martes, marzo 24, 2009

El Narcotraficante Joaquín “Chapo” Guzmán en la Lista de Forbes

La Noticia:
En un comunicado… la revista Forbes calificó como “deplorable” que alguien como Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo Guzmán” tuviera millones de dólares, motivo por el que apareció en el top de la publicación… La misiva reseña que no sólo se ha destacado la riqueza del narcotraficante mexicano, también en el pasado se han nombrado a personalidades del crimen organizado como Meyer Lansky y el capo colombiano, Pablo Escobar Gaviria, alias “El Patrón”… En la lista de la revista de personalidades más ricas en el mundo, aparece el genio de las computadoras, Bill Gates en el primer lugar, mientras que el capo mexicano ocupa la posición 701… (reforma.com)

Comentario:
Comencemos por lo irrelevante: Muchos de los millonarios en la lista se comprometen con causas filantrópicas (quiero creer que por un compromiso con la sociedad y no para pagar menos impuestos). Así Bill Gates y Warren Buffett colaboran en un fondo a favor de niños pobres del mundo. ¿Qué causa abrazaría el “Chapo” Guzmán? ¿Alcohólicos Anónimos? ¿Qué contesta un narcotraficante cuando su hijo le pide muestras gratis? Quizás esta última pregunta no sea tan irrelevante.

Al incluir a un narcotraficante en la lista de Forbes y reconocer a alguien que hizo su dinero de manera ilegal, se está enviando una señal equivocada, por decir lo menos, al mundo, ya que esta lista está diseñada ex profeso para producir envidia. El número 1 de dicha lista, Bill Gates, posee, luego de un mal año, ¡$40 mil millones de dólares! Y se le exalta como a un campeón, como al número uno del tenis, o al jugador más valioso del basquetbol.

Para lograr aparecer en la lista se requiere una fortuna de al menos mil millones de dólares y si bien la revista se disculpa diciendo que no está juzgando, sino sólo mencionando una estadística, hace aparecer a un delincuente como una personalidad. Parece como un engaño para disminuir lo grave de su pecado y hacer que la gente lo acepte y que cosas negativas pasen por inofensivas o incluso atractivas.

No debemos dejarnos deslumbrar por lo que el mundo exalta o enfoca. Si bien este narcotraficante puede presumir estar entre los más ricos del mundo, dudo que pueda darse el lujo de caminar por la calle sin un ejército de guardaespaldas. Su cabeza tiene precio y seguramente está mirando sobre su hombro todo el tiempo, pendiente de operativos del ejército, de capos rivales o de subalternos ambiciosos.

Lo que dice la Biblia:
Guarda silencio ante el Señor, y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, por el hombre que hace maldades. Deja la ira, y desecha el enojo. No te excites en manera alguna a hacer lo malo. Porque los malignos serán destruidos, pero los que esperan en el Señor, ellos heredarán la tierra. Pues de aquí a poco no existirá el malo. Observarás su lugar, y no estará allí. Pero los mansos heredarán la tierra, y se recrearán con abundancia de paz. (Salmos 37:7-11)

Lo importante es estar orgullosos de nuestro trabajo, por poco llamativo que pueda ser, y ser capaces de comer sin sobresaltos. Tengamos la certeza que el dinero de este narcotraficante puede ser capaz de comprar a autoridades corruptas, e incluso un lugar al lado de célebres millonarios, pero no le comprará su salvación.

Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente (Tito 2:11-12).

miércoles, marzo 18, 2009

Tragedia

“No temas, pues en memoria de tu padre Jonatán he decidido beneficiarte. Voy a devolverte todas las tierras que pertenecían a tu abuelo Saúl, y de ahora en adelante te sentarás a mi mesa.” Mefiboset se inclinó y dijo: “¿Y quién es este siervo suyo, para que Su Majestad se fije en él? ¡Si no valgo más que un perro muerto!” (2 Samuel 9:7-8)

Quizás mucha gente con auto-compasión pueda sentirse identificada con Mefiboset, no por su nombre, que ya sería motivo para sentirse mal, sino por la tragedia que había sido su vida hasta el momento de la conversación anterior. Recordemos que Mefiboset nació en cuna real, fue hijo de un príncipe: Jonatán, el hijo del rey Saúl. El problema es que él apenas disfrutó los lujos que la familia de un monarca normalmente posee. Cuando sólo tenía cinco años, fallecieron tanto el rey, como su padre, el príncipe Jonatán. Al saberse la noticia, su nana, en las prisas, lo dejó caer (considerando que los niños de cinco años son muy flexibles, debe haber sido un verdadero porrazo) y quedó cojo desde entonces.

