¡Levántate
y resplandece, que tu luz ha llegado! ¡La gloria del Señor brilla sobre ti!
(Isaías 60:1)
Si bien en este capítulo el texto está
dedicado a Israel, no es remoto ni descabellado hacerlo propio en tanto el
objetivo del mensaje no se desvirtúe: esparcir la gloria del Señor Jesucristo.
Esto es, si la gloria del Señor brilla en nosotros, no es para hacernos
famosos, destacar en este mundo o llenarnos de soberbia. Es para esparcir el
mensaje de salvación.
Note que la primera parte es una
instrucción o tal vez un mandato, incluso, una orden: ¡Levántate y resplandece!
Lo primero que debemos hacer es levantarnos. Hacer algo por el reino, poner un
esfuerzo, algo de nuestra parte para luego recibir la luz del Señor y
resplandecer. Viene a la memoria aquel mensaje que recibió Josué: “Esfuérzate y
sé valiente…” (Josué 1:6a). Dios le dio instrucciones a Josué y lo motivó
diciéndole que estaba de su lado. Aún así Josué tuvo que ir a la batalla.
¿Podía el Señor diezmar a los enemigos de
Josué con una legión de ángeles? Podía, pero no era parte de sus planes. Él necesita
que los hombres estén involucrados en la batalla de todos los tiempos. Josué
respondió positivamente en su momento. Fue a la guerra y tomó posesión de la
tierra de Canaán. Hoy en día nos toca a nosotros.
Gracias a Dios que no se trata de una
batalla física, sino de una espiritual, pero de la misma manera tenemos que
combatir a un enemigo. Igual que en los cuentos de hadas cuando el héroe va a
rescatar a la princesa de las manos del dragón, nosotros debemos rescatar almas
de las manos de Satanás. Si cree que el Diablo va a ir a entregarse dócilmente
a donde usted se encuentra cómodamente acostado, va a sufrir una desilusión.
Hay que levantarse e ir a la lucha. Debemos poner nuestra disposición a las
órdenes del plan del Señor.
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