miércoles, marzo 07, 2007

Sale de su casa hombre de 360 kilos

La Noticia
Un equipo médico se ha hecho cargo de su reducción de peso, hasta hoy, de 180 kilos… Después de cinco años Manuel Uribe dejó por fin su casa. Y aunque hubiera querido hacerlo caminando, lo hizo en su cama especial para soportar sus 360 kilos de peso… Alguna vez considerado como el hombre más gordo de este mundo cuando pesaba 540 kilos, Uribe salió a dar un paseo… La cama especial de Uribe fue sacada de su casa con ayuda de médicos, enfermeras y algunos vecinos, y ya afuera un montacargas los apoyó para subirla a la plataforma que jalaba una camioneta pick up… A su paso por las calles… la gente le aplaudió y lo animó a seguir en su esfuerzo por bajar de peso de manera natural con una dieta equilibrada y ejercicio. (reforma.com)

Comentario
La primera impresión es de alivio. ¡Y yo que me preocupaba por bajar un par de kilitos! La segunda impresión es de duda: ¿Cómo llegó a los 540 kilos? No lo tome como una falta de respeto, pero hay vacas que pesan menos (estoy conciente que sí suena como irrespetuoso para este personaje, que no sabemos de sus problemas, que no debemos juzgar, etc., pero créame cuando le digo que esta noticia, y todas ellas, no buscan criticar a los protagonistas, sino descubrir el plan de Dios en “nuestras” vidas) ¿Qué cuando rebasó los 140 kilos no debió buscar al equipo médico? ¿No inició dieta a los 200k, 300k, 400k, 500k? ¿Tuvo que llegar a los 540? ¿A partir de cuántos kilos dejan las piernas de poder sostener el peso? ¿Cuándo estaba en su apogeo, se comería un pollo entero? Y, considerando que la mía no tiene mucha capacidad, ¿qué báscula usa?

Reconozco que las preguntas anteriores son simplicidades, mero morbo de alguien que se indigesta con 3 rebanadas de pizza. Lo importante es el control, el auto-control. No necesitamos llegar al extremo de los 500 kilos, ¿nos cuesta trabajo abstenernos de ese bocado extra, que sabemos ya no nos hace falta? ¿Esa golosina nos atrae a media tarde, aunque sabemos muy bien que no necesitamos las calorías adicionales? ¿No podemos rechazar ese platillo, alto en grasas y colesterol, pero definitivamente antojable? ¿No somos capaces de beber agua natural por encima de las bebidas gaseosas dulces y coloridas?

Olvidemos entonces al personaje de la noticia y centrémonos en nosotros mismos. No, no vamos a necesitar montacargas para salir a pasear, ni vamos a llamar la atención de los periodistas, ni seguramente nos aplaudirán por llevar dieta equilibrada y hacer ejercicio, pero debemos vigilar lo que Dios nos concedió al nacer: nuestros cuerpos. Debemos cuidarlos y administrarlos como en aquella Parábola de los Talentos que contó Jesús (lea Mateo 25:14-30) ¿No es acaso también aplicable a nuestros propios cuerpos? No lo voy a mencionar para motivarlo a leer el pasaje, pero ¿cuál fue el resultado para quién no administró correctamente lo que le dieron?

El Versículo
Son envidiosos, borrachos, glotones y otras cosas parecidas. Les advierto a ustedes, como ya antes lo he hecho, que los que así se portan no tendrán parte en el reino de Dios (Gálatas 5:21, Dios Habla Hoy)

¿Nos vamos a ir al infierno por el sobrepeso? No se alarme aún, quizá Dios tiene un buen sistema de grúas celestiales. O quizá la fuerza de gravedad no impera allá (los ángeles tienen alitas de plumas en nuestra imaginación estereotipada del cielo, aunque supongo que en nuestra época, bien podría haber ya turbinas) En fin, el punto no es determinar a los cuántos kilos caemos en lugar de subir (en realidad comer de menos puede ser tan malo como comer en exceso), sino en cómo manejamos la templanza, el auto-control y la disciplina en nuestras vidas, esto es, cómo administramos nuestro propio organismo.

¿Ya se propuso hacer ejercicio y dieta equilibrada? No lo deje para los siguientes propósitos de Año Nuevo. ¡Comience hoy!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No necesariamente le paso eso por gloton, es una enfermedad... que mal que se mencione ello.

Anónimo dijo...

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