Por otra parte, Jonatán hijo de Saúl tenía un hijo de cinco años, llamado Mefiboset, que estaba tullido. Resulta que cuando de Jezrel llegó la noticia de la muerte de Saúl y Jonatán, su nodriza lo cargó para huir pero, con el apuro, se le cayó y por eso quedó cojo. (2 Samuel 4:4)

¿Podemos imaginarnos su vida? Huyendo porque su familia había caído en la desgracia, dependiendo físicamente de otros por su discapacidad, rencoroso tal vez, porque el accidente no había sido su culpa, amargado quizás porque hubiera podido haber un principado, o incluso un reino en su futuro… Así podemos comprender su lenguaje ante el Rey David: “¡Si no valgo más que un perro muerto!”

Cierto que la mayoría no nacemos en familia real, si bien nos va en una familia normal, que sin embargo, se desintegra: los padres se divorcian o se la pasan peleando, alguien se encarga de “tullirnos” emocionalmente con abusos físicos o verbales, o simplemente por “descuido,” luego nos la pasamos huyendo de la realidad, dependiendo del poco cariño que algún alma caritativa arroje hacia nosotros… No es raro entonces que cuando alguien nos habla de Dios exclamemos: “¿Y quién soy yo para que Dios se fije en mí?”

Lo que pasa es que no estamos escuchando atentamente. David dijo: “en memoria de tu padre Jonatán he decidido beneficiarte…” ¡Oh! Pero nosotros no somos de cuna real, ya lo aclaramos. Nuestra familia quizás fue normal algún día, pero de real, nada, lo más cercano fue quizás alguna tatarabuela que sirvió en la cocina de cierta duquesa. No tenemos forma de que alguien nos quiera beneficiar en memoria de algún pariente. ¿O sí?

¿Qué “nos” diría Dios, en lugar del Rey David?: “No temas, pues en memoria de mi hijo Jesucristo he decidido beneficiarte.” Ahí está la clave. Después de todo, sí podemos tener “derechos de sangre,” podemos pertenecer a la familia de Jesús… ¡Podemos ser los hijos adoptivos de un rey! Sólo necesitamos aceptarle como nuestro Señor y Salvador y podremos sentarnos a la mesa del Rey de Reyes.

Es importante considerar la otra parte de la historia de Mefiboset, la parte que él no presenció (y por lo mismo no podía entender que el rey David deseara beneficiarlo), aquella en que David y Jonatán fueron amigos cercanos. Asimismo, si consideramos la parte en que Jesucristo abogó por nosotros ante su padre, comprenderemos por qué valemos más, mucho más, que un perro muerto.

martes, marzo 10, 2009

Se Busca Vivo o Muerto

¿Quién no ha escuchado alguna vez la famosa frase: “Se Busca, Vivo o Muerto”? Generalmente mostrando la foto de un famoso asesino o asaltabancos. Las comisiones de derechos humanos seguramente condenarían hoy en día la parte de “Muerto”, pero sólo como ejercicio mental, imagine uno de esos letreros de “Se Busca…” con su foto (si gusta imagínela con la foto que le tomaron en su graduación y no aquella que le tomaron para la licencia de conducir, en la que salió terrible). ¿Cuál es el objetivo de imaginarse buscado? Quizás efectivamente alguien allá arriba lo está buscando. ¿Porqué vivo o muerto? Cuando hablamos de Dios, no hay forma de eludir la idea de que algún día todos moriremos y estaremos frente a Él rindiendo cuentas.

Ahora cambiemos de ángulo. ¿Qué tal si aplicamos la frase de “Se Busca…” con el enfoque de que nosotros, estemos vivos o muertos, debemos buscar a Jesucristo? Buscar a Jesucristo (aceptándolo como Señor y Salvador) tiene sentido tanto en vida como en muerte. En vida tenemos la recompensa del fruto del Espíritu mencionado en Gálatas 5:22-23 (ver abajo), en tanto que en muerte tenemos la promesa de vida eterna. ¿Se puede desear más?

La Biblia dice: “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16, NVI). Así que al morir tenemos asegurada la entrada al reino de Dios, si es que en vida le buscamos. Cuando estamos vivos es el momento de tomar una decisión fundamental: aceptar a Jesús, adoptando la promesa de que estaremos con él en el cielo por la eternidad, o rechazarlo, con la consecuencia nada agradable de residir en el infierno al morir. No hay puntos intermedios y uno se pregunta al tratarse de una decisión demasiado evidente (vida eterna o muerte espiritual), si alguien en su sano juicio es capaz de tomar la segunda opción.

La única posibilidad de que la gente no acuda en multitudes a las congregaciones a buscar a Jesús, es quizás porque dudan de que exista vida después de la muerte. Muchos deciden “apostar” a que no existe Dios y viven una vida disipada que los conducirá irremisiblemente, si pierden su apuesta (y existen buenas razones para creer que la perderán), a una segunda muerte.

