viernes, mayo 23, 2014

El Segundo Toque

Lo que dice la Biblia:
Luego le puso otra vez las manos sobre sus ojos, y le hizo que mirase; y fue sano, y vio de lejos y claramente a todos (Marcos 8:25, RV2000)

Quizás recuerde la historia: Cuando Jesús estaba en Betsaida le llevaron a un ciego… “tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, y poniéndole las manos encima, le preguntó si veía algo. Y [él] mirando, dijo: Veo los hombres, pues veo que andan como árboles. Luego le puso otra vez las manos sobre sus ojos, y le hizo que mirase; y fue sano, y vio de lejos y claramente a todos” (Marcos 8:23-25). Jesús usó un método poco…, digámoslo así, llamativo: escupir en los ojos. Y no fue la única vez. Leemos en Juan 9:6 que también restableció la vista a un ciego con su saliva, aunque en esa ocasión hizo un lodo con ella.

A primera vista podría parecer preocupante que en el caso del ciego de Marcos 8:23, Jesús haya necesitado un segundo intento. Si la primera vez el ciego veía a los hombres como árboles, algo no estaba bien. ¿Jesús se equivocó en el primer intento? ¿O quería que aprendiéramos algo de este episodio? Me inclino por esta última opción.

El aprendizaje no es que la saliva de Jesús era milagrosa, no nos vayamos por esta avenida. Puede ser que quería enfatizar que todas las personas son diferentes y cada una recibe su milagro de forma diferente, incluso, en algunos casos, no a la primera ocasión. Otra posibilidad es que Jesús quería decirnos que necesitamos de un segundo toque. Cierto, la primera vez que recibimos a Jesús nos convertimos en cristianos y recibimos la vida eterna, pero ¿vemos claramente a los hombres? Jesús quiere que los veamos como él los ve: con amor, dignos de su sacrificio. ¿Seguimos juzgando, criticando, burlándonos, ignorando a/de los demás? Necesitamos de ese segundo toque ya. Los hombres no son árboles que se mueven. Debemos verlos claramente.

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