miércoles, abril 30, 2014

Lámpara Encendida

Lo que dice la Biblia:
Juan era una lámpara encendida y brillante, y ustedes decidieron disfrutar de su luz por algún tiempo (Juan 5:35).

Son palabras de Jesús acerca de Juan el Bautista, reconociéndole, e incluso agradeciéndole, por su labor. Imaginémonos que un día, Jesús pudiera decir lo mismo de nosotros. Que Él dijera: “_______ (ponga aquí su nombre) era una lámpara encendida y brillante.” ¿No sería grandioso? ¿Quién no quisiera recibir semejante elogio del mismísimo Jesús?

Ahora bien, para alumbrar, una lámpara consume energía. En los tiempos de Jesús, seguramente se estaba hablando de una lámpara de combustible, de una antorcha, o incluso de una vela. Pero aún una lámpara moderna consume la batería, más rápidamente mientras más intensa sea la luz. El punto es el siguiente: no podemos alumbrar sin pagar un precio. El reverendo Leonard Ravenhill dijo: “El costo de alumbrar es quemarse.” Y en Jeremías 23:29 leemos: “¿No es acaso mi palabra como fuego, y como martillo que pulveriza la roca? afirma el Señor.”

En la medida que dejemos que la Palabra de Dios penetre en nuestros corazones, estamos permitiendo que todo lo vano y superficial (la madera, la paja) se queme y sólo quede lo resistente, lo perdurable, lo que tiene valor eterno, en nosotros. Una vez que Dios nos quema, los gustos mundanos del pasado (reuniones para beber y fumar, promiscuidad sexual, vulgaridades, chismorreo, etc.) se desvanecen y nos inundamos de placer por buscar la verdad, el amor y la justicia. En ese momento comenzaremos a alumbrar.


¿Desea que Jesús lo reconozca como una lámpara encendida y brillante? ¡Apresúrese a quemar lo superfluo que hay en usted con el fuego de la Palabra!

jueves, abril 10, 2014

Sabiduría

Lo que dice la Biblia:
Clama la sabiduría en las calles;  en los lugares públicos levanta su voz (Proverbios 1:20).

Interesante lo que dice el versículo: “Clama la sabiduría en las calles.” El problema es que el mundo no la escucha. En las calles hemos presenciado accidentes de tránsito o incluso hemos estado involucrados en alguno y seguimos acelerando porque vamos retrasados a algún compromiso. En las calles hemos sido testigos de abusos de comerciantes que inflan artificialmente sus precios para aprovecharse del necesitado. En nuestros centros de trabajo hemos notado como los empleados toman ventaja de lo que pueden echar mano y como los empleadores abusan de su poder. En los medios hemos escuchado recomendaciones de expertos en nutrición y cuidado del cuerpo. A nuestro alrededor observamos conocidos que gastan más de lo que perciben. Sólo por mencionar algunos ejemplos.

Clama la sabiduría en las calles, pero no la escuchamos. Seguimos conduciendo temerariamente, seguimos tomando ventaja de quien se deja, seguimos consumiendo comida poco saludable, seguimos sin ejercitar nuestros cuerpos, seguimos usando una o varias tarjetas de crédito, seguimos, en pocas palabras, siendo necios a los consejos de nuestros mayores o de los expertos.

Proverbios 1:22 dice: “¿Hasta cuándo, muchachos inexpertos, seguirán aferrados a su inexperiencia? ¿Hasta cuándo, ustedes los insolentes, se complacerán en su insolencia? ¿Hasta cuándo, ustedes los necios, aborrecerán el conocimiento?” Estas fueron palabras de impaciencia de Salomón, muchos años antes de que naciera Jesús, pero pareciera que las pronunció observando a nuestra sociedad hoy en día. ¿Cuándo tendremos el sentido común de tratar a nuestros cuerpos con disciplina, de tratar a nuestros semejantes con amabilidad, de tratar a clientes, empleados, trabajadores, jefes y comerciantes con dignidad, de tratar a otros conductores y autoridades con respeto, de ahorrar en vez de gastar?


La sabiduría, en forma gratuita, levanta su voz en los lugares públicos. ¿Cuándo la escuchará el mundo?

viernes, abril 04, 2014

Ya Está Sucediendo

Lo que dice la Biblia:
¡Voy a hacer algo nuevo! Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta? Estoy abriendo un camino en el desierto, y ríos en lugares desolados (Isaías 43:19).

Vivimos una época de ritmo acelerado. La tecnología (teléfonos celulares, computadoras, medios de transporte), la comunicación (facebook, twitter, YouTube), el entretenimiento (películas, televisión, prensa) y por supuesto la agitada rutina diaria (empleo, familia, quehaceres domésticos, tareas escolares) no nos dejan tiempo para reflexionar acerca de la Palabra y profundizar en nuestra relación con Dios.

A tal punto vivimos a las prisas que no percibimos lo que Dios está haciendo. Isaías 43:19 dice: “Ya está sucediendo.” Esto fue verdad en la época de la deportación, en el tiempo de Jesús y es verdad en nuestro tiempo. La gente está tan ocupada con sus cosas que no se da cuenta de esos caminos en el desierto o de esos nuevos ríos. Tal vez no sean literales, de hecho esta parte de la escritura está escrita en forma de poesía, pero dirige nuestra atención a un punto: la obra de Dios el día de hoy.


Hay misioneros en muchas partes del mundo esparciendo el evangelio, las iglesias aumentan y los creyentes se multiplican. Si esperamos ver surgir un nuevo río en el desierto perderemos el propósito real de la obra de Dios. No que Dios no esté detrás de un terremoto o un tornado, pero no necesitamos eventos de tal magnitud para apreciarlo día a día. Dios está también detrás de esa sonrisa, de ese perdón, de esas palabras amables, de ese amor entregado a quien no se lo merece, etc. El reino de Dios es un reino de amor y ¿sabe qué? ¡Ya está sucediendo!