viernes, diciembre 14, 2018

Cimiento Firme


Voy a decirles a quién se parece todo el que viene a mí, y oye mis palabras y las pone en práctica: Se parece a un hombre que, al construir una casa, cavó bien hondo y puso el cimiento sobre la roca. De manera que cuando vino una inundación, el torrente azotó aquella casa, pero no pudo ni siquiera hacerla tambalear porque estaba bien construida… (Lucas 6:47-48).

No se necesita tener mucho conocimiento de ingeniería civil para entender que, teniendo un cimiento firme en la roca, las construcciones resisten tormentas violentas sin derrumbarse. Tampoco se necesita alto grado de conocimiento teológico para entender que la roca, en la metáfora de Lucas 6:47-48, es Jesucristo.

Entonces la aplicación a la vida diaria es evidente: pongamos nuestros cimientos en Jesús y no importa el tipo de conflicto o crisis que sea arrojada en nuestra dirección, saldremos adelante, estaremos cubiertos y protegidos. Como dice el inicio del fragmento (habla Jesús): “Todo el que viene a mí…”

Ahora bien, notemos con cuidado que existe una pequeña condición. “Se parece al hombre que, al construir una casa, cavó bien hondo y puso el cimiento sobre la roca.” (Énfasis propio). ¿Estamos conscientes de la expresión resaltada? “Cavó bien hondo.” Tal vez ahí fallamos. Entendemos que debemos cimentar nuestras vidas sobre la roca, pero lo hacemos superficialmente.

¿Cómo? Pues sólo dedicando el tiempo del servicio dominical a Dios, si es que no está aburrida el mensaje, en cuyo caso el celular nos salva del sueño profundo. Tal vez dar gracias durante las comidas, si es que hay hermanos observando. Cuando mucho leyendo un pasaje de la Biblia durante la semana, si no hay series interesantes en Netflix, o eventos deportivos relevantes. Eso no es cavar hondo.

Cavar hondo es escarbar y escarbar, tan profundamente que para salir del agujero necesitemos una escalera. ¿Puede imaginarse a una persona en tal situación? ¿Llena de tierra y arena, con ampollas en las manos, con raspones por los roces con las piedras? Ahora proyectemos la imagen a cavar hondo en la Palabra: cuadernos llenos de notas, libros abiertos: Biblia, diccionario, enciclopedia, comentarios, plumones de resaltado, colores para subrayar y demás. No importa si usted es físico o digital. Hoy en día los recursos existen en ambas dimensiones. Cavar hondo también es reflexión y oración. Hablar y escuchar. Oído atento a lo que Jesús nos quiere decir.

¿Queremos cimiento firme? La clave está en “cavar hondo.”

viernes, noviembre 23, 2018

Condicional


Porque él es nuestro Dios y nosotros somos el pueblo de su prado; ¡somos un rebaño bajo su cuidado! Si ustedes oyen hoy su voz… (Salmos 95:7).

A veces escuchamos que el amor de Dios es incondicional. Cierto. Dios nos ama sin que lo merezcamos ni podamos hacer algo para ganarlo. Así es la salvación. Jesús cumplió con el último sacrificio y nos entregó en bandeja la vida eterna. Pero… tenemos que aceptarla. Ahí está la condición. Ciertamente no podemos ganar la salvación con nuestro esfuerzo, pero tenemos que reconocer a Jesús como Señor de nuestras vidas. La condición es dar el sí a Jesús. No es muy difícil… ¿O sí?

Cuando vemos que mucha gente no recibe la salvación, pareciera que es una condición difícil de aceptar. Sin duda muchos piensan que ese SÍ los conducirá a una vida complicada, llena de limitantes y prohibiciones. Es triste que no estén dispuestos a experimentar las maravillas de la vida con Cristo, pero sólo podemos orar para que algún día lo entiendan.

Regresando al aspecto de las condiciones, observamos otra en Salmos 95:7. Dice que somos un rebaño bajo su cuidado… si es que escuchamos su voz. Por supuesto que un pastor cuida a sus ovejas, pero necesita ser escuchado. El pastor sabe de los riesgos en los campos y bosques cercanos y conduce a las ovejas. Si las ovejas no escuchan su voz y se van a donde sea, pueden caer víctimas de algún lobo, en un pantano, en un río de aguas turbulentas, etc.

Parece clara la aplicación a nuestra vida diaria. ¿Deseamos evitar problemas, conflictos, caos, catástrofes…? ¿Esa crisis económica? ¿Ese pleito familiar? ¡Escuchemos su voz! Así de simple.

¿Y cómo podemos escuchar su voz si no nos conectamos con Él a través de la oración y la lectura de la Biblia? Es una condición, pero no solo no es difícil, sino reconfortante si la ponemos en marcha. ¿Qué espera para hacerlo? Somos el pueblo de su prado…

viernes, noviembre 16, 2018

Examen


El Señor examina a justos y a malvados, y aborrece a los que aman la violencia (Salmos 11:5).

¿Por qué si el Señor es misericordioso y todo amor, nos examina? ¡Examen! ¿Acaso el examen no es un instrumento diabólico creado por los maestros para torturar a los estudiantes? ¿Y si reprobamos? ¿Nos vamos al infierno? ¿Por qué tenemos que ser examinados? ¿No dicen acaso que la salvación no es por méritos? Entonces… ¿por qué un examen? ¡Examen! ¿Examen?

Comencemos por entender que el examen no es una guillotina que acaba con la vida del estudiante, sino un instrumento que permite distinguir a aquellos que están listos para conocimientos más profundos y avanzados, de aquellos que no han comprendido elementos indispensables para poder seguir aprendiendo.

Imaginemos que la profesión (la que sea) es una torre construida con legos. Cada materia es un bloque que permite seguir apilando uno sobre otro para alcanzar cierta altura. Si alguien falla en uno de los bloques, la torre comenzará a tambalearse y a correr el riesgo de derrumbarse. No importa si la falla fue por no comprender, no estudiar, o incluso, por copiar. Un bloque en mal estado, deja la torre debilitada.

Es lo que busca Dios al examinarnos. No si somos merecedores de la salvación, porque esa es por gracia, sino si somos confiables para que Él nos use en sus planes. Consideremos a un director técnico planeando a quién va a utilizar para el siguiente, importante, partido. ¿Va a alinear a aquellos que no pasaron los exámenes físicos, de acondicionamiento, de técnica? ¿O a los mejores, los que siempre se levantan rápido luego de una caída, los que juegan limpio, los que entrenaron su técnica sin descanso, los confiables? Yo no sé usted, pero yo pondría a los mejores. Y… ¿cómo voy a distinguir a los mejores si no los examino antes? ¿Si no sé cómo van a reaccionar ante cierta circunstancia?

¿Recuerda a José? Pasó por muchas pruebas, durante muchos años, antes de que sus sueños se volvieran realidad. Las pruebas no fueron para ver si los sueños se realizaban o no, sino para ver si José era digno de los mismos.

La próxima vez que enfrentemos un examen, no lo veamos como una carga o un problema, sino como una oportunidad de pertenecer a la mejor selección… la de Él.

viernes, noviembre 02, 2018

No Solo de Pan

Jesús le respondió: Escrito está: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” … (Mateo 4:4).

