sábado, noviembre 23, 2019

La Vida es un Suspiro


¡Setenta son los años que se nos conceden! Algunos incluso llegan a ochenta. Pero hasta los mejores años se llenan de dolor y de problemas; pronto desaparecen, y volamos (Salmos 90:10).

No parece ser el mejor versículo para meditar el día que uno cumple sesenta y… tantitos años. Pero la muerte es inevitable (en esta tierra al menos) y sin importar la edad, es conveniente meditar en la brevedad de la vida con propósito. El autor del Salmo 90, Moisés, así lo hizo. Incluso cuando en su época la gente vivía un poco más. Matusalén vivió 969 años, pero luego Dios redujo el tiempo de vida: “Entonces el Señor dijo: «Mi Espíritu no tolerará a los humanos durante mucho tiempo, porque solo son carne mortal. En el futuro, la duración de la vida no pasará de ciento veinte años»” (Génesis 6:3). Muy probablemente el estrés de la vida moderna impide a la mayoría de nosotros llegar a los 120.

Moisés sí cumplió los 120 años (Deuteronomio 34:7) y además con buena vista y vigor. De todas maneras, escribió sobre los años de vida: “Pronto desaparecen y volamos…” Entonces, debemos entender que la vida es breve. Nótese que no es para quejarnos, sino para tomarlo como una oportunidad. Oportunidad de conocer a Dios.

También David reflexionó sobre ello. El Salmo 39:4-5 dice: «Señor, recuérdame lo breve que será mi tiempo sobre la tierra. Recuérdame que mis días están contados, ¡y cuán fugaz es mi vida! La vida que me has dado no es más larga que el ancho de mi mano. Toda mi vida es apenas un instante para ti; cuando mucho, cada uno de nosotros es apenas un suspiro»

Al entender que nuestros días sobre la tierra están contados y que debemos hacernos un tiempo para contemplar la magnificencia de nuestro Dios, para establecer una relación con nuestro Señor Jesucristo y para hacer algo por Su Reino mientras estemos con fuerza y habilidades, pues tiene sentido, mucho sentido, que entendamos la brevedad de la vida.

¿Qué está haciendo con su precioso tiempo? ¿Lo importante? ¿Lo realmente importante? ¿O está caminando a ciegas, sin saber a dónde se dirige, ni cuándo llegará a un destino del cual no tiene idea? Es tiempo de hacer un alto y volver la vista al cielo.

Tenemos poco tiempo para acercarnos a Dios. ¿Qué estamos esperando?

miércoles, junio 12, 2019

¿Dónde Está Tu Dios?


Mis lágrimas son mi pan de día y de noche, mientras me echan en cara a todas horas:¿Dónde está tu Dios?” (Salmos 42:3).

Desafortunadamente la vida no siempre es color de rosa. Ciertamente tenemos muchas oportunidades para ser felices y debemos dar gracias a Dios por ellas. Pero también existen los momentos de dolor. Aquellos en los que no podemos sino llorar. Aún si usted se considera un hombre duro, las lágrimas, con mayor o menor humedad, se desbordan en ciertas situaciones: la traición (o así lo parece) de un amigo, la soledad en un día festivo, la sensación de peligro en una situación de incertidumbre, el sentir que hemos fallado en cierta misión familiar o laboral, el pensar que hemos decepcionado a alguien, incluso a nosotros mismos, el temor de que el futuro es incierto y problemático, etc.

En esos momentos de pesar, podemos llegar al punto en que, como dice el salmista, las lágrimas son el pan de día y de noche, implicando que ni siquiera existe el deseo de comer. Y, por si fuera poco, la gente a nuestro alrededor, en vez de verter palabras de consuelo, aprovechan para hacer mofa de nuestra creencia. “¿Dónde está tu Dios?,” “No dices que tu Dios es todopoderoso, ¿por qué no te ayuda?,” “¿Está de vacaciones? ¿Dónde está tu Dios?”

