jueves, febrero 11, 2016

El Recorrido de la Visita del Papa en México

La Noticia:
Francisco sostendrá varios encuentros y ofrecerá misas en cinco entidades: Chihuahua, Chiapas, Michoacán, Estado de México y el DF… (elpais.com).

Comentario:
No podemos sino reconocer que el Papa Francisco tiene una gran influencia sobre los creyentes católicos, y según estadísticas (INEGI, 2010), en México, alrededor del 82% de la población profesa la religión católica.

No pienso hablar mal del Papa. Estoy convencido que, si no puedo decir algo positivo de una persona sin que ella esté presente, es mejor no decir nada. Además, no niego que el Papa Francisco es muy carismático. Más bien me gustaría decirle algo a él. Ya sé que no está entre los lectores de este sitio, pero nada me cuesta imaginar que alguien se lo va a recomendar y que el Papa se divertirá leyendo mis artículos.

El punto es ¿qué le diría al Papa si por alguna razón me escuchara? Si usted, lector, lo visita alguna vez, ¿qué le diría?

No me pondría a debatir con él las diferencias entre protestantes y católicos. Tampoco mencionaría los problemas que enfrentan las religiones. Ni siquiera hablaría de política.

Sólo le diría: “Por favor, en sus mensajes a su grey, recomiéndeles leer la Biblia.”

Eso sería todo. Y lo pienso porque leer la Biblia acerca al creyente, de cualquier “división” (note las comillas en la palabra) del cristianismo, a Jesús. Y en eso, todo cristiano que se precie, debería coincidir en que es un objetivo loable.


La lectura espiritual
152. Hay una forma concreta de escuchar lo que el Señor nos quiere decir en su Palabra y de dejarnos transformar por el Espíritu. Es lo que llamamos «lectio divina». Consiste en la lectura de la Palabra de Dios en un momento de oración para permitirle que nos ilumine y nos renueve. Esta lectura orante de la Biblia no está separada del estudio que realiza el predicador para descubrir el mensaje central del texto; al contrario, debe partir de allí, para tratar de descubrir qué le dice ese mismo mensaje a la propia vida. La lectura espiritual de un texto debe partir de su sentido literal. De otra manera, uno fácilmente le hará decir a ese texto lo que le conviene, lo que le sirva para confirmar sus propias decisiones, lo que se adapta a sus propios esquemas mentales. Esto, en definitiva, será utilizar algo sagrado para el propio beneficio y trasladar esa confusión al Pueblo de Dios. Nunca hay que olvidar que a veces «el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz» (2 Co 11,14).

153. En la presencia de Dios, en una lectura reposada del texto, es bueno preguntar, por ejemplo: «Señor, ¿qué me dice a mí este texto? ¿Qué quieres cambiar de mi vida con este mensaje? ¿Qué me molesta en este texto? ¿Por qué esto no me interesa?», o bien: «¿Qué me agrada? ¿Qué me estimula de esta Palabra? ¿Qué me atrae? ¿Por qué me atrae?». Cuando uno intenta escuchar al Señor, suele haber tentaciones. Una de ellas es simplemente sentirse molesto o abrumado y cerrarse; otra tentación muy común es comenzar a pensar lo que el texto dice a otros, para evitar aplicarlo a la propia vida. También sucede que uno comienza a buscar excusas que le permitan diluir el mensaje específico de un texto. Otras veces pensamos que Dios nos exige una decisión demasiado grande, que no estamos todavía en condiciones de tomar. Esto lleva a muchas personas a perder el gozo en su encuentro con la Palabra, pero sería olvidar que nadie es más paciente que el Padre Dios, que nadie comprende y espera como Él…

El Papa se dirigía a los predicadores, pero, ¿acaso no aplica también al mortal común?

Lo que dice la Biblia:
Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios (Romanos 10:17).

¡Ojalá el Papa Francisco usara su gran influencia para motivar a toda la gente a profundizar en la Palabra de Dios!

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