martes, abril 10, 2018

Resplandece

¡Levántate y resplandece, que tu luz ha llegado! ¡La gloria del Señor brilla sobre ti! (Isaías 60:1)

Si bien en este capítulo el texto está dedicado a Israel, no es remoto ni descabellado hacerlo propio en tanto el objetivo del mensaje no se desvirtúe: esparcir la gloria del Señor Jesucristo. Esto es, si la gloria del Señor brilla en nosotros, no es para hacernos famosos, destacar en este mundo o llenarnos de soberbia. Es para esparcir el mensaje de salvación.

Note que la primera parte es una instrucción o tal vez un mandato, incluso, una orden: ¡Levántate y resplandece! Lo primero que debemos hacer es levantarnos. Hacer algo por el reino, poner un esfuerzo, algo de nuestra parte para luego recibir la luz del Señor y resplandecer. Viene a la memoria aquel mensaje que recibió Josué: “Esfuérzate y sé valiente…” (Josué 1:6a). Dios le dio instrucciones a Josué y lo motivó diciéndole que estaba de su lado. Aún así Josué tuvo que ir a la batalla.

¿Podía el Señor diezmar a los enemigos de Josué con una legión de ángeles? Podía, pero no era parte de sus planes. Él necesita que los hombres estén involucrados en la batalla de todos los tiempos. Josué respondió positivamente en su momento. Fue a la guerra y tomó posesión de la tierra de Canaán. Hoy en día nos toca a nosotros.

Gracias a Dios que no se trata de una batalla física, sino de una espiritual, pero de la misma manera tenemos que combatir a un enemigo. Igual que en los cuentos de hadas cuando el héroe va a rescatar a la princesa de las manos del dragón, nosotros debemos rescatar almas de las manos de Satanás. Si cree que el Diablo va a ir a entregarse dócilmente a donde usted se encuentra cómodamente acostado, va a sufrir una desilusión. Hay que levantarse e ir a la lucha. Debemos poner nuestra disposición a las órdenes del plan del Señor.

Y entonces resplandeceremos y la luz del Señor brillará en nosotros. Tendremos honor en donde vale la pena tenerlo: en el Reino. La fama en el mundo es vanagloria temporal e improductiva. Haga tesoros eternos: ¡Levántese y resplandezca! Es una orden.

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