martes, junio 23, 2009

Incendio en Guardería

La Noticia:
Al menos 43 niños murieron al incendiarse este viernes su guardería ubicada en Hermosillo, estado de Sonora, México… “29 menores de edad fallecieron por asfixia, al registrarse un incendio en las instalaciones de una guardería particular”… En el centro infantil se encontraban al menos 176 menores y unos 30 que han sido rescatados con quemaduras críticas serán trasladados a un hospital especializado de Arizona (Estados Unidos), frontera con Sonora… En un inicio los medio locales reportaron que el incendio podría haberse originado en una bodega ubicada a un costado del centro infantil… (wradio.com.mx)

Comentario:
Esta es una tragedia que nos debe servir para reflexionar. No para buscar culpables o para analizar el evento, que eso ya lo han enfocado medios de comunicación, políticos y sociedad en general. Se trata de reflexionar la pregunta ¿quién cuida y cría a nuestros hijos?

La responsabilidad de los padres para con los hijos es proveer todas sus necesidades. La Biblia es clara en eso: El que no provee para los suyos, y sobre todo para los de su propia casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo (1Timoteo 5:8). Lo que a veces no queda muy claro es que cuando la cita dice “provee,” la tendemos a interpretar como las necesidades físicas, esto es, alimento, ropa y techo, y nos olvidamos de otras necesidades, no menos fundamentales, que poseen nuestros hijos: emocionales, espirituales, recreacionales, intelectuales, de auto-realización y sociales.

En nuestras apuradas ocupaciones buscando elevar el estándar de vida, relegamos en terceros la oportunidad de cubrir esas otras necesidades. ¿Estamos conscientes de ello? El argumento de “tener” que trabajar puede ser (aunque no necesariamente lo sea) engañoso.

Primero debemos reflexionar si en realidad la pareja “tiene” que trabajar (en forma que se deba dejar al niño en una guardería) o de lo contrario no se cubren las necesidades básicas fisiológicas. Dejando de lado los casos de madre o padre solteros sin familiar de confianza cercano (casos excepcionales que quizás no tengan mucho espacio para reflexionar), debemos ser honestos en considerar si no estamos dejando a nuestros hijos por comodidad, por un deseo de superación personal en un trabajo remunerado, por un sentido de auto-realización, por tener un poco de tiempo libre sin niños, porque lo hacen los demás, porque así nos lo hicieron, etc.

Es muy tentador argumentar que necesitamos el dinero y punto final a cualquier discusión, pero en el fondo, ¿no estamos justificando que no deseamos estar todo el tiempo con los niños? Recordemos de nuevo que no se trata de acusar, ni de pensar en el vecino, sino de hacer una reflexión sincera a raíz de un acontecimiento trágico.

Dios en su perfección, formó una pareja. Adán estuvo solo por un tiempo con la encomienda de cuidar el Jardín del Edén, pero fue evidente que su trabajo por sí mismo era insuficiente para sentirse realizado. Por eso Dios le dio la oportunidad de tener una pareja que lo apoyaría en la formación de una familia.

Aún en la naturaleza observamos que la pareja es parte vital: los leones, por ejemplo, cooperan para cuidar a los cachorros, los pingüinos se turnan para estar al pendiente de las crías, etc. Si el plan perfecto de Dios es que uno de los dos vigile en forma cercana a bebés y niños que tardan años para poder valerse por sí mismos, debemos tener la responsabilidad clara de lo que la paternidad implica.

Se comprende que existen presiones económicas el día de hoy, pero no debería ser el argumento para dejar a nuestros hijos con extraños. ¿Sabemos cómo esos guardianes responden a las emociones de nuestros hijos? ¿Son capaces de detectar signos de inteligencia y motivarlos? ¿Pueden ellos instruirlos en la Palabra?

Es probable que muchas veces el problema económico se originó porque nos salimos del orden de Dios: Casarse a la carrera, por obligación, madres solteras, sin ahorrar antes de casarse, endeudamiento excesivo, etc. Es inevitable que suframos consecuencias de errores pasados, pero debemos ser cuidadosos en no pasar la cuenta a nuestros hijos. Ellos no cometieron los errores y sin embargo terminan pasando buena parte del día sin sus padres.

¿Podemos tener la opinión de los niños? ¿Qué preferirían? ¿Pobreza, pero con padres unidos y felices o desahogo económico, pero crianza con extraños?

Lo que dice la Biblia:
Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes (Deuteronomio 6:6-7).

No cambiemos la oportunidad de educar, cuidar y disfrutar a nuestros hijos por dinero extra, a menos que sea indispensable y por un corto tiempo, porque nunca recobraremos esos preciosos momentos de su niñez. Lo que podemos sacar de una tragedia como la de este incendio es meditar lo que estamos haciendo en beneficio de nuestros hijos.

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