sábado, agosto 18, 2007

Misioneros Coreanos Secuestrados en Afganistán

La Noticia:
Uno de los 23 surcoreanos en manos de los talibanes murió asesinado en el este de Afganistán… «Estaba enfermo, no podía caminar y los talibanes le dispararon», relató a la prensa Khowaja Sedeqi, uno de los miembros de la delegación de mediadores que lleva a cabo las negociaciones con los insurgentes afganos que mantiene secuestrados al colectivo de misioneros coreanos… (laverdad.es)

Comentario:
Hasta el momento son dos los ejecutados, entre ellos el pastor y líder, aunque también ya han sido liberadas dos mujeres. Permanecen 19 en cautiverio, entre ellos 16 mujeres. Varias de ellas enfermas.

Al parecer llevar la Palabra de Dios tiene su precio. Desde la muerte de Jesús, muchos misioneros a lo largo de la historia han muerto, algunos en condiciones deplorables, pero lo han hecho con el orgullo de haber cumplido el llamado que sintieron de difundir el Evangelio.

Lo primero que es importante destacar es que estos misioneros estuvieron ahí, dispuestos a seguir ese llamado de Dios. Leemos en Isaías 6:8:

Después oí la voz del Señor, que decía:
—¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?
Entonces respondí yo:
—Heme aquí, envíame a mí.

No menos importante es la valentía con la que asumieron la misión a un país tan lleno de conflictos y tan peligroso como lo es Afganistán. Cuando encontraron el segundo cuerpo en ese país, se encontraron señales de maltrato físico en el misionero coreano. Lo cual es indignante, pero ciertamente, Dios no prometió destinos turísticos o viajes sin novedad.

El propio Pablo padeció mucho por causa del Evangelio y más de una vez estuvo cerca de la muerte. Él nos ofrece testimonio de esto en 1 Corintios 11:25-29:

Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he sido náufrago en alta mar; en caminos, muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos.

Lo que dice la Biblia:
Yo os envío como a ovejas en medio de lobos. Sed, pues, prudentes como serpientes y sencillos como palomas. Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los concilios y en sus sinagogas os azotarán; y aún ante gobernadores y reyes seréis llevados por causa mía, para testimonio a ellos y a los gentiles. (Mateo 10:16-18)

Si bien podemos pensar que estas palabras son dedicadas a “los misioneros”, personas peculiares que tienen la capacidad de dormir en el suelo, comer cereales crudos con agua una sola vez al día, que no usan rastrillo (siempre tienen barbas largas), que son capaces de vivir con la misma ropa durante un mes y que tienen una enorme facilidad para aprender dialectos “torce-lenguas”, pensémoslo dos veces. Quizás Dios nos está hablando a todos, no solo a ellos.

¿Acaso no deberíamos ser mínimamente valientes como para al menos invitar a nuestros vecinos a que nos acompañen a la iglesia el domingo? Considerando que lo más que nos van a hacer es mirarnos “feo”, negarse de mal modo o cerrarnos la puerta, ¿qué tanta valentía se requiere? En nuestro país tenemos la libertad de predicar a Jesús y, seamos sinceros, poco lo hacemos.

Ya que todo aquel que invoque el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no son enviados? Como está escrito: «¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!» (Romanos 10:13-15)

Estos misioneros fueron valientes y firmemente creemos que esto tendrá un resultado, si no a corto, a largo plazo en la lucha espiritual que se libra en esos países. Debemos mantenernos unánimes en oración por estos misioneros.

Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados seréis cuando por mi causa os insulten, os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos, pues así persiguieron a los profetas que vivieron antes de vosotros. (Mateo 5:10-12)

La recompensa que ellos recibirán debería motivarnos a todos a ser un poco más valientes en esparcir el Evangelio.

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