viernes, octubre 05, 2018

Ansiedad

Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes (1 Pedro 5:7).

Este es un versículo digno de memorizar. No porque sea breve, sino porque a pesar de su brevedad, desborda profundidad. Vamos a repasarlo con calma.

Primero debemos recordar a quién fueron dirigidas estas palabras de Pedro. Al inicio de su carta Pedro no deja lugar a dudas de que está hablando a los elegidos y aunque aclara que es a los elegidos de ciertas regiones de Asia, no podemos rechazar hacerlas propias. Luego, al inicio del capítulo 5, Pedro se dirige a los jóvenes. No sé ustedes, pero como no aclara edad específica, yo tomo el consejo como propio.

Depositen en Él toda ansiedad…

Aquí conviene consultar el diccionario de sinónimos para ampliar la idea de la palabra ansiedad. Resulta que tenemos que entregarle a Dios, TODA ansiedad, desasosiego, intranquilidad, zozobra, angustia, ansia, congoja, desazón, inquietud y preocupación. Y aquí la palabra operativa es TODA. No digamos “no vale la pena molestar a Dios con esta pequeña preocupación,” “yo puedo controlar esta ligera intranquilidad, no quiero cargarle la mano a Dios.” Leyó bien… TODA ansiedad.

Porque Él cuida de ustedes…

¿Quién? Dios. No cualquier héroe de historietas que nos puede salvar de un ladrón, pero que es impotente ante el resto de nuestras angustias. El Dios omnipotente que creó al universo y a la humanidad. Para que nos quede claro: El único e indiscutible Dios verdadero.

Y lo mejor de todo: Porque Dios cuida de nosotros. Le importamos, nos formó, nos ha estado acompañando. De hecho, está esperando que nos caiga el veinte, que entendamos este versículo y que le entreguemos TODA nuestra ansiedad.

¿Qué estamos esperando?

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