Pero la gente que se mofa ni siquiera es original. Durante la crucifixión de Jesús, la gente decía algo similar: “—Salvó a otros —decían—, ¡pero no puede salvarse a sí mismo! ¡Y es el Rey de Israel! Que baje ahora de la cruz, y así creeremos en él. Él confía en Dios; pues que lo libre Dios ahora, si de veras lo quiere. ¿Acaso no dijo: “Yo soy el Hijo de Dios”?”
Si se lo decían a Jesús, ¿qué podemos esperar nosotros?

Sin duda tendremos nuestros momentos de angustia, en esta vida es inevitable, pero, así como Jesús se puso en las manos de Dios y aceptó su voluntad, nosotros debemos confiar también en Él.

Veamos cómo termina el Salmo 42:

“¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza, y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!” (Salmo 42:11).

Luego de desahogarnos, recordemos este versículo, limpiemos las lágrimas y enfrentemos al mundo.

viernes, marzo 22, 2019

Domar

No seas como el mulo o el caballo, que no tienen discernimiento, y cuyo brío hay que domar con brida y freno, para acercarlos a ti (Salmos 32:9).

En la ciudad quizás no conocemos mucho sobre caballos. Pero tal vez usted haya visto películas y videos de caballos salvajes, no domados. Son bestias fuertes, veloces e independientes. Ciertamente se pueden domar, pero como dice el versículo se requiere brida y freno, además de esfuerzo, paciencia e incluso látigo. Sí, látigo. Si un caballo persiste en no dejarse domar, debe ser sujeto a castigo. El suficiente para ser quebrantado sin lastimar su capacidad física.

¿Qué podemos aprender entonces del Salmo 32? Que no debemos ser como animales tercos en relación con la confesión de nuestros pecados. David, el autor del Salmo, habla por experiencia propia. Cometió un pecado y trató de ignorarlo. No pudo. Ni siquiera porque él era el rey. Nadie lo iba a condenar o meter a la cárcel. Todos cuantos se enteraron del asesinato de Urías, a maquinación de David, voltearon el rostro a otro lado. Pero la condenación que David sintió no fue la humana.

Veamos lo que dice el Salmo: “Mientras guardé silencio, mis huesos se fueron consumiendo por mi gemir de todo el día. Mi fuerza se fue debilitando como al calor del verano, porque día y noche tu mano pesaba sobre mí” (Salmos 32:3-4). La culpa del pecado es pesada. Sobre todo, ante Él.

No fue el mejor tiempo para David y nosotros debemos aprender de ello. No seamos tercos para confesar nuestros pecados. Solo nos acarrearemos tiempos de miseria. En cambio, confesemos nuestras culpas y ¿sabe qué? Hay garantía de perdón. Veamos cómo continúa el Salmo 32: “Pero te confesé mi pecado, y no te oculté mi maldad. Me dije: «Voy a confesar mis transgresiones al Señor», y tú perdonaste mi maldad y mi pecado” (Salmos 32:5).

No seamos necios intentando esconder nuestros pecados de Dios. No se puede. Además, Él ya los cubrió con la sangre de Cristo en la cruz. Ciertamente no escaparemos las consecuencias de nuestras faltas, pero viviremos el perdón de Dios y nuestros huesos “no se consumirán por el gemir de todo el día.” Haga una cita para confesar sus pecados HOY con Dios.

viernes, marzo 15, 2019

Desviación

Pero tú les advertirás que así dice el Señor: “Cuando los hombres caen, ¿acaso no se levantan? Cuando uno se desvía, ¿acaso no vuelve al camino? ¿Por qué entonces este pueblo se ha desviado? ¿Por qué persiste en su apostasía? Se aferran al engaño, y no quieren volver a mí” (Jeremías 8:4-5).

¿Alguna vez salió de viaje o buscó una nueva dirección en un rumbo desconocido y tomó el camino equivocado? Sin duda tuvo que regresar hasta retomar el camino correcto ¿verdad? Algunos jóvenes dirán que hoy en día con Google Maps es difícil perderse y tendrán razón, pero aun así el mensaje de Jeremías, que se dio antes de Google, tiene sentido. En el camino de la vida la "vocecita" en el celular que nos da instrucciones sería el equivalente a escuchar al Espíritu Santo dirigiéndonos al destino perfecto: el cielo.

¿Cuál es el problema entonces? El mismo que destacó Dios a través del profeta Jeremías. Escuchemos de nuevo pensando en que estamos detrás del volante buscando una dirección: ¿Por qué entonces este pueblo se ha desviado? ¿Por qué persiste en su apostasía? Se aferran al engaño, y no quieren volver a mí. Si usted estuviera observando al conductor, ¿qué diría? Algo semejante a: “Pero ¡qué necio! Lleva el rumbo equivocado y se niega a rectificar y regresar al camino.” ¿Verdad?

¿Cómo aplica a nuestras vidas? Muchas veces dejamos de escuchar a nuestro Google celestial y nos desviamos del camino y caemos en el pecado. A todos nos ha ocurrido alguna vez y es por ello por lo que Jeremías escribió: Cuando uno se desvía, ¿acaso no vuelve al camino? Dios lo entiende y en su misericordia nos perdona y nos permite regresar a la ruta correcta. ¿Pero qué puede hacer Dios con los que se niegan? ¿Con quienes prefieren quedarse varados en la desviación? ¿Desesperarse y enojarse?

¡Cuidado! Extraviarnos rumbo al aeropuerto puede significar perder nuestro vuelo. Leamos cómo termina el capítulo 8 de Jeremías: Pasó la cosecha, se acabó el verano, y nosotros no hemos sido salvados. Perder un vuelo no es tan grave, perder nuestro destino eterno, lo es. ¡No seamos necios y en caso de desviación, regresemos al Camino!

jueves, febrero 07, 2019

¿Está Usted Embarazado?

Miren al preñado de maldad: concibió iniquidad y parirá mentira. Cavó una fosa y la ahondó, y en esa misma fosa caerá. Su iniquidad se volverá contra él; su violencia recaerá sobre su cabeza (Salmos 7:14-16).

¿Qué diría si una mujer le dijera que no sabía que estaba embarazada sino hasta el momento del parto? Difícilmente le creeríamos, ¿verdad? Y, aún si resultara cierto (no sé, tal vez una mujer de cierta corpulencia en la cual el volumen del embarazo pudiera pasar desapercibido…), coincidiríamos en que sería un caso extrañamente peculiar e irrepetible de una mujer apartada de la realidad.

En la misma medida, costaría trabajo creer que una persona se encuentre con el pecado por accidente. El Salmo 7 dice que quien hace maldad, estuvo preñado por cierto tiempo con ella. El pecado no nos encuentra por accidente. Nace con una pequeña semilla en nuestra mente y es alimentado para crecer, crecer, hasta que está suficientemente maduro para nacer.

Mentiras, borracheras, hurtos, fraudes, engaños, adulterio, fornicación, pornografía, etc. Todos maduraron antes de ver la luz. “Es que vi el billete de $500 y se me hizo fácil,” “Es que él/ella se me acercó demasiado y…,” “Es que hace mucho no lo veía y decidimos celebrar,” Son excusas para sentirnos menos culpables por el pecado. Para argumentar que no somos malos, sino que el pecado “nos encontró.”

Un ministro dijo cierta vez: “Cuando una mujer me hace plática estando yo solo en el aeropuerto, me empiezo a frotar las manos. No para anticipar iniquidad, sino para que mi anillo de casado quede perfectamente a la vista.” Igual que él debemos tener un plan para las tentaciones que más nos afectan: Cambiar inmediatamente de canal, alejarse con un “disculpa, pero me acordé que debo hacer algo…,” tener firmeza y confianza en Dios para enfrentar las consecuencias de decir la verdad, por difícil que parezca, etc. ¿Cuál es su tentación más grande? ¿Ya tiene su plan D (de Dios) para enfrentarla si se le presenta mañana?

Miren al preñado de maldad: concibió iniquidad y parirá mentira, dice el Salmo 7:14, pero los cristianos debemos estar preñados de la Verdad.

viernes, enero 25, 2019

Nuevo Corazón


Les daré un nuevo corazón, y les infundiré un espíritu nuevo; les quitaré ese corazón de piedra que ahora tienen, y les pondré un corazón de carne (Ezequiel 36:26).

