domingo, abril 12, 2015

Frivolidad

Así que les digo esto y les insisto en el Señor: no vivan más con pensamientos frívolos como los paganos (Efesios 4:17).

Antes que nada, ¿qué entendemos por frivolidad? La definición aportada por el diccionario de la Real Academia Española nos puede servir:

(Del lat. frivŏlus).
1. adj. Ligero, veleidoso, insustancial. (Usado también como sustantivo)
2. adj. Se dice de los espectáculos ligeros y sensuales, de sus textos, canciones y bailes, y de las personas que los interpretan.
3. adj. Dicho de una publicación: Que trata temas ligeros, con predominio de lo sensual.

Con tal definición no puede uno sino pensar en los contenidos de la televisión de hoy, las películas populares, las revistas de entretenimiento, de los chismes que circulan por las redes sociales, de los videos que plagan las páginas de Internet, en fin, no podemos sino concluir que la vida a nuestro alrededor está llena de frivolidad.

¿Qué podemos hacer? A menos que nos convirtamos en ermitaños o nos encerremos en nuestras casas (eliminando la tv, radio e Internet), vamos a ser bombardeados por frivolidad todos los días. La respuesta por supuesto está en la Biblia: Ser renovados en la actitud de su mente (Efesios 4:23). Y sólo Dios puede auxiliarnos en esta misión: no vivir más con pensamientos frívolos. Pero si somos serios en nuestro deseo de seguir a Jesús, debemos renovar nuestra mente con la Palabra de Dios, oración y ayuno.


martes, abril 07, 2015

Olvidar el Pasado

Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús (Filipenses 3:13-14).

Existe en economía un concepto llamado “costos hundidos.” Se refiere a aquellos gastos o inversiones que salieron mal en el pasado, pero que se deben olvidar para considerar las decisiones del futuro. No se puede paralizar una empresa, un proyecto o inversión por una mala decisión que está en el pasado. El principio fundamental es claro: lo pasado no puede cambiarse.

Pablo, en su carta a los Filipenses, lo explica impecablemente: “olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando…” El pasado no puede, no debe definir lo que una persona es. Podrá servir como recordatorio para tener claro de dónde nos sacó Dios, pero nada más. Al aceptar a Jesús como Señor y Salvador, Dios nos perdonó todo lo que hicimos. Y si Dios olvidó lo que éramos, nosotros también debemos olvidar.

Por supuesto que estamos hablando de personalidad, de carácter o de eventos deprimentes. Si tenemos una deuda del pasado, aún hay que pagarla. Debemos aceptar las consecuencias de nuestras acciones pasadas. Con una nueva actitud cumpliremos lo que se tenga que pagar y actuaremos hacia el futuro de forma de honrar a Cristo y… “ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús.”

Si nos juzgaran por como fuimos en el pasado, estaríamos ya derrotados. Pero Dios es bueno, nos perdonó y nos toca avanzar hacia la meta.