muchas personas que no han encontrado a Dios. ¿Existe mayor desgracia?

La buena noticia es que la Biblia destaca la misericordia de Dios como una disposición suya que beneficia al hombre pecador y claramente estipula que tenemos salvación por su misericordia. Veamos lo que dice Efesios 2:1-5:

 1 Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,  2 en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia,  3 entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.  4 Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó,  5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos).

No mereceríamos la más mínima compasión por todo lo que hicimos en nuestra vida antes de conocer a Jesús, pero no por nada se le llama a Dios “Padre de misericordia” (2 Cor 1:3). ¿Quién más sería capaz de acercarse a un mentiroso, borracho, ratero, tramposo, estafador, adúltero, fornicario, violador o asesino (la lista podría ser más larga, pero creo que el punto queda establecido con estos ejemplos) y con amor sincero perdonarlo y limpiar su corazón? Es algo que tiende a quedar fuera de la fuerza humana.

Seamos sinceros, cuando escuchamos historias de terror alrededor de secuestros, violaciones o asesinatos, nuestra primera reacción (carnal e influenciada por películas o series de televisión) tiende a ser de maldecir a los delincuentes, de clamar por una justicia que los encierre y castigue. Los sentimientos de venganza tienden a ser más frecuentes que los de la misericordia. Tendemos a orar por la víctima, no por el victimario. Sin embargo a los ojos de Dios, ambos son destinatarios de su misericordia. Él es el “Dios de toda consolación.”

 3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación,  4 el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. (2 Cor 1:3-4)

Notemos, de acuerdo al versículo 4, que la misericordia no es exclusiva de Dios. Nosotros también podemos mostrarla a aquellos que están en problemas. En su ministerio público Jesús mostró misericordia para con los enfermos, los necesitados y los desprovistos de atención espiritual:

Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. (Mat 9:35)

Como seguidores de Jesús, no sólo podemos, sino debemos mostrar misericordia. Aunque la anterior es una aseveración a la que pocos se atreverían a refutar, debemos meditar con cuidado todas sus implicaciones y evitar que se quede en lo abstracto. Igual que el discurso de Jesús acerca de que no existe mérito en amar a quienes nos aman, consideremos algunos casos difíciles: ¿Cómo mostrar misericordia al yerno borracho que no sólo anda con prostitutas, sino que además golpea a nuestra hija? ¿Cómo acercarse al vagabundo afectado de su capacidad mental que tiene claramente meses sin usar un jabón? ¿Cómo hallar tiempo para ir a visitar a la anciana enferma encerrada no sólo en su casa, sino en su propia amargura? ¿Cómo encontrar valor para dirigirse al joven pandillero que vende droga a los jóvenes del rumbo?

¿Cómo hacerlo cuando escatimamos el número de visitas a nuestros padres y abuelos? ¿Cómo hacerlo cuando, como padres, ni siquiera atendemos los eventos deportivos o culturales en las escuelas de nuestros hijos, cuando hemos dejado de jugar con ellos y en compensación les entregamos un control remoto? ¿Cómo hacerlo cuando nuestros hermanos o parientes políticos se hunden en problemas económicos y sólo les expresamos que debieran haber puesto más cuidado en su economía? (De nuevo, la lista se queda corta, añada por favor su caso particular).

La misericordia es sólo un bello concepto si no somos capaces de hacer algo práctico y real por alguien. M. Lunn escribió un poema inspirado en Mateo 25:31-46. Mientras lo lee con detenimiento, por favor reflexione que existe mucha gente en necesidad de consolación.

Estuve hambriento
y tú formaste un club de valores humanos
y discutiste mi hambre.
Gracias.

Estuve preso
y tú te escurriste calladamente
a tu capilla en el sótano
a orar por mi libertad.

Estuve desnudo
y en tu mente
debatiste la moralidad de mi
apariencia.

Estuve enfermo
y tú te arrodillaste y agradeciste a Dios
por tu salud.

Estuve sin hogar
y tú me predicaste
del refugio espiritual del
amor de Dios.

Estuve sólo
y tú me dejaste sólo
para ir a orar por mi.

Tú pareces tan santo
tan cerca de Dios.
Pero yo sigo hambriento
y sólo
y con frío.

Entonces, ¿adónde han ido tus oraciones?
¿Qué han hecho ellas?
¿De qué sirve a un hombre hojear
su libro de oraciones cuando el resto del mundo
clama por ayuda?


No olvidemos que la misericordia es una gracia que todos debemos imitar.

miércoles, noviembre 01, 2006

Humildad

Una nota sobre humildad debe comenzar con sus raíces. Hum- posee la misma raíz que humedad, humidificar. Mild- proviene del inglés (allá lo pronuncian maild) y se usa para indicar que una salsa no es tan picante (lo opuesto a lo que llaman hot). Finalmente dad- también un anglicismo que significa papá. Todo junto, entonces es "padre que llora (se humedece), pero no tanto".

Ya en serio, la humildad es una virtud innata en los pobres (no tienen fuentes de orgullo), pero que olvidamos todos aquellos que hemos sido bendecidos con bienes materiales. Los seres humanos tendemos a olvidar que todo proviene de Dios y que no merecemos nada. Pongamos un ejemplo: Humildad es ceder el paso al vehículo que quiere adelantarnos en medio del tráfico. Y además con una sonrisa. ¿Difícil? Por supuesto. Pero lea Filipenses 2:3-4, le ayudará.

Dícese de un escritor famoso (tan famoso que no logro recordarlo en este momento, pero de que existió, existió) que tenía un rival en el pequeño pueblo europeo donde vivían allá por la Edad Media. Un día que había llovido en abundancia los transeúntes se veían obligados a caminar por la estrecha acera para evitar el enlodarse en el arroyo en que se había convertido la calle. Ocurrió que nuestro escritor famoso (sigo sin recordar su nombre) al ir caminando por la acera, se encontró a su rival que venía en sentido opuesto. Al estar frente a frente, el rival, sabiendo que poseía mayor tamaño, se plantó y dijo: "Yo no le cedo el paso a ningún idiota." Sin pensarlo mucho, nuestro escritor bajó al arroyo para cederle el paso, diciéndole con una sonrisa: "Pero yo si, pásele." Y el otro siguió su camino muy orgulloso.

No se trata de que la próxima vez que usted ceda el paso a algún automovilista roñoso, le sonría y le diga. "Pero yo si, pásele." Nuestro escritor famo..., bueno, el personaje central de la anécdota, no era cristiano. Simplemente fue capaz de encontrar un medio ingenioso de evitar la confrontación y de parecer humilde, sin serlo. Al contrario, nosotros como cristianos, debemos ser humildes, sin parecerlo. De hecho, si presumimos, mostramos, hacemos visible nuestra humildad, con esa acción, la negamos. Jesús condenó a los fariseos por esto (Mateo 23:1-12.) Después de hablar contra los fariseos, Jesús termina diciendo en Mateo 23:12: Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

¿Difícil? Mucho. Pero recuerde que alguien le estará observando para ver cómo reacciona la próxima vez que alguien se le adelante en la fila para pagar, cuando atiendan primero a quien llegó después que usted, cuando tomen el lugar en que se iba a estacionar, etc. Debería motivarle el saber quién es ese alguien.

P.D.: No se hagan, abran la Biblia y busquen las citas, especialmente Filipenses 2:3-4.