miércoles, septiembre 12, 2018

La Primera Emoción

Por eso, de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, vivan ahora en él… (Colosenses 2:6).

Este es un consejo de Pablo a los colosenses. ¿Quién puede negar que suena como un buen consejo? Y sin duda lo es, pero quizás, algunos de nosotros no nos detenemos a reflexionar en él tan cuidadosamente como deberíamos.

La primera parte: “Por eso…” habla de que Pablo está al pendiente de los habitantes de Colosas y Laodicea. En ninguno de sus viajes misioneros se indica que Pablo haya hecho escala específica en esos sitios. Sin embargo, Pablo dice que luchaba por ellos, sin duda en oración. Es como si nosotros, radicando en Hermosillo, oráramos por los miembros de las iglesias de Reynosa o Ciudad Juárez. O incluso de Guatemala. ¡Qué lección tan positiva! Orar por hermanos que no conocemos, que nunca hemos visto.

Luego dice: “de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor…” ¿Recuerda su conversión? ¿Su verdadera conversión? Porque nacer en un hogar cristiano no implica un encuentro personal con Jesús. Normalmente existe un evento particular que desata la conversión.

Por ejemplo, sabemos de algunos casos en que un concierto, un conferencista o una predicación específica fueron capaces de llegar al corazón y provocar la conversión. En tal situación son los sentimientos la llave. Se recibe a Cristo Jesús con emotividad, con lágrimas de alegría y sensación de liberación. El nuevo converso acepta que Jesús es en verdad el Señor y la confianza en Él es conmovedora.

Hay otros casos en que la gente ha estado necia, negando a Cristo, o al menos, negándose a creer que Él es la solución y ha estado ahogándose en todo tipo de problemas. Conflictos con familiares, amigos o conocidos. Problemas de pareja o de paternidad. Problemas de seguridad física o económica. Etcétera y etcétera. Cuando estas personas por fin se abren a la posibilidad de que Jesús es el Señor, su alma se desahoga, reconoce que por los medios propios es incapaz de resolver nada y se entrega.

Sin duda existen otras maneras en que la gente por fin se decide a recibir a Jesús, pero sin dudas todas incluyen cierta dosis de emotividad y la esperanza de una vida plena en la tierra y vida eterna en el más allá. Sin duda, en el versículo, Pablo se refiere a esa emoción de sentir que Jesús es verdadero. ¿La recuerda? Esperemos que sí, porque el versículo remata diciendo que, con esa misma primera emoción, caminemos en Él.

Sin duda, ¡un gran consejo!

miércoles, septiembre 05, 2018

Examinar, Escudriñar

Estos eran de sentimientos más nobles que los de Tesalónica, de modo que recibieron el mensaje con toda avidez y todos los días examinaban las Escrituras para ver si era verdad lo que se les anunciaba (Hechos 17:11).

Recordemos el contexto de este versículo. En su segundo viaje misionero, Pablo, acompañado en esta ocasión de Silas, llegó a Tesalónica, una ciudad ubicada en lo que hoy en día es Grecia. Allí predicó en la sinagoga y quedó registrado que muchos judíos y muchos griegos, creyeron en el Evangelio de Jesús. Pero hubo otros que no lo aceptaron (¿dónde hemos escuchado eso?). Y no solamente rechazaron aceptar que Jesús era el Mesías, sino que alborotaron a una turba para que linchara a Pablo y Silas. Afortunadamente estos fueron escondidos por un tal Jasón, quien de noche los envió a Berea.

Lo primero que hay que reconocer es el valor de Pablo y Silas. Se acababan de escapar por un pelito de ser linchados y ¿qué hicieron apenas llegar a Berea? ¡Claro! Entrar a la sinagoga a predicar a Jesús. No sé ustedes, pero yo hubiera tomado unas vacaciones para reponerme de la impresión al salvar el pellejo. No fue una rechifla la que le dieron los de Tesalónica, fue un intento de linchamiento. Si esto no eleva nuestra admiración por Pablo, no sé qué podría hacerlo…

Lo positivo, es que los de Berea eran “más nobles” que los de Tesalónica. Eran “buena onda” pues. Y recibieron el mensaje.

Ahora bien, notemos que dice el versículo: “y todos los días examinaban las Escrituras.” Otra versión dice “escudriñaban” y podemos añadir como sinónimo: “estudiaban.” ¿Cuándo? Todos los días. Lo cual nos debe servir de ejemplo. Quizás usted ya recibió el mensaje, como los de Berea. Ahora hay que escudriñar la Palabra.

Aparte un tiempo, por pequeño que sea cada día (si espera tener libres un par de horas para hacerlo, quizá nunca lo logre) para tomar su Biblia (puede ser la de su celular si tiene el control de voluntad de ignorar los “pings” del WhatsApp y del Facebook), un cuaderno y una pluma. Y ¡a examinar la Palabra! Como los de Berea.