Seguramente recuerda esta cita. Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para que el diablo lo tentara. Nótese que no fue el diablo quien lo llevó, fue Dios el que permitió la tentación. Tome nota para cuando enfrente alguna. Jesús pasó ayunando 40 días (con sus noches incluidas, se hace la aclaración en Mateo) y por supuesto que tuvo hambre. La tentación no fue el hambre, el hambre es una necesidad corporal. La tentación fue usar un poder que no va con la naturaleza humana: “convertir piedras en pan.” Y ya encarrerados con ese poder, ¿por qué limitarse en pan? Aunque no quedó registrado, tal vez el diablo también sugirió convertir unas ramas secas en espagueti y el cadáver de alguna lagartija en carnita asada sonorense. Jesús, a pesar de estar hambriento, no cedió a la tentación.

Y no solo eso, sino que utilizó la oportunidad para expresar una de las más famosas frases: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” En ella expresó el poder del espíritu. Si nuestro espíritu está alimentado, tendremos fuerza de voluntad. Un espíritu satisfecho, enfrenta adversidades. Un espíritu lleno de energía es capaz de oponerse al diablo. ¡Qué gran lección!

Sin embargo, muchos de nosotros ponemos a dieta el espíritu. El versículo dice claramente que debemos alimentar el espíritu con la palabra de Dios. Leer la Biblia pues. Al cuerpo no se nos olvida alimentarlo, incluso hasta llegar al sobrepeso, pero nuestro espíritu está en los huesos.

En la cita a la que estamos haciendo referencia, fue el diablo el que tentó sin éxito a Jesús. ¿No cree que el diablo también aprendió una lección de ese episodio? “El que alimenta bien su espíritu no cae en tentaciones.” Y… ¿qué cree que intenta hoy en día? ¡Acertó! Ponerle trabas en el camino para que no abra su Biblia: ocupaciones, distracciones, chismes, entretenimiento, etc. Tal vez esté feliz por la aparición de las redes sociales. Solitos nos distraemos con ellas abriendo el Facebook o el WhatsApp antes que la Biblia (aunque esta también esté en nuestro celular) y el diablo puede irse a tomar un café (o lo que beban allá abajo). No tiene que preocuparse en distraernos.

No me malentienda. No estoy diciendo que las redes sociales sean diabólicas. Tienen su razón de ser y su utilidad. Lo único diabólico es no dedicarle nada de nuestro tiempo diario a nuestro Dios. Ignorar su Palabra y matar de hambre a nuestro espíritu. Pero el remedio es sencillo: Propóngase dedicar un tiempo cada día a la lectura y reflexión de la Biblia y no permita distracciones, así tenga que hacer algo tan radical como… ¡apagar el celular!

viernes, octubre 26, 2018

Esperanza

Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? (Romanos 8:24).

¿Recuerda cuando era niño y se acercaba la Navidad? Llevábamos en la mente una cuenta regresiva de los días que faltaban y nos frotábamos las manos en espera de esos juguetes tan anhelados. Según la cultura, algunos niños igual esperan con ansia la llegada de los Reyes Magos. ¿Nos cuesta trabajo regresar tanto en el tiempo como para identificarnos con esas emociones (al menos es el caso de los que andamos bordando los sesentas)? No importa. El punto es que también hubo eventos importantes durante nuestras vidas que esperamos con emoción: la fiesta de graduación de la preparatoria o universidad, la boda, el nacimiento de un hijo, las vacaciones, visitas familiares, y un largo etcétera. ¿Recuerda la emoción de la espera?

Si eso sentíamos al esperar situaciones mundanas, ¿cuánto más debemos sentirnos entusiasmados por la vida eterna? Romanos 8:24 dice que por esa esperanza fuimos salvados. Aceptamos a Jesús porque deseamos una vida nueva. No solo la eterna, que ya sería suficiente de por sí, sino también la vida terrenal se renueva cuando le permitimos a Jesús guiarnos en medio del caos en que habíamos tornado nuestras vidas.

No podemos librarnos tan fácil de todos los errores que cometemos o que cometimos y que continúan agobiándonos, pero ahora, gracias a Jesús, tenemos ESPERANZA. Y la esperanza es una promesa. La promesa de una vida mejor y de una vida eterna.

A veces nos desesperamos porque deseamos las cosas ¡YA!, pero ¿Quién espera lo que ya tiene? A diferencia de los niños que pueden contar los días que faltan para Navidad, nosotros no sabemos la fecha en que vamos a recibir lo anhelado. Y sin embargo tenemos la promesa y debemos saborear esa promesa y alegrarnos de estar en dicha situación. Porque la alternativa es no tener ninguna promesa, no tener esperanza alguna. Y eso, tengamos la seguridad, es triste. Así que: ¡Disfrute la Esperanza!

viernes, octubre 19, 2018

Bendecir

No devuelvan mal por mal ni insulto por insulto; más bien, bendigan, porque para esto fueron llamados, para heredar una bendición (1 Pedro 3:9).

Si usted asiste a la iglesia los domingos, lo cual parece altamente probable si está leyendo esta reflexión, estará de acuerdo conmigo que ahí es fácil soltar las bendiciones. Llegamos, saludamos a otro congregante y decimos: “Dios le bendiga” o “Dios te bendice” dependiendo del grado de confianza que tengamos. Lo cual es excelente: bendecir con prodigalidad, efusividad y convencimiento a quien se tomó el tiempo de asistir a la iglesia. Sígalo haciendo sin dudar.

El problema que tenemos es en nuestro día a día. Sobre todo, cuando tenemos conflictos con algunas personas, cuando tenemos incidentes de tránsito, cuando las mascotas ajenas nos visitan y se portan mal, cuando un superior en el trabajo abusa, cuando contratamos a alguien que tira la flojera o nos da un pésimo servicio, cuando un familiar se aprovecha de nuestro carácter cristiano, y un largo etcétera. En pocas palabras, como dice la cita bíblica, cuando nos dan mal o nos insultan con hechos o palabras. En esos casos, bendecir es lo más alejado de nuestras mentes y voluntad.

Nuestro instinto clama por venganza, enojo, rabia y por contestar, aumentados, los insultos y el mal accionar. Así es la naturaleza humana. Y sin embargo…

Pedro dice que debemos bendecir. No como repetición de dientes para afuera, sino porque es NUESTRO LLAMADO. Nuestro trabajo, labor, o misión como cristianos. Como si Dios nos hubiera contratado y al describirnos el puesto dijera: “Ok. Desde hoy trabajan para el reino. Su primera actividad será: BENDECIR. A todos, en todo momento y en todo lugar. Bendigan a más no poder. ¿Está claro?”

Y si lo hacemos, el premio está descrito: heredaremos bendición. Aunque no lo dice con esas palabras la cita, como que queda entendido que si bendecimos heredamos bendición y si maldecimos, pues heredaremos… maldición. ¿Qué recibiremos si insultamos, hacemos mal, agredimos, violentamos, acosamos, etc.? Sin duda adivinó.

¿Qué estamos esperando? Fuimos llamados a BENDECIR.

viernes, octubre 12, 2018

Se suicida en Francia el Chef Anthony Bourdain


Bourdain, de 61 años y quien había confrontado problemas de alcoholismo, decidió ahorcarse en su habitación conforme se encontraba en la quinta temporada de su programa, donde recorría el mundo en busca de experiencias gastronómicas únicas… (excelsior.com).