Lo que dice la Biblia:
En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas. (Gálatas 5:22-23, NVI)

Si bien la perspectiva de vida eterna sería suficiente, los beneficios de aceptar a Jesucristo no se limitan a la vida después de la muerte. Leemos en Gálatas que el fruto del Espíritu, esto es, la consecuencia de habernos acercado a Jesús, es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. ¿Quién rechazaría una personalidad con estas cualidades? Alguien así sería apreciado por familiares, compañeros de trabajo y vecinos. Además de alejar la naturaleza negativa mencionada en Gálatas 5:19-21, nos convertiríamos en la envidia de todos cuantos nos rodean. En otras palabras, viviríamos en forma plena, con un propósito y con una felicidad abundante y contagiosa.

Debe quedar claro que en el cristianismo no se trata de padecer o sufrir en esta vida para merecer en la que sigue (aunque tampoco se promete una vida sin problemas). Amor, alegría y paz, por mencionar sólo tres elementos, describen plenitud, no penitencia. La clave, no es la inexistencia de problemas, sino cómo se enfrentan. Nadie está libre de problemas en la tierra, pero quien tiene a Jesús es capaz de enfrentarlos con dignidad y buena cara.

Simplemente no hay forma de perder al buscar a Dios. En vida, plenitud, y al morir, vida eterna. Vivos o muertos contamos con Él, pero la decisión de buscarlo tiene que ser hoy cuando aún tenemos vida.

martes, marzo 03, 2009

Campañas Anti Dios

La Noticia:
Campañas publicitarias de ateos y creyentes llegaron este lunes a España, donde se pueden leer mensajes como "Probablemente Dios no existe" o "Dios sí existe"… En Barcelona, la Asociación de Ateos y Librepensadores inició este lunes su propia maniobra, al poner en dos autobuses de las líneas 14 y 41 la leyenda "Probablemente Dios no existe, deja de preocuparte y disfruta de la vida"… El pastor evangelista… Paco Rubiales, colocó en la línea 493 de autobús el mensaje: "Dios sí existe. Disfruta de la vida en Cristo"…

Comentario:
Antes de hablar en serio, encontré por ahí otros mensajes que algunos grupos estarían tentados en colocar en autobuses, siguiendo esta moda. Espero no ofender a nadie y repito que es broma. Por ejemplo los tele- evangelistas y los de la iglesia “Pare de Sufrir,” colocarían el siguiente letrero: “Si quieres que Dios exista, manda más dinero.” Los ecologistas colocarían el siguiente letrero: “Este autobús no debería existir. Mejor disfruta una caminata.”

No estoy muy seguro cuál podría ser la motivación para iniciar una campaña anti Dios. Si realmente están creyendo en el mensaje, supongo que el objetivo sería “dejar de preocuparse y disfrutar la vida.” Pero ¿cómo se puede interpretar? ¿Abandona el sentimiento de culpa y vive una aventura extramarital? ¿No hay consecuencias, ahógate en alcohol? ¿Nadie te ve, da rienda suelta a tu lujuria?

Porque si se trata de disfrutar de la vida en familia, compartiendo con el cónyuge, jugando con los hijos, conversando con los amigos, viendo películas sin sexo o violencia, realmente estamos disfrutando la vida dentro del plan de Dios. Con las ventajas adicionales que no tendremos consecuencias (aún si somos capaces de ahogar los remordimientos) como hijos fuera del matrimonio, accidentes por conductores ebrios, una sociedad decadente, pornografía infantil, etc.

Por si fuera poco, si creemos en Dios y vivimos conforme a la Biblia, tendremos los siguientes beneficios: confianza en nuestra pareja y ausencia de celos, vida sin estrés gracias a confiar en que Dios nos bendecirá económicamente (del trabajo no nos salvamos, pero sí de las presiones financieras), vida más saludable y auténtica al no añadir alcohol y otros enervantes como forma de desinhibición y escape, vida mental más saludable al no incorporar situaciones morbosas a nuestros pensamientos, confianza en que nuestros hijos no serán agredidos por vándalos libres del temor de Dios, etc.

Y todo esto sin introducir en el debate la posibilidad de la vida eterna.

Lo que dice la Biblia:
Cuando erais esclavos del pecado, erais libres con respecto a la justicia. ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. Pero ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación y, como fin, la vida eterna, porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro. (Romanos 6:20-23)

En la duda, o sin posibilidades de demostrar terrenalmente la existencia de la vida eterna, como dicen los agnósticos, ¿no valdría la pena actuar a lo seguro? ¿Sobre todo cuando las consecuencias terrenales son más positivas para quienes creen en Dios? Como bien dice el letrero de Paco Rubiales, disfrutemos la vida en Cristo y saboreemos la expectativa de una vida eterna con Él. No hay forma de perder.