viernes, agosto 24, 2018

El Camino al Padre

―Señor —dijo Felipe—, muéstranos al Padre y con eso nos basta (Juan 14:8).

Esta época de elecciones, aparte de discusiones interminables acerca de quién es el mejor candidato, nos muestra el hambre que tiene la humanidad de tener a un héroe, a un caballero andante, líder de multitudes, como el director del destino de un país. En otras palabras, la gente busca a un Padre que guíe los pasos de un país agobiado por la corrupción y la violencia. Felipe está hablando por este ciudadano genérico que busca a un libertador de la condición presente de caos: “Señor, muéstranos al Padre y con eso nos basta.”

No se ofenda, pero, aunque su candidato ganara las elecciones, pocas cosas van a cambiar. Quizás existan reformas sociales, políticas, energéticas y las que se aparezcan, pero un candidato político no puede mostrar el camino al Padre. Y eso es lo que necesita esta sociedad moderna. Un cambio que inicie en el corazón.

Jesús dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie llega al Padre sino por mí.” ¿Queremos un libertador? ¿Buscamos quién detenga las crisis? ¿Necesitamos un líder que de verdad cambie las condiciones de nuestro entorno? Proclamemos a Jesús.

No se trata de evadir el voto. Como ciudadanos responsables debemos informarnos (fuentes confiables por favor) y emitir nuestro voto por quien consideremos es el mejor de los candidatos. Pero estemos conscientes que él no será la solución a todos los males del país. Hasta que Jesús no esté firmemente plantado en los corazones de los habitantes, la maldad, y en consecuencia el caos, prevalecerán en el mundo.

Para Felipe, ver al Padre era suficiente. Aunque usó otras palabras, Jesús le dijo que se conformaba con muy poco. (Lea Juan 14:9-14). Jesús remató diciendo: “Lo que pidan en mi nombre, yo lo haré” (Juan 14:14). ¡Qué promesa…! La solución a los problemas del país no está en un candidato, está en Jesús.

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