¿Cómo puede alguien, famoso, con un empleo fantástico (le pagaban por viajar, conocer culturas, probar platillos de diferentes países) suicidarse? Es difícil entenderlo, pero ocurre. De hecho, días antes se había suicidado una famosa diseñadora de modas. ¿Qué pasa por la mente de un suicida?

Es difícil que seamos capaces de entender cada caso individual. No nos toca juzgar, criticar o reprender. Cada persona tiene su propio andar por esta vida. Razones que dan los especialistas varían: tristeza, depresión, soledad, alcoholismo, drogadicción, remordimientos, conflictos interpersonales, se suman a las que comúnmente ofrecen los religiosos: pecado y separación de Dios.

Sin duda existen beneficios en decretar un diagnóstico para cada caso, tan solo por mostrar a la persona que está sufriendo que nos importa su situación. Hay que escuchar y atender, pero es vital mostrar que más allá del interés humano y las soluciones humanas, está Dios. Que la respuesta está en Cristo.

Por supuesto no basta con mencionar su nombre. La persona con suicidio en mente, o no cree en Dios, o está desilusionado de Él, o está cansado de buscarlo a su manera. Cualquiera que sea el caso, quizá no sea receptivo y va a requerir devoción, resolución y paciencia presentarle el Evangelio. Si alguien le hubiera hablado así de Cristo al Chef Bourdain…

Quizá no haya un Chef en depresión cerca de nosotros, pero si la tasa de suicidios que va en aumento es correcta, hay alguien cercano a quien debemos presentar pronto y más de una vez, las buenas nuevas.

Lo que dice la Biblia:
¡Qué hermoso es recibir al mensajero que trae buenas nuevas! (Romanos 10:15b).


viernes, octubre 05, 2018

Ansiedad

Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes (1 Pedro 5:7).

Este es un versículo digno de memorizar. No porque sea breve, sino porque a pesar de su brevedad, desborda profundidad. Vamos a repasarlo con calma.

Primero debemos recordar a quién fueron dirigidas estas palabras de Pedro. Al inicio de su carta Pedro no deja lugar a dudas de que está hablando a los elegidos y aunque aclara que es a los elegidos de ciertas regiones de Asia, no podemos rechazar hacerlas propias. Luego, al inicio del capítulo 5, Pedro se dirige a los jóvenes. No sé ustedes, pero como no aclara edad específica, yo tomo el consejo como propio.

Depositen en Él toda ansiedad…

Aquí conviene consultar el diccionario de sinónimos para ampliar la idea de la palabra ansiedad. Resulta que tenemos que entregarle a Dios, TODA ansiedad, desasosiego, intranquilidad, zozobra, angustia, ansia, congoja, desazón, inquietud y preocupación. Y aquí la palabra operativa es TODA. No digamos “no vale la pena molestar a Dios con esta pequeña preocupación,” “yo puedo controlar esta ligera intranquilidad, no quiero cargarle la mano a Dios.” Leyó bien… TODA ansiedad.

Porque Él cuida de ustedes…

¿Quién? Dios. No cualquier héroe de historietas que nos puede salvar de un ladrón, pero que es impotente ante el resto de nuestras angustias. El Dios omnipotente que creó al universo y a la humanidad. Para que nos quede claro: El único e indiscutible Dios verdadero.

Y lo mejor de todo: Porque Dios cuida de nosotros. Le importamos, nos formó, nos ha estado acompañando. De hecho, está esperando que nos caiga el veinte, que entendamos este versículo y que le entreguemos TODA nuestra ansiedad.

¿Qué estamos esperando?

miércoles, septiembre 12, 2018

La Primera Emoción

Por eso, de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, vivan ahora en él… (Colosenses 2:6).

Este es un consejo de Pablo a los colosenses. ¿Quién puede negar que suena como un buen consejo? Y sin duda lo es, pero quizás, algunos de nosotros no nos detenemos a reflexionar en él tan cuidadosamente como deberíamos.

La primera parte: “Por eso…” habla de que Pablo está al pendiente de los habitantes de Colosas y Laodicea. En ninguno de sus viajes misioneros se indica que Pablo haya hecho escala específica en esos sitios. Sin embargo, Pablo dice que luchaba por ellos, sin duda en oración. Es como si nosotros, radicando en Hermosillo, oráramos por los miembros de las iglesias de Reynosa o Ciudad Juárez. O incluso de Guatemala. ¡Qué lección tan positiva! Orar por hermanos que no conocemos, que nunca hemos visto.

Luego dice: “de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor…” ¿Recuerda su conversión? ¿Su verdadera conversión? Porque nacer en un hogar cristiano no implica un encuentro personal con Jesús. Normalmente existe un evento particular que desata la conversión.

Por ejemplo, sabemos de algunos casos en que un concierto, un conferencista o una predicación específica fueron capaces de llegar al corazón y provocar la conversión. En tal situación son los sentimientos la llave. Se recibe a Cristo Jesús con emotividad, con lágrimas de alegría y sensación de liberación. El nuevo converso acepta que Jesús es en verdad el Señor y la confianza en Él es conmovedora.

Hay otros casos en que la gente ha estado necia, negando a Cristo, o al menos, negándose a creer que Él es la solución y ha estado ahogándose en todo tipo de problemas. Conflictos con familiares, amigos o conocidos. Problemas de pareja o de paternidad. Problemas de seguridad física o económica. Etcétera y etcétera. Cuando estas personas por fin se abren a la posibilidad de que Jesús es el Señor, su alma se desahoga, reconoce que por los medios propios es incapaz de resolver nada y se entrega.

Sin duda existen otras maneras en que la gente por fin se decide a recibir a Jesús, pero sin dudas todas incluyen cierta dosis de emotividad y la esperanza de una vida plena en la tierra y vida eterna en el más allá. Sin duda, en el versículo, Pablo se refiere a esa emoción de sentir que Jesús es verdadero. ¿La recuerda? Esperemos que sí, porque el versículo remata diciendo que, con esa misma primera emoción, caminemos en Él.

Sin duda, ¡un gran consejo!

miércoles, septiembre 05, 2018

Examinar, Escudriñar

Estos eran de sentimientos más nobles que los de Tesalónica, de modo que recibieron el mensaje con toda avidez y todos los días examinaban las Escrituras para ver si era verdad lo que se les anunciaba (Hechos 17:11).

Recordemos el contexto de este versículo. En su segundo viaje misionero, Pablo, acompañado en esta ocasión de Silas, llegó a Tesalónica, una ciudad ubicada en lo que hoy en día es Grecia. Allí predicó en la sinagoga y quedó registrado que muchos judíos y muchos griegos, creyeron en el Evangelio de Jesús. Pero hubo otros que no lo aceptaron (¿dónde hemos escuchado eso?). Y no solamente rechazaron aceptar que Jesús era el Mesías, sino que alborotaron a una turba para que linchara a Pablo y Silas. Afortunadamente estos fueron escondidos por un tal Jasón, quien de noche los envió a Berea.

