El
ángel dijo a las mujeres:
―No
tengan miedo; sé que ustedes buscan a Jesús, el que fue crucificado. No está
aquí, pues ha resucitado, tal como dijo. Vengan a ver el lugar donde lo
pusieron. Luego vayan pronto a decirles a sus discípulos: “Él se ha levantado
de entre los muertos y va delante de ustedes a Galilea. Allí lo verán”. Ahora
ya lo saben. (Mateo 28:5-7).
La mejor noticia que se puede haber dado
en este mundo no estuvo a cargo de ningún secretario de prensa, ni de un
periodista renombrado, sino de un ángel. En aquel tiempo no existía Internet o
redes sociales, pero aún así la noticia se viralizó. Las dos Marías fueron las
primeras en enterarse y a pesar del temor que deben haber sentido (después de
todo había habido un terremoto, la gran piedra a la entrada del sepulcro había
sido movida y un ángel les estaba hablando) hicieron la labor de esparcir la
noticia.
Notemos que el ángel les dice cuatro
cosas. Primero: “No tengan miedo” Y es que, a pesar del temblor y la sorpresa,
la noticia de la resurrección no es para temerse, sino para alegrarse. La
resurrección de Jesús representaba la victoria en la lucha contra el mal y eso
es algo para saltar de alegría. El grito del gol de la victoria en un encuentro
de fútbol debería palidecer ante nuestros gritos de júbilo.
Segundo: “No está aquí.” Jesús no está
muerto y una tumba no es lugar para buscarlo. Él es vida y podemos verlo a él y
a su obra en la vida. Tercero: “Vengan a ver.” Jesús no esconde las evidencias
a ver si alguien “se la cree.” Todo su ministerio fue registrado prácticamente
por cuadruplicado. Su muerte fue histórica y finalmente hubo testigos, tanto de
su tumba vacía, como de sus apariciones posteriores. Además, si ponemos en
práctica sus enseñanzas, todos podemos “ver” que son verdad.
Cuarto: “Vayan pronto a decir…” Ellas
tuvieron el encargo de ir con los discípulos a dar las buenas nuevas. Hoy en
día nos toca a nosotros. Y notemos ese “pronto.” Tenemos que ir PRONTO a
decirle al mundo que Jesús murió por nuestros pecados para salvarnos, pero
R-E-S-U-C-I-T-Ó…
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