Al escuchar cómo un joven competidor de videojuegos, al perder, sacó una pistola, disparó a la muchedumbre matando a dos personas y al final se suicidó, uno no puede sino considerar que hay cierta falta de sensibilidad entre nuestros jóvenes. Fácil sería culpar a los videojuegos del incremento de la violencia, o a la facilidad para obtener armas, o a la falta de supervisión de los adultos, etc., pero lo cierto es que los corazones de piedra abundan.

¿Y cómo se han multiplicado los corazones de piedra? Por tener en el olvido a Dios. Si leemos todo el capítulo 36 de Ezequiel, podemos darnos cuenta de que el profeta está advirtiendo al pueblo judío que no se aleje de Dios. Un trabajo muy difícil en ese entonces, el de profeta. Ezequiel y Jeremías, entre otros, pregonaban a la gente que regresaran a Dios. La gente de ese entonces los ignoraba y hasta los maltrataba.

Si viviera Ezequiel hoy en día, ¿qué diría? Tal vez el mismo mensaje, sólo cambiando los detalles específicos: “Regresen a Dios, apaguen la televisión y la consola de videojuegos para meditar en su Palabra…” O algo parecido. ¿Hasta dónde tiene la juventud de hoy enterrado a Dios que por perder un juego (supuestamente algo para divertirse), un joven decide matar a sus compañeros y suicidarse?

Los videojuegos, las películas, las series de televisión, etc., son actividades de entretenimiento y relajamiento, pero si alguien se obsesiona con ello, se está saliendo de lo sano y deseable. Nuestra prioridad debería ser Dios y su Palabra. Si contagiamos esto, Dios promete que el corazón de piedra será cambiado por uno de carne. Pregonemos eso.

jueves, enero 17, 2019

¡Anímense unos a otros!

Más bien, mientras dure ese “hoy”, anímense unos a otros cada día, para que ninguno de ustedes se endurezca por el engaño del pecado (Hebreos 3:13).

Los cristianos aceptaron a Jesús como Señor y Salvador y lo hicieron arrepintiéndose de sus pecados. (¿Recuerda su conversión?). Eso está muy bien. ¡Felicidades! Pero debemos recordar que mientras estemos en este mundo, aún estaremos expuestos a la tentación del pecado. Algunos de nosotros tenemos nuestras luchas para no mentir, otros para no emborracharnos, no drogarnos, no robar, no caer en tentaciones sexuales de fornicación, adulterio o pornografía, no blasfemar, etc.

De ahí la cita de Hebreos 3:13 “Anímense unos a otros cada día, para que ninguno de ustedes se endurezca por el engaño del pecado.” Suena bien, pero debemos ponerla en práctica. El ánimo no va a llegar solito. Se requieren los unos y los otros, o sea, todos. ¿Y cómo podemos hacerlo? Hoy en día, con tantos medios de comunicación, podemos usar la mensajería digital, el correo electrónico, las llamadas de voz, el enlace por video, incluso... las redes sociales.

Algo que debe quedar claro es que la comunicación debe ser personal. Si alguien recibe una tarjeta de ánimo que circula y circula por redes sociales, estará de acuerdo conmigo, que no impresionará mayormente. En cambio, si alguien recibe un mensaje PERSONAL, con nombre y con detalles que sólo ciertas personas pueden saber, la impresión será mayúscula y se estará cumpliendo el “Anímense unos a otros” del versículo.

Además, notemos que Hebreos 3:13 recalca “Hoy.” No diga: “Algún día que tenga tiempo lo haré,” “Mañana llamo a Pedro/Juanita,” y argumentos similares. Mañana tal vez sea tarde. Hoy alguien necesita un abrazo. Si no puede ser físico, mandemos un mensaje personalizado para dejarle ver a esa persona que nos importa.

Ese es el punto. Mensajes reciclados delatan que alguien sólo desea cumplir una tarea con poco esfuerzo. Mensajes personalizados, ofrecen significado a la persona. Entiendo que tenemos una lista de contactos muy larga y que no se puede cubrir completa a diario. Pero, qué tal si cada día se propone animar a una persona, aquella a quien Dios le impresione durante su devocional. Si muchos hacemos lo mismo, la iglesia completa estará animada. ¡Inténtelo!