Lo primero que hay que reconocer es el valor de Pablo y Silas. Se acababan de escapar por un pelito de ser linchados y ¿qué hicieron apenas llegar a Berea? ¡Claro! Entrar a la sinagoga a predicar a Jesús. No sé ustedes, pero yo hubiera tomado unas vacaciones para reponerme de la impresión al salvar el pellejo. No fue una rechifla la que le dieron los de Tesalónica, fue un intento de linchamiento. Si esto no eleva nuestra admiración por Pablo, no sé qué podría hacerlo…

Lo positivo, es que los de Berea eran “más nobles” que los de Tesalónica. Eran “buena onda” pues. Y recibieron el mensaje.

Ahora bien, notemos que dice el versículo: “y todos los días examinaban las Escrituras.” Otra versión dice “escudriñaban” y podemos añadir como sinónimo: “estudiaban.” ¿Cuándo? Todos los días. Lo cual nos debe servir de ejemplo. Quizás usted ya recibió el mensaje, como los de Berea. Ahora hay que escudriñar la Palabra.

Aparte un tiempo, por pequeño que sea cada día (si espera tener libres un par de horas para hacerlo, quizá nunca lo logre) para tomar su Biblia (puede ser la de su celular si tiene el control de voluntad de ignorar los “pings” del WhatsApp y del Facebook), un cuaderno y una pluma. Y ¡a examinar la Palabra! Como los de Berea.

jueves, agosto 30, 2018

Aprobado

Esfuérzate por presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse y que interpreta rectamente la palabra de verdad (2 Timoteo 2:15).

¿Recordamos nuestros días de escuela? Trabajábamos, hacíamos tarea y estudiábamos para alcanzar la meta anhelada: APROBADO. Bonita palabra que, por supuesto, nos evitaba la vergüenza de la alternativa REPROBADO. ¿Nunca reprobó? ¿Un año, un curso, un parcial, un examen sorpresa, una tarea? ¡Felicidades! Pertenece a un grupo selecto. Pero la mayoría fallamos en al menos alguna actividad. Y estará de acuerdo en que se siente feo.

Si uno se siente mal reprobando un examen parcial, imagínese cómo se sentirá uno si reprobamos el examen más importante de nuestra vida. No estamos hablando del examen que nos convierte en profesionistas, o nos otorga una maestría o un doctorado. Estamos hablando del examen que nos otorga la Vida Eterna. El examen que aplica Dios de alguna manera.

2 Timoteo 2:15 dice que debemos presentarnos a Dios aprobados y aclara cómo. Primero: Sin tener nada de qué avergonzarnos. Esto es, ser transparentes, ante los demás y ante Dios. ¿Tiene secretos? ¡Cuidado! ¿Hace cosas que le da vergüenza hablar de ellas? ¡Atención! ¿Cree que, porque nadie lo ve o nadie es perjudicado, puede hacer trampas? ¡Qué iluso! Eventualmente, aunque sea frente al trono de Dios, todo sale a la luz.

Segundo: Obrero. Todos somos trabajadores del Reino. O deberíamos serlo. Gracias a Dios que tenemos un empleo, que trabajamos fuerte en una planta, en una oficina, o en un hogar. Pero aquí Pablo se refiere a que seamos obreros del Señor. Imagínese que usted es un empresario y está administrando su negocio. Contrata a un empleado, le indica lo que se requiere hacer y el empleado, en lugar de trabajar, se la pasa en el “feis”, en el “whats”, en el “yutube.” Ahora piense que el empleado es usted mismo y que el empresario es Dios, decepcionado del obrero que contrató.

Tercero: Interpretar rectamente la Palabra de Verdad. Estudiar pues. ¿Cómo vamos a interpretar bien si no leemos, subrayamos, hacemos notas, consultamos libros de soporte, comentarios bíblicos, diccionarios, etc. No es necesario, aunque no está descartado, ir a un Instituto Bíblico, porque podemos juntarnos en equipo, hacer reuniones en casas, o simplemente abrir la Biblia con un cuaderno al lado. No hay pretextos. ¡A estudiar la Palabra!

viernes, agosto 24, 2018

El Camino al Padre

―Señor —dijo Felipe—, muéstranos al Padre y con eso nos basta (Juan 14:8).

Esta época de elecciones, aparte de discusiones interminables acerca de quién es el mejor candidato, nos muestra el hambre que tiene la humanidad de tener a un héroe, a un caballero andante, líder de multitudes, como el director del destino de un país. En otras palabras, la gente busca a un Padre que guíe los pasos de un país agobiado por la corrupción y la violencia. Felipe está hablando por este ciudadano genérico que busca a un libertador de la condición presente de caos: “Señor, muéstranos al Padre y con eso nos basta.”

No se ofenda, pero, aunque su candidato ganara las elecciones, pocas cosas van a cambiar. Quizás existan reformas sociales, políticas, energéticas y las que se aparezcan, pero un candidato político no puede mostrar el camino al Padre. Y eso es lo que necesita esta sociedad moderna. Un cambio que inicie en el corazón.

Jesús dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie llega al Padre sino por mí.” ¿Queremos un libertador? ¿Buscamos quién detenga las crisis? ¿Necesitamos un líder que de verdad cambie las condiciones de nuestro entorno? Proclamemos a Jesús.

No se trata de evadir el voto. Como ciudadanos responsables debemos informarnos (fuentes confiables por favor) y emitir nuestro voto por quien consideremos es el mejor de los candidatos. Pero estemos conscientes que él no será la solución a todos los males del país. Hasta que Jesús no esté firmemente plantado en los corazones de los habitantes, la maldad, y en consecuencia el caos, prevalecerán en el mundo.

Para Felipe, ver al Padre era suficiente. Aunque usó otras palabras, Jesús le dijo que se conformaba con muy poco. (Lea Juan 14:9-14). Jesús remató diciendo: “Lo que pidan en mi nombre, yo lo haré” (Juan 14:14). ¡Qué promesa…! La solución a los problemas del país no está en un candidato, está en Jesús.

lunes, junio 25, 2018

Refugio


Solo él puede librarte de las trampas del cazador y de mortíferas plagas, pues te cubrirá con sus plumas y bajo sus alas hallarás refugio. ¡Su verdad será tu escudo y tu baluarte! (Salmo 91:3-4).

Estaba leyendo que existe cierto debate en la autoría del Salmo 91. Hay quienes dicen que lo compuso David, lo cual no sería raro, ya que compuso muchos otros salmos y el tema de la confianza en Dios está en más de uno. Pero otros dicen que lo compuso Moisés (de hecho, el Salmo 90 se le atribuye a él) y el estilo no está tan apartado del 91. Participe en el debate. Lea los salmos 90 y 91 y opine si los escribió la misma persona.

Ahora bien, quienquiera que haya sido, conoció el miedo. Podemos imaginar a Moisés encerrado en su casa mientras en la noche de Pascua pasaba el Ángel del Señor matando a los primogénitos de los egipcios, orando y escribiendo este salmo. O podemos imaginar a David, huyendo de Saúl, escondido en una cueva escribiendo con una vela.

