Solo él puede librarte de las trampas del cazador y de mortíferas plagas, pues te cubrirá con sus plumas y bajo sus alas hallarás refugio.
¡Su verdad será tu escudo y tu
baluarte! (Salmo
91:3-4).
Estaba
leyendo que existe cierto debate en la autoría del Salmo 91. Hay quienes dicen
que lo compuso David, lo cual no sería raro, ya que compuso muchos otros salmos
y el tema de la confianza en Dios está en más de uno. Pero otros dicen que lo
compuso Moisés (de hecho, el Salmo 90 se le atribuye a él) y el estilo no está
tan apartado del 91. Participe en el debate. Lea los salmos 90 y 91 y opine si
los escribió la misma persona.
Ahora
bien, quienquiera que haya sido, conoció el miedo. Podemos imaginar a Moisés
encerrado en su casa mientras en la noche de Pascua pasaba el Ángel del Señor
matando a los primogénitos de los egipcios, orando y escribiendo este salmo. O
podemos imaginar a David, huyendo de Saúl, escondido en una cueva escribiendo con
una vela.
El
temor existió desde que la humanidad abandonó el Jardín del Edén, existió en
los tiempos de Moisés y David y aún existe en nuestros días. Tal vez no nos
aterre la persecución de un faraón o un rey, pero qué decir de la inflación, de
la falta de trabajo, de los recortes de personal, de las tarjetas de crédito
saturadas. O peor aún, de las enfermedades imprevistas, infecciones resistentes
a los antibióticos (nuestras plagas modernas), de los accidentes
automovilísticos, o las secuelas de las enfermedades crónicas. Y no podemos
dejar fuera de esta lista a los asaltos, los robos a casa habitación, el auto o
nuestros queridos aparatos electrónicos. Por último, los conflictos personales
y el apocalipsis zombi… (está bien, borre este último de la lista).
El
punto es, existen muchos motivos de temor hoy en día, pero en Dios podemos
encontrar refugio. Él es nuestra fortaleza. ¿Tiene algún temor? ¡Despreocúpese!
¡Hay un refugio cerca!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario