miércoles, marzo 18, 2015

En el Fuego

Los sátrapas, prefectos, gobernadores y consejeros reales se arremolinaron en torno a ellos y vieron que el fuego no les había causado ningún daño, y que ni uno solo de sus cabellos se había chamuscado; es más, su ropa no estaba quemada ¡y ni siquiera olía a humo! (Daniel 3:27)

Quizás recuerda la historia de Sadrac; Mesac y Abednego. Tres jóvenes judíos que se opusieron a adorar la estatua dorada que había levantado el rey Nabucodonosor y como consecuencia fueron atados y arrojados al fuego. Sin embargo y para sorpresa de muchos, los jóvenes salieron ilesos del horno.

La Biblia dice: En ese momento Nabucodonosor se puso de pie, y sorprendido les preguntó a sus consejeros: “¿Acaso no eran tres los hombres que atamos y arrojamos al fuego?” “Así es, Su Majestad” le respondieron. “¡Pues miren!” exclamó. “Allí en el fuego veo a cuatro hombres, sin ataduras y sin daño alguno, ¡y el cuarto tiene la apariencia de un dios!”

Tal vez no vivamos los tiempos violentos como para que se nos arroje al fuego por desairar al rey, pero ciertamente padecemos muchos problemas que nos harían pensar que estamos en un horno atados. Familiares que nos rechazan, amigos que nos vuelven la espalda, compañeros de trabajo que se mofan o nos someten a pruebas, vecinos que abusan, etc. Ciertamente en esta vida pasaremos por muchas pruebas.

La buena noticia es que Jesús estará con nosotros en ese horno librándonos del calor y haciéndonos compañía. La Palabra dice: ¡Ni siquiera olía a humo! Quiere decir que la forma en que nos librará Jesús de los problemas es tal que ni humo quedará. ¿No es Dios maravilloso?

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