El temor existió desde que la humanidad abandonó el Jardín del Edén, existió en los tiempos de Moisés y David y aún existe en nuestros días. Tal vez no nos aterre la persecución de un faraón o un rey, pero qué decir de la inflación, de la falta de trabajo, de los recortes de personal, de las tarjetas de crédito saturadas. O peor aún, de las enfermedades imprevistas, infecciones resistentes a los antibióticos (nuestras plagas modernas), de los accidentes automovilísticos, o las secuelas de las enfermedades crónicas. Y no podemos dejar fuera de esta lista a los asaltos, los robos a casa habitación, el auto o nuestros queridos aparatos electrónicos. Por último, los conflictos personales y el apocalipsis zombi… (está bien, borre este último de la lista).

El punto es, existen muchos motivos de temor hoy en día, pero en Dios podemos encontrar refugio. Él es nuestra fortaleza. ¿Tiene algún temor? ¡Despreocúpese! ¡Hay un refugio cerca!

viernes, junio 08, 2018

Radiantes


Radiantes están los que a Él acuden; jamás su rostro se cubre de vergüenza… (Salmos 34:5).

Comencemos por la definición en el diccionario de la Real Academia Española. Radiante: adj. Brillante, resplandeciente, que siente y manifiesta gozo o alegría grandes. Si luego de leer la definición y volver a leer el versículo no siente un orgullo especial por Dios, algo marcha mal en sus emociones. ¿No le emociona un atardecer de mil colores? ¿No le entusiasma presenciar una luna llena en medio de una noche estrellada?

Imagine una luna llena. ¿No le parece que la palabra radiante puede describirla? Y, sin embargo, la luna no posee luz propia, sólo refleja la luz del sol si se encuentra en el ángulo adecuado. Sin duda a eso se refiere la cita: Radiantes están los que a Él acuden…

Nadie tiene luz propia, sólo si nos ponemos en las manos de Dios podemos brillar. Verifíquelo a su alrededor. Están los que ponen su confianza en el esfuerzo de sus manos para lograr fama, riqueza y poder. Aún cuando consigan lo anterior, ¿cómo pueden estar radiantes si le dan la espalda a Dios? Están en el ángulo equivocado.

Están los que caen en fornicación, adulterio, o pornografía, supuestamente para obtener placer, pero lo único que obtienen es un rostro sombrío atormentado por la culpa. ¿Cómo pueden estar radiantes si hacen lo que le incomoda a Dios? La segunda parte de la cita dice: …jamás su rostro se cubre de vergüenza.

¿Cómo entonces estar radiante? Lo dice el versículo. Y es tan fácil que asombra que mucha gente no lo intente… Acudir a Él.

jueves, mayo 17, 2018

La Moraleja del Burro

¿Qué busco con esto: ganarme la aprobación humana o la de Dios? ¿Piensan que procuro agradar a los demás? Si yo buscara agradar a otros, no sería siervo de Cristo (Gálatas 1:10).

Ya sé que con el título de esta reflexión me expongo a bromas, memes y bullying. Si sirven para atraer la atención… están bien. ¡Gloria a Dios!

Debo aclarar, sin embargo, que el burro del título se trata de una historia contada por el pastor James Ryle en su libro (Rylisms). En forma breve, la historia trata acerca de un hombre viejo, un niño y un burro. Estaban viajando de pueblo a pueblo, el viejo caminando y el niño a bordo del burro. Se encontraron a otros viajeros que les comentaron que era una vergüenza que el niño, con la fuerza de su juventud, dejara caminar al viejo.

Pensaron que había razón en ello y decidieron cambiar: el viejo sobre el burro y el niño caminando. Más adelante encontraron a otros viajeros que les dijeron lo opuesto. Pensaron que había también razón en ello y decidieron caminar ambos al lado del burro. De nuevo encontraron viajeros que esta vez mencionaron que era una vergüenza no aprovechar al burro, así que ambos se subieron a él. Después otros viajeros comentaron que era un abuso el uso del burro por dos personas, así que decidieron bajarse y cargar al burro. Al pasar un río, llevando al burro a cuestas, se resbalaron, el burro cayó al río y se ahogó.

¿Cuál es la moraleja de esta historia? Es claro que no se puede obtener la aprobación humana universal. Si bien las opiniones de las personas pueden resultar enriquecedoras, también pueden ser contradictorias. Hay que entenderlo y ser sabios.

Nótese que no se trata de ignorar a las personas. No somos ermitaños y hay consejos valiosos de la gente con experiencia. ¿Dónde está el límite? En la Palabra. Por ejemplo, en el caso del burro, la Biblia dice que el hombre domina y sujeta la creación (Génesis 1:28), además de que no debe haber maltrato a los animales (Números 22:28). Más allá, es decisión personal, en base a las circunstancias, el cómo viajar. Pablo, en la cita de Gálatas nos anima a buscar agradar a Dios por sobre todas las cosas. Él no es un viajero que nos encontraremos brevemente. Él es el motivo y el destino del viaje. Seamos sabios.

jueves, mayo 10, 2018

Resurrección


El ángel dijo a las mujeres:
―No tengan miedo; sé que ustedes buscan a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, tal como dijo. Vengan a ver el lugar donde lo pusieron. Luego vayan pronto a decirles a sus discípulos: “Él se ha levantado de entre los muertos y va delante de ustedes a Galilea. Allí lo verán”. Ahora ya lo saben. (Mateo 28:5-7).

La mejor noticia que se puede haber dado en este mundo no estuvo a cargo de ningún secretario de prensa, ni de un periodista renombrado, sino de un ángel. En aquel tiempo no existía Internet o redes sociales, pero aún así la noticia se viralizó. Las dos Marías fueron las primeras en enterarse y a pesar del temor que deben haber sentido (después de todo había habido un terremoto, la gran piedra a la entrada del sepulcro había sido movida y un ángel les estaba hablando) hicieron la labor de esparcir la noticia.

Notemos que el ángel les dice cuatro cosas. Primero: “No tengan miedo” Y es que, a pesar del temblor y la sorpresa, la noticia de la resurrección no es para temerse, sino para alegrarse. La resurrección de Jesús representaba la victoria en la lucha contra el mal y eso es algo para saltar de alegría. El grito del gol de la victoria en un encuentro de fútbol debería palidecer ante nuestros gritos de júbilo.

Segundo: “No está aquí.” Jesús no está muerto y una tumba no es lugar para buscarlo. Él es vida y podemos verlo a él y a su obra en la vida. Tercero: “Vengan a ver.” Jesús no esconde las evidencias a ver si alguien “se la cree.” Todo su ministerio fue registrado prácticamente por cuadruplicado. Su muerte fue histórica y finalmente hubo testigos, tanto de su tumba vacía, como de sus apariciones posteriores. Además, si ponemos en práctica sus enseñanzas, todos podemos “ver” que son verdad.

Cuarto: “Vayan pronto a decir…” Ellas tuvieron el encargo de ir con los discípulos a dar las buenas nuevas. Hoy en día nos toca a nosotros. Y notemos ese “pronto.” Tenemos que ir PRONTO a decirle al mundo que Jesús murió por nuestros pecados para salvarnos, pero R-E-S-U-C-I-T-Ó…

jueves, abril 26, 2018

Recompensas en el Cielo


Dichosos ustedes cuando los odien, cuando los discriminen, los insulten y los desprestigien por causa del Hijo del hombre… (Lucas 6:22).

