martes, diciembre 22, 2009

Felicidades

¡Feliz Navidad!

No olvidemos que la verdadera razón de festejar la Navidad es el nacimiento del salvador de la humanidad. Al menos de esa parte de la humanidad que lo recuerda y lo invita a entrar a sus vidas. La salvación, recordemos, no es automática, si bien es gratuita.

Lo que dice la Biblia:
Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra (Romanos 11:6)

Esto que parece confuso, en realidad simplifica la razón de ser de Jesucristo. Él nació para salvar a la gente por gracia, de forma gratuita, sin que nadie tuviera que hacer algo para lograrlo (obras). Si alguien tuviera que realizar algo, un ritual, dar dinero, trabajar por los pobres, etc., dejaría de ser un regalo la salvación, o en otras palabras, dejaría de ser gracia.

No nos compliquemos y simplemente aceptemos el regalo de Jesús. Y lo único que hay que hacer es decirle a él en forma personal: "¡Gracias Jesús! Te acepto como mi salvador."

(Editor: ¿No vas a mencionar que llegaste a las 100,000 visitas? ¡Me asombras!)
(Autor: En otra ocasión. Esta semana le pertenece a Jesús)
(Editor: Por una vez estoy de acuerdo contigo)
(Autor: De todos modos, gracias a todos los visitantes que lo hicieron posible)
(Editor: Ya arruinaste el momento)

lunes, diciembre 07, 2009

Cantante Casi Fallece en Tratamiento Estético

La Noticia:
Ser "eternamente bella bella" puede acabar en deformidades, dolor... o la muerte… El caso de Alejandra Guzmán ha causado revuelo por ser una figura pública, pero el cirujano plástico José Luis Haddad Tame revela que es más común de lo que se piensa: sólo en el Hospital General de México cada semana atienden por lo menos cinco complicaciones… La mayoría son mujeres con secuelas graves por la inyección de sustancias "modelantes", aplicadas por charlatanes que se ostentan como cosmeatras, cosmetólogos o esteticistas… Aceites de uso mecánico, para autos y aviones, y vegetales, como el de cocina, o silicón de uso industrial es lo que suelen aplicar en centros de belleza operados por falsos especialistas, advierten los expertos… Estas sustancias provocan desde infecciones y ulceraciones en la zona intervenida hasta insuficiencia renal, infarto al corazón, embolia pulmonar o derrame cerebral. Incluso, pueden llevar a la muerte a causa de un choque anafiláctico, la forma más severa de una reacción alérgica… El poco sentido común, la ignorancia y la obsesión por cumplir con los estereotipos de belleza son factores que suelen aliarse en contra de quienes buscan practicarse algún procedimiento estético rápido y a bajo costo… (reforma.com)

Comentario
Parece que a la cantante le inyectaron en los glúteos una sustancia química (un plástico semejante al que se utiliza para producir los empaques de los CDs) que incluso los robots rechazarían. ¿Hasta qué nivel es capaz una persona de someterse a un tratamiento para “mejorar” su imagen? ¿Hasta qué punto puede llegar la vanidad de una persona?

La vanidad, que según el Diccionario de la Real Academia Española, es arrogancia o presunción y puede conducir a las personas a límites poco imaginados, como se indica en la noticia. Lo curioso es que el llamar vanidoso, arrogante o presuntuoso a alguien es buscar ofenderlo. Nadie confiesa o presume su vanidad porque se reconoce comúnmente como un rasgo de carácter negativo. Y sin embargo, muchas mujeres pagan grandes sumas, sufren dolor y arriesgan su vida por ello.

La Biblia dice: No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros (Gálatas 5:26).

Es claro que pueden haber diferentes niveles de cirugía estética: comenzando por un pequeño estiramiento de la piel, liposucciones, llegando hasta reconstrucciones de busto. Probablemente los niveles de riesgo también varían, por lo que entonces la pregunta sería: en tanto el riesgo no sea elevado, ¿es aceptable?

La respuesta, sin embargo, no depende del nivel de riesgo, o del nivel de vanidad. Así como Dios no acepta niveles de mentira, o de envidia, o de fornicación (no se puede estar sólo un poquito embarazada). Lo importante, entonces, es lo que hay en el corazón. Difícilmente Dios rechazará a quien se hace un corte de cabello. Pero existe un límite marcado por la motivación, entre el cuidado corporal y donde la vanidad lleva a modificar el cuerpo. Cuando la propia imagen pasa a ser lo más importante en la vida, no importa si es una capa de pintura o una reconstrucción completa, porque la prioridad ha dejado de ser Dios.

Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo volveréis mi honra en infamia, amaréis la vanidad, y buscaréis la mentira? (Salmos 4:2).

Ciertamente debemos ser luz en la sociedad y vestir con propiedad, esta parte incluye la higiene y el cuidado del cuerpo. Es claro que se pueden utilizar cremas humectantes para el rostro e incluso cosméticos, en tanto haya conciencia de honrar a Dios, no a la carne. Muchas veces la moda y las reconstrucciones o cirugías van encaminadas a provocar lujuria y sensualidad. Ahí ya se está honrando a la carne. Hay que arreglarse y cuidarse con decoro en mente, más allá, estamos seguramente tratando con vanidad mal encaminada.

Lo que dice la Biblia:
También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos… (2Ti 3:1-2).

En resumen, si nos dejamos dominar por la vanidad, no estamos aceptando la vida como es. Todos deberíamos envejecer con dignidad y estar satisfechos con la forma en que Dios nos hizo. Si usted siente inseguridad porque cree que su nariz es muy grande, es porque precisamente está aceptando la opinión de los hombres por sobre la opinión de Dios. No debemos dejarnos influenciar por imágenes idealizadas de varones y mujeres, porque de hecho estas cambian con la moda y son… vanas.

¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios (1 Corintios 6:19-20).