Realmente este versículo suena muy bien cuando es aplicado a la época de la persecución de los cristianos. Simplemente agradecemos a nuestros antepasados que resistieron todo el maltrato posible y que fueron capaces de heredarnos las buenas nuevas del Evangelio. Pero hoy en día, en nuestro entorno, ¿cómo se aplica?

Sufrimos discriminación cuando somos ignorados para asistir a reuniones porque nuestra fe nos convierte en… peculiares, aburridos, mojigatos. No somos convidados a eventos, fiestas, celebraciones, “reventones,” etc., porque hacemos sentir incómodos a quienes desean beber a sus anchas, porque hacemos sentir juzgados a quienes desean pecar libremente, porque somos como una piedra en el zapato. ¡Gloria a Dios por esa discriminación!

Sufrimos insultos cuando nos tachan de intolerantes, hundidos en el pasado, ignorantes de los tiempos modernos. Cuando la gente a nuestro alrededor se jacta de que la ideología de género es lo actual, que la mujer tiene potestad sobre su cuerpo y puede abortar cuando lo desee, que es una crueldad corregir a los niños, que la responsabilidad del matrimonio no recae sobre el varón, etc., y nos llaman anticuados por basar nuestras ideas en un libro de fantasía. ¡Gloria a Dios por esos insultos!

Sufrimos desprestigio cuando por nuestras ideas basadas en la Biblia hablan a nuestras espaldas tachándonos de “aleluyos,” “cristianoides,” evangélicos y demás adjetivos equivalentes y apuran a la gente a no escucharnos, a tener cuidado de no prestarnos atención so pena de “caer” y ser convertidos, como si creer en Jesucristo fuera una enfermedad. ¡Gloria a Dios por ese desprestigio!

Leamos la continuación en Lucas: “Alégrense en aquel día y salten de gozo, pues miren que les espera una gran recompensa en el cielo.” (Lucas 6:23a). Esa discriminación, esos insultos, ese desprestigio... nos producen recompensa en el cielo. ¡Bienvenidos!

sábado, abril 14, 2018

“Que exista la luz”

Y dijo Dios: “¡Que exista la luz!” Y la luz llegó a existir (Génesis 1:3).

El tercer versículo de la Biblia es famoso por un par de situaciones. Antes que nada, es la primera vez que se registra la voz de Dios. “¡Que exista la luz!” es lo primero que dijo, no precisamente a la humanidad, porque aún no existía, pero tal vez lo dijo con ella en la mente para la posteridad. Otra cosa interesante del versículo es que la luz de la que habló Dios no fue luz solar. El sol fue creado hasta el cuarto día. Entonces, ¿de qué luz estaba hablando Dios?

Para el pastor James Ryle es claro: Dios es luz y con esta acción estaba permitiendo su visibilidad. Iba a permitir un entorno en el cual Él se pudiera percibir. No necesitaba al sol o a las estrellas para existir. Al contrario. Al crear la luz en el primer día, quedó manifiesta su naturaleza. ¿Y cuál es su naturaleza? Amor.

En los siguientes días Dios manifestó su amor. Creó las condiciones para que el hombre pudiera existir en un pequeño hogar llamado Tierra en un entorno (sistema solar, galaxia, clúster, universo) impresionante. Imagínese construyendo un pequeño acuario para su pececito de colores. Pero lo ama tanto que además le construye, no solo una habitación donde ubicar el acuario, sino un edificio, un vecindario, un país, un continente, diseñados específicamente para que las condiciones del acuario sean perfectas para el desarrollo de su pequeño pez.

El pastor Ryle concluye diciendo: “Su deseo (de Dios) es que veamos (percibamos, entendamos, y para eso es la luz) una revelación de Su amor en todo lo que Él ha hecho, en todo lo que Él dice y en todo lo que Él hace.” Sin luz, olvidemos al sol, no podemos.

Dios es amor (literalmente) y Dios es luz (metafóricamente).

martes, abril 10, 2018

Resplandece

¡Levántate y resplandece, que tu luz ha llegado! ¡La gloria del Señor brilla sobre ti! (Isaías 60:1)

Si bien en este capítulo el texto está dedicado a Israel, no es remoto ni descabellado hacerlo propio en tanto el objetivo del mensaje no se desvirtúe: esparcir la gloria del Señor Jesucristo. Esto es, si la gloria del Señor brilla en nosotros, no es para hacernos famosos, destacar en este mundo o llenarnos de soberbia. Es para esparcir el mensaje de salvación.

Note que la primera parte es una instrucción o tal vez un mandato, incluso, una orden: ¡Levántate y resplandece! Lo primero que debemos hacer es levantarnos. Hacer algo por el reino, poner un esfuerzo, algo de nuestra parte para luego recibir la luz del Señor y resplandecer. Viene a la memoria aquel mensaje que recibió Josué: “Esfuérzate y sé valiente…” (Josué 1:6a). Dios le dio instrucciones a Josué y lo motivó diciéndole que estaba de su lado. Aún así Josué tuvo que ir a la batalla.

¿Podía el Señor diezmar a los enemigos de Josué con una legión de ángeles? Podía, pero no era parte de sus planes. Él necesita que los hombres estén involucrados en la batalla de todos los tiempos. Josué respondió positivamente en su momento. Fue a la guerra y tomó posesión de la tierra de Canaán. Hoy en día nos toca a nosotros.

Gracias a Dios que no se trata de una batalla física, sino de una espiritual, pero de la misma manera tenemos que combatir a un enemigo. Igual que en los cuentos de hadas cuando el héroe va a rescatar a la princesa de las manos del dragón, nosotros debemos rescatar almas de las manos de Satanás. Si cree que el Diablo va a ir a entregarse dócilmente a donde usted se encuentra cómodamente acostado, va a sufrir una desilusión. Hay que levantarse e ir a la lucha. Debemos poner nuestra disposición a las órdenes del plan del Señor.

Y entonces resplandeceremos y la luz del Señor brillará en nosotros. Tendremos honor en donde vale la pena tenerlo: en el Reino. La fama en el mundo es vanagloria temporal e improductiva. Haga tesoros eternos: ¡Levántese y resplandezca! Es una orden.

miércoles, abril 04, 2018

Naturaleza Pecaminosa


Los que viven conforme a la naturaleza pecaminosa fijan la mente en los deseos de tal naturaleza; en cambio, los que viven conforme al Espíritu fijan la mente en los deseos del Espíritu. La mentalidad pecaminosa es muerte, mientras que la mentalidad que proviene del Espíritu es vida y paz (Romanos 8:5-6).

No señalemos a nadie, pero hay muchas gentes a nuestro alrededor que caen dentro de la primera descripción. Tal vez, y tristemente, nosotros mismos. Los que viven en adulterio, fornicación y pornografía, en la creencia de que son placeres, se encuentran amarrados a la sensualidad y viven esperando el fin de semana en que volverán a dar rienda suelta a los deseos carnales. Los que viven atados al consumo de alcohol y otras adicciones, esperan el momento de tener una nueva excusa para reunirse con los “amigos” y dejarse llevar por la bebida, tabaco o drogas. Los que viven en la ilusión de que la abundancia de cosas materiales trae la felicidad, ansían llegue su oportunidad de vivir con lujos y exceso de autos, aparatos electrónicos, bienes raíces y demás.

Dice bien la Biblia que esas personas fijan la mente en los deseos de la naturaleza pecaminosa. Tristemente, jamás tendrán suficiente. Al iniciar una nueva semana, estarán con la mente puesta en el siguiente desenfreno. Al volverse común la última compra, estarán con la mente en el siguiente nivel de deseo material.

En cambio, hay que fijar la mente en los deseos del Espíritu. Dice la Palabra que el resultado es vida y paz. Y no se deje influenciar por los detractores de la vida espiritual que insisten en que es aburrida, dolorosa para las rodillas y sin placer alguno. Tales detractores no han leído Gálatas 5:22-23: En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas.

Imagine que es usted una persona cristiana, convencida de poner la mirada en los deseos del Espíritu. Usted será: llena de amor por la gente, sinceramente interesada por todos sus conocidos. Será llena de gozo, con la sonrisa siempre a flor de labios. Será llena de paz interior y se reflejará en su rostro y en su forma de ser. Será paciente, a pesar de los esfuerzos para alterarlo de gente necia a su alrededor. Será amable en cualquier circunstancia. Será bondadosa con humanos, animales y el planeta. Será llena de fe, evidenciado por su seguridad de salvación eterna. Será humilde no importando su estatus social. Y será capaz de controlar sus emociones ante cualquier conflicto.

Usted será una persona que cualquiera quisiera tener cerca, llena de amistades y con una vida plena en este planeta. ¿Cambiaría eso por una noche de parranda y desenfreno?

martes, abril 03, 2018

Abundancia

Que abunden en ustedes la gracia y la paz por medio del conocimiento que tienen de Dios y de Jesús nuestro Señor (2 Pedro 1:2)

¿Quién no desea más gracia y paz?

El diccionario de la RAE enfatiza lo agradable de estos conceptos. Gracia es “Don o favor que se hace sin merecimiento particular; concesión gratuita; perdón o indulto.” Imagínese ante un juez y un jurado, al estilo de las películas americanas, todo en un entorno imponente. Imagínese a usted mismo, en el sitio dispuesto para el acusado, con la cabeza baja, escuchando al fiscal enumerar sus muchas faltas: mentiras, abusos de confianza, manipulación de la información, adicciones, etc. Y tiene en su conciencia que todo es cierto, no tiene coartadas o argumento alguno ante tal abundancia de evidencias.

Llega el momento temido en que el juez le pregunta directamente: “¿Cómo se declara el acusado?” Y Usted con la cara ardiendo de vergüenza contesta: “¡Culpable, Su Señoría!” Llega entonces el momento de la sentencia y está esperando escuchar lo peor de labios del juez. Este hace sonar su martillo (¿no le parece extraordinario el uso del martillo? Podían haber usado una campana, un timbre, un cuerno, música de expectación, en fin… escogieron un martillo de madera). Y al hacerse el silencio el juez dicta sentencia: “No hay dudas de la culpabilidad del acusado, pero por amor a mi hijo, quien está rescatando al acusado, este queda en libertad, sin condena alguna. Se levanta la sesión.” Eso es Gracia con G mayúscula.

Además, según el diccionario RAE: “Paz es sentimiento de armonía interior que reciben de Dios los creyentes.” De nuevo, ¿quién no desea más gracia y paz? Nótese que Pedro no está deseando, a quienes escribe, abundancia de pan o de cosas materiales, sino de gracia y paz.

El problema es que muchas veces los cristianos, aunque desean más de la gracia y la paz de Dios, no están dispuestos a pasar más tiempo en la Palabra de Dios y en la oración, como dice la continuación del versículo: “Por medio del conocimiento…” Dios de entrada nos da gracia y paz de a gratis, pero pone la abundancia de ellas a cambio de un pequeño esfuerzo de nuestra parte: lectura de la Palabra y oración.

La abundancia que vale la pena está a nuestro alcance.

lunes, marzo 26, 2018

Sol y Escudo


10 Un solo día en tus atrios, ¡es mejor que mil en cualquier otro lugar!
Prefiero ser un portero en la casa de mi Dios que vivir la buena vida en la casa de los perversos.
11 Pues el Señor Dios es nuestro sol y nuestro escudo; él nos da gracia y gloria.
El Señor no negará ningún bien a quienes hacen lo que es correcto.
12 Oh Señor de los Ejércitos Celestiales, ¡qué alegría tienen los que confían en ti! (Salmos 84:10-12, NTV).

El Salmo 84 es uno de los preferidos para alabar a Dios. Pero cuando se lee completo y de corrido, se pierden ciertos detalles. Por ejemplo, veamos los versículos 10 al 12.

Se entendería que un día en los atrios, es un día de cercanía con Dios, no importa cuál sea el sitio geográfico puntual. ¿Por qué pasar tres años con los perversos, personas alejadas de Dios, cualesquiera que fuese su pecado, podría ser mejor que un día de comunión con Dios? Vida en pecado, no es vida. Vida con Dios es plenitud.

En el verso 11 se afirma que Dios es Sol y Escudo. No sólo nos ilumina, nos conforta, nos libra del frío, sino que, además, como escudo, nos protege, detiene los dardos del enemigo y nos cubre. Vivir en temor es casi como ofenderlo.

Y lo mejor de todo, ahí mismo en el verso 11, es cuando dice que nos da “Gracia y Gloria.”
En telefonía, 2G es muy poco, pero en el lenguaje de Dios, esta doble G es lo máximo. Gracia: porque somos humanos falibles no merecedores de su perdón, y sin embargo… nos recibe como hijos preferidos.
Gloria: porque somos humanos falibles no merecedores de su perdón, y sin embargo… nos otorga vida eterna.

No confundamos la gloria que otorga Dios con los miles de “me gusta” en Facebook. Regresemos al inicio del verso 10: Un solo día en tus atrios…

Y el remate, como consecuencia lógica de lo anterior: ¡Qué alegría tienen los que confían en ti!

domingo, marzo 25, 2018

Tesón

“Y ahora tengan en cuenta que voy a Jerusalén obligado por el Espíritu, sin saber lo que allí me espera. Lo único que sé es que en todas las ciudades el Espíritu Santo me asegura que me esperan prisiones y sufrimientos. Sin embargo, considero que mi vida carece de valor para mí mismo, con tal de que termine mi carrera y lleve a cabo el servicio que me ha encomendado el Señor Jesús, que es el de dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios” (Hechos 20:22-24).

En el contexto de esta cita, Pablo estaba por emprender un viaje a Jerusalén y eventualmente de allí iría a prisión a Roma. Sus amigos de Éfeso le rogaban que no fuera. Evidentemente sospechaban, con tantas personas opuestas a su ministerio en favor del Evangelio, que Pablo corría peligro.

Pablo bien podía haberlos escuchado. Éfeso era una región influyente y desde ahí podía continuar su ministerio en forma cómoda y segura. Sus palabras son un tesoro que ejemplifica el tesón (Decisión y perseverancia que se ponen en la consecución de algo, según la definición del diccionario) a la perfección.

Sabiendo que le esperaban prisiones y sufrimientos… insistió en ir.

Puso en una balanza imaginaria, por un lado, su vida y del otro el dar testimonio del evangelio y no dejó lugar a dudas cuál fue el veredicto: mi vida carece de valor para mí mismo. Era más importante llevar a cabo el servicio encomendado por el Señor Jesús.

¿Y nosotros? ¿Nos acobardamos ante los riesgos? ¿Ignoramos el llamado? ¿Nos distraemos con actividades superficiales e intrascendentes? Reflexionemos que, en el gran panorama de la vida eterna, lo realmente importante es… dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.

jueves, marzo 22, 2018

El Reino de Dios

Los fariseos le preguntaron a Jesús cuándo iba a venir el reino de Dios, y él les respondió:
“La venida del reino de Dios no se puede someter a cálculos. No van a decir: “¡Mírenlo acá! ¡Mírenlo allá!” Dense cuenta de que el reino de Dios está entre ustedes.” (Lucas 17:20-21).

La mente de los humanos tiene en ocasiones ideas tan preconcebidas que nos impide entender verdades eternas. Probablemente la cita de Lucas sea uno de esos casos. Sentimos que estamos en un viaje para llegar al Reino de Dios. Que el Reino de Dios es un sitio, más que una situación, al cual nos dirigimos desde aquel momento en que confesamos a Jesús como nuestro Señor y Salvador.

¿Ha tomado el auto con sus hijos rumbo a un sitio vacacional? ¿Cuánto tiempo transcurrió hasta que uno de los pequeños preguntó: “¿Falta mucho?”? Resulta que como cristianos sentimos que “Falta mucho” para llegar a ese sitio en que nuestras enfermedades serán curadas, nuestros problemas resueltos, nuestra economía sanada, nuestro carácter domado, nuestras debilidades controladas, y un largo etcétera. La gracia de Dios será sobreabundante cuando lleguemos al Reino de Dios, decimos. Y nos equivocamos.

“Dense cuenta de que el reino de Dios está entre ustedes.” Escribió Lucas y lo que fue cierto en su tiempo, aún lo es hoy en día. Entonces resulta que estamos en un largo viaje empreñados a llegar a ser como Cristo, pero resulta que es un viaje de exactamente “Cero kilómetros,” es más, “Cero metros,” porque la verdad ya está en nuestros corazones. Lo único que hace falta es que la comprensión, “la verdad,” nos haga libres. Si lo quiere poner en términos populares, “que nos caiga el veinte” pues.

Si usted pregunta, ¿entonces por qué tantos problemas, enfermedades, falta de dinero, mal carácter, etc., si el Reino ya está aquí?, recordemos las palabras de Pablo:

Lo que dice la Biblia:
Para evitar que me volviera presumido por estas sublimes revelaciones, una espina me fue clavada en el cuerpo, es decir, un mensajero de Satanás, para que me atormentara. Tres veces le rogué al Señor que me la quitara; pero Él me dijo: “Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad”. Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo. Por eso me regocijo en debilidades, insultos, privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo; porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte (2 Corintios 12:7-10).

Estamos tomando un largo viaje a un sitio muy cercano.

Crecimiento Espiritual


El niño crecía y se fortalecía en espíritu; y vivió en el desierto hasta el día en que se presentó públicamente al pueblo de Israel… (Lucas 1:80).

La cita se refiere a Juan el Bautista. No existen muchos detalles de su vida, pero Lucas 1:80 basta para derivar una lección importante: la vida en el desierto puede fortalecernos espiritualmente.

De entrada, por favor no vaya a reservar un boleto al desierto del Sahara, al de Arabia, ni, menos, al de Sonora. El punto es que situaciones difíciles y problemáticas (resequedad económica, relaciones sociales deshidratadas, familiares espiritualmente secos) pueden hacernos sentir estar viviendo en un desierto más árido que los mencionados antes. Y condiciones duras, forman carácter fuerte. Las piedras preciosas deben ser talladas fuertemente para que brillen.

El tiempo en el desierto le ayudó a Juan a crecer espiritualmente. ¿No debería ser lo mismo para nosotros? Por supuesto que ello requiere voluntad y fe. El desierto también puede destruir al ser humano. Veamos si no a los migrantes que perecen en el desierto de Arizona. Por supuesto que confiamos en nuestro Dios para sacarnos adelante, pero la historia bíblica nos enseña que debemos poner de nuestra parte: David confiaba en Dios, pero eso no le libró de ir a las batallas, o de enfrentar a un gigante con las apuestas en contra.

¿Acaso no clamamos con más fuerza a Dios en nuestros momentos de mayor dificultad? ¿No nos ayuda eso a crecer espiritualmente? Igual que Juan. Seguramente cuando Dios notó que Juan estaba listo, lo mandó a iniciar su ministerio, un ministerio vital en el plan de Dios. Aunque sin duda todos los ministerios son importantes a los ojos de Dios, el de Juan en particular quedaría registrado en la Biblia.

Los crecimientos mentales, físicos, sociales y espirituales son relevantes en la vida de todo creyente. Si estamos retrasados en alguno de ellos, busquemos cómo fortalecerlo antes de que Dios nos mande sorpresivamente a algún desierto a pulirnos.

Corazón Temeroso

Digan a los de corazón temeroso: “Sean fuertes, no tengan miedo. Su Dios vendrá, vendrá con venganza; con retribución divina vendrá a salvarlos” (Isaías 35:4).

¿Quiénes son los de corazón temeroso? En mayor o menor medida, todos lo somos. Todos padecemos cierto estrés o ansiedad porque no tenemos claro el futuro. En ocasiones, es incluso justificado el sentir temor. Por ejemplo: Los gastos del mes/quincena/semana son superiores a los ingresos y no tenemos idea de cómo vamos a estirar el dinero hasta el siguiente cheque/depósito. Quizás los gastos se equiparan con los ingresos, pero de repente, alguien de la familia se enferma, o se le rompió el calzado, o requiere material para la escuela. O sentimos un pequeño dolor en nuestro cuerpo que nos espanta. O el director de la empresa donde trabajamos da un discurso acerca de que se iniciará una serie de ahorros para enfrentar la crisis económica y tememos por nuestro empleo, etc. Sin duda es inevitable y justificado sentir temor.

También hay casos donde el temor es injustificado: nuestros hijos se retrasan una hora en el regreso a casa y dejamos vagar la imaginación pensando que tuvieron un accidente, o que fueron asaltados. Nuestra pareja cambia la rutina e imaginamos una ruptura o nos llenamos de celos. Quizás usted recuerde un caso donde pasó horas imaginando lo peor, hasta que todo volvió a la normalidad y respiró aliviado dándose cuenta que su paranoia había sido de a gratis.

Entonces, justificada o injustificadamente, todos hemos tenido nuestros momentos de corazón temeroso. Y estamos llenos de estudios que hablan de que el estrés reduce la expectativa de vida. La cita de Isaías 35:4, es para esos momentos. Y la podemos completar con la cita de Lucas 12:22-23:

Lo que dice la Biblia:
Dijo luego a sus discípulos: Por tanto, os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis. La vida es más que la comida, y el cuerpo que el vestido.

¿Qué ansiedad o temor debemos soltar el día de hoy confiando en las